Servicio militar, una transici¨®n dif¨ªcil
Si hay alg¨²n fen¨®meno social en Espa?a que se ha producido de tal manera que las leyes no han podido adaptarse al mismo, es del rechazo al servicio militar y el auge de la objeci¨®n de conciencia. Y frente a esta realidad imparable, los diferentes Gobiernos, antes del PSOE, ahora del PP, han actuado tantas veces dando palos de ciego, vacilando entre la represi¨®n pura y dura y la no aplicaci¨®n de la ley, intentando deslegitimar a los movimientos de objetores e insumisos, o haciendo propuestas que pese a publicarse en el BOE jam¨¢s se llevaron a cabo. El bochorno del ¨²ltimo sorteo de quintos y los consiguientes excedentes de cupo ha sido el ¨²ltimo desprop¨®sito.Una vez puesta la fecha de la profesionalizaci¨®n del Ej¨¦rcito para el a?o 2003, en un momento que se negociaba la reforma de la Ley de Objeci¨®n, y que el n¨²mero anual de objetores segu¨ªa creciendo, el Ministerio de Defensa decidi¨® resucitar para este periodo de transici¨®n la figura del excedente de cupo. Medida que, unida a la. pretensi¨®n de impedir objetar despu¨¦s del sorteo, deb¨ªa provocar una disminuci¨®n del n¨²mero de solicitudes de objeci¨®n. Pero el resultado que consigui¨® el Gobierno fue totalmente distinto. La reforma de la Ley de Objeci¨®n impulsada por CiU con el apoyo del PSOE va en direcci¨®n contraria a la que desea el Gobierno, y no conseguir¨¢ el apoyo de ning¨²n grupo para recortar el periodo para objetar. Y el fiasco matem¨¢tico del Ministerio de Defensa en el sorteo de quintos s¨®lo sirvi¨® para dejar en rid¨ªculo al Gobierno y deslegitimar todo el proceso.
No hay que olvidar que a diferencia de lo que ocurri¨® en B¨¦lgica y Holanda o incluso Francia, la abolici¨®n de la mili obligatoria en Espa?a est¨¢ motivada no s¨®lo por cuestiones de operatividad y eficacia, sino tambi¨¦n por el desmoronamiento del sistema debido al crecimiento de la objeci¨®n. Un fen¨®meno que a?o tras a?o aumenta y que en 1997 ha crecido todav¨ªa m¨¢s.
De enero a octubre de este a?o se han presentado 109.041 solicitudes ante el Consejo Nacional de Objeci¨®n de Conciencia, pulverizando las cifras de a?os anteriores. Y es imposible que el Ministerio de Justicia cree puestos de prestaci¨®n para los m¨¢s de 120.000 j¨®venes que objetar¨¢n este a?o.
Se puede disfrazar la incidencia real de la objeci¨®n de conciencia, y en muchas ocasiones el Ministerio de Defensa ha interpretado las cifras para decir que no pasaba nada, que la objeci¨®n no afectaba a sus previsiones. Lo mismo ha hecho Justicia con eln¨²mero de objetores aparcados o embolsados desde hace a?os a la espera de ser llamados a la prestaci¨®n social. Todo depende de la manera que se calcule y en base a ,qu¨¦ dato se compare la innegable cifra de solicitudes de, objeci¨®n. Una cosa son las solicitudes de objeci¨®n que se presentan ante el Ministerio de Justicia, y otra los reconocimientos que se otorgan. Efectivamente, no todas las solicitudes corresponden a futuros objetores. Han de deducirse unas 2.000 que corresponden a renuncias de objetores ya reconocidos y a solicitudes de convalidaci¨®n de servicios prestados en el voluntariado. Tambi¨¦n hay casi 2.000 denegaciones anuales, muchos de los cuales acabar¨¢n declar¨¢ndose insumisos ante las autoridades militares. Var¨ªa sustancialinente el porcentaje anual de objetores, seg¨²n se compare a los 165.342 j¨®venes sorteados este a?o o, puesto que muchos se encuentran en pr¨®rrogas, se los reparta y acumule en los a?os que su quinta fue alistada. Depende tambi¨¦n de si eliminamos antes o despu¨¦s a los excluidos por incapacidad y de si a?adimos a los que sin haber cumplido la mil? ingresan en los cuerpos profesionales. Seg¨²n c¨®mo lo computemos se podr¨¢ resultar que objetan un 35% o un 65% de los llamados a filas. Pero es evidente que el hecho de que a finales de octubre se hayan presentado 109.000 solicitudes, frente a las 93.000 del pasado a?o, y las 72.000 de 1995, muestra que es un fen¨®meno social sin control.
Y ello ocurre en tras un a?o en que el n¨²mero de solicitudes para ingresar en los cuerpos profesionales del Ej¨¦rcito ha disminuido. As¨ª, mientras el pasado a?o hubo 6,5 aspirantes de media para las 8.000 plazas de soldados y marineros profesionales, en la convocatoria de este a?o se han reducido a cuatro. Y puesto que en 1997 el n¨²mero de plazas ofertadas se ha incrementado en un 18%, es posible que pese a la gran campa?a de difusi¨®n que piensa lanzar Defensa, el n¨²mero de aspirantes por plaza no aumente. Ello preocupa al Ministerio dado que hay quien no se presenta, otros han cursado solicitud en varios cuerpos, y muchos son descartados ya en las pruebas f¨ªsicas.
Defensa ten¨ªa a su favor el relativo silencio informativo en que ha entrado el fen¨®meno de la insumisi¨®n, as¨ª como la innegable mejora de imagen de las Fuerzas Armadas por sus cinco a?os de actuaci¨®n en Bosnia. Pero justo ahora que la Comisi¨®n Conjunta Congreso-Senado ultima las conclusiones sobre la profesionalizaci¨®n del Ej¨¦rcito, y que la minor¨ªa parlamentaria del PP provoc¨® que se aprobase la propuesta deCiU para reformar la Ley de Objeci¨®n, el fen¨®meno social desborda y deja al Gobierno en una encrucijada, evit¨¢ndose que el sistema no quiebre todav¨ªa, gracias a la bolsa de j¨®venes en pr¨®rroga. Si como parec¨ªa, aprovechando la reformna de la Ley de Objeci¨®n, se exime de cumplir la prestaci¨®n social a buena parte de los 200.000 objetores pendientes de ser llamados, Defensa aducir¨¢ que ello animar¨¢ a muchos m¨¢s a objetar con la esperanza de librarse. Pero si Justicia no se libera del lastre de los objetores acumulados, es imposible que pueda llamar a los que objetan ahora. El fen¨®meno sociol¨®gico, cuyas causas hist¨®ricas y sociales son complejas, hace hoy dif¨ªcil esa transici¨®n. En alg¨²n momento, como ocurri¨® tras el caso Miravete, se dijo que la objeci¨®n crec¨ªa cada vez que los medios de comunicaci¨®n reflejaban casos de abusos o malos tratos en unidades militares. Posiblemente si la reforma del servicio militar hubiera sido m¨¢s profunda, o se hubiera abordado de otra manera la regulaci¨®n de la objeci¨®n, la situaci¨®n ser¨ªa distinta. Ahora, el fen¨®meno social rompe de nuevo las previsiones.
S¨®lo reduciendo los a?os del periodo transitorio y fij¨¢ndose una meta de soldados profesionales en tomo a los 80.000 como propone parte de la oposici¨®n, frente a los 120.000 que desea el Gobierno, se conseguir¨¢ llevar a puerto el cambio de sistema. De lo contrario, el Ministerio de Defensa volver¨¢ a equivocarse en los n¨²meros.
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