Los ni?os y el trabajo
Tal como viene haciendo desde hace algunos a?os, la Fundaci¨®n del Consejo y Apoyo a los Refugiados presenta a la opini¨®n p¨²blica una nueva campa?a de sensibilizaci¨®n y captaci¨®n de fondos. Nuestra primera campa?a fue L¨¢pices para la paz, la segunda Flores con futuro y la tercera Erase una vez la paz. Las escuelas de Bosnia, las cooperativas de flores en Mozambique y, el proyecto de rehabilitaci¨®n de ni?os-soldados ya est¨¢n en funcionamiento.El nombre de la campa?a de este a?o da t¨ªtulo al libro que tienen en sus manos: Trabajar no es un juego. Nuestro objetivo es denunciar la injusta situaci¨®n que padecen todos aquellos ni?os que, en lugar de ir a la escuela, se ven obligados no s¨®lo a trabajar, sino a hacerlo adem¨¢s en condiciones infrahumanas. Para este fin la fundaci¨®n cuenta con la colaboraci¨®n de la Organizaci¨®n Intemacional del Trabajo (OIT), una organizaci¨®n con larga experiencia en el asunto.
Adem¨¢s de denunciar la situaci¨®n, gracias a los fondos de la venta de este libro, la fundaci¨®n pretende llevar a cabo dos proyectos, uno en Guatemala y otro en Colombia. Ambos pa¨ªses, aunque muy distantes en los mapas, est¨¢n unidos por una preocupaci¨®n com¨²n: los ni?os deben crecer, formarse, estudiar y aprender d¨ªa a d¨ªa para poder crear una sociedad m¨¢s justa en sus respectivos pa¨ªses. Y para ello hay que sacarlos de las minas, de las f¨¢bricas, de las obras, de los vertederos o de la prostituci¨®n, donde ganan el escaso dinero con que ayudan, a sobrevivir a sus familias.
Estudios realizados por la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo en ?frica, Asia y Am¨¦rica Latina anuncian que alrededor de ciento veinte millones de ni?os, de edades comprendidas entre los 5 y los 14 a?os, se ven obligados a trabajar durante "largas horas en condiciones infrahumanas, insalubres y arriesgadas. Con frecuencia, ese trabajo causa enfermedades cr¨®nicas, destruye la vista, menoscaba el crecimiento f¨ªsico e intelectual e incluso en muchos casos provoca la muerte prematura".
Esta cifra, ya de por s¨ª escandalosa, se puede ver multiplicada por dos si se incluye a lo! ni?os que trabajan en calidad de actividad secundaria, es decir, los que acuden unas horas a la escuela y el resto del d¨ªa se dedican al trabajo.
Es pat¨¦tico leer en los informes de la OIT c¨®mo funcionan los mercados de venta de esclavos: "A veces los terratenientes compran ni?os trabajadores a sus aparceros o bien directamente a sus familias para llevarse a esos ni?os lejos a trabajar en f¨¢bricas de alfombras, de art¨ªculos de vidrio o en la prostituci¨®n. Se sabe desde hace tiempo que existe una esclavitud infantil de este tipo en Asia meridional y suroriental y en Africa occidental". Seg¨²n un informe de Naciones Unidas de 1996, unos dos millones de ni?os son v¨ªctimas del comercio sexual en Asia. Y dentro de este mundo de explotaci¨®n son las ni?as las que sufren m¨¢s el abuso de los mayores.
Ante cifras tan escalofriantes nos preguntamos: ?qu¨¦ podemos hacer? La pura l¨®gica nos indica que hay que liberar a todos estos ni?os y ni?as de la esclavitud y escolarizarlos a todos por igual. Pero algo que parece tan sencillo en realidad no lo es. Para ello son necesarias grandes inversiones econ¨®micas, as¨ª como una posici¨®n clara y decidida de los gobiernos de los respectivos pa¨ªses. Dichos gobiernos deber¨ªan obligar por ley a la escolarizaci¨®n de los ni?os y, una vez dado ese paso, llevar a cabo inversiones en centros escolares y crear las condiciones necesarias para que esas familias puedan seguir subsistiendo sin el salario del ni?o o de la ni?a.
La comunidad internacional hace esfuerzos para ello. Pero todo cuanto se hace resulta insuficiente. En mi propia experiencia, uno de los trabajos m¨¢s apasionantes fue la redacci¨®n de la Carta Europea de los Derechos de los Ni?os, aprobada por el Pleno de julio de 1992, de la que fui ponente siendo diputado del Parlamento Europeo.
Si queremos seguir luchando por un mundo m¨¢s justo y solidario, el primer paso es formar y educar a las pr¨®ximas generaciones, a los ni?os y ni?as que en un plazo no muy largo ser¨¢n los nuevos responsables de la sociedad que les tocar¨¢ vivir. Para conseguir un, buen crecimiento econ¨®mico hay que desarrollar y promover todas las capacidades humanas. Se tratar¨ªa sencillamente de seguir al pie de la letra, el p¨¢rrafo de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos que dice que "toda persona tiene derecho a la educaci¨®n. La educaci¨®n debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucci¨®n elemental y fundamental. La instrucci¨®n ser¨¢ obligatoria".
Nosotros somos los responsables de la felicidad e infelicidad de todos esos ni?os, llamados tambi¨¦n a ser constructores del futuro.
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