Artes y oficios
"Es imprescindible encontrar una explicaci¨®n a este grave accidente", dijo Van Gaal en Salamanca, mientras miraba de reojo el busto parlante de Miguel de Unamuno.Ten¨ªa buenas razones para ponerse a pensar. Jugando sobre el filo de la navaja, a setenta metros de su posici¨®n natural, Couto hab¨ªa lanzado un tiro imparable sobre la puerta contraria. Cuando sali¨® hacia la vertical de Stelea, aqu¨¦l era un disparo ganador. Sin embargo, los dioses decidieron intervenir: suspendieron por un momento la ley de la gravedad y el bal¨®n rebot¨® en el travesa?o. Cuando volvi¨® al centro del campo, aquella misteriosa bola de cuero se hab¨ªa convertido en el primer pase de una jugada de gol.
-Ante el Betis jugamos con arte, pero nos falt¨® oficio -hab¨ªa dicho Ra¨²l, sin duda movido por un impulso senequista, a su paso por C¨®rdoba.
Unas horas antes, en el Villamar¨ªn, su equipo, probablemente aquejado de un empacho de suficiencia infantil, hab¨ªa jugado al f¨²tbol tal como trabaja el hombre del organillo: aquellos chicos interpretaban un f¨²tbol protocolario, convencidos de que para ponerle m¨²sica al juego basta con darle vueltas al manubrio.
El lunes, en el estadio helm¨¢ntico, con la complicidad de Cuqui Silvani y Fernando Couto, aquella sorprende remontada volvi¨® a confirmar que el f¨²tbol es un mundo voluble en el que conviven, dos reglas contradictorias: a veces, cada minuto se incuba matem¨¢ticamente en el anterior; a veces, cada minuto tiene su propia historia inexplicable. Por la necesidad de confiar en la, primera, los jugadores se reafirmaban en su intenci¨®n de sumar esfuerzos; por la necesidad de tener en cuenta la segunda, se confabulaban para vivir el presente.
-Ante el Salamanca jugamos con arte, pero nos falt¨® picard¨ªa: nos resarciremos ante el Borussia- dijeron a coro, sin duda animados por un impulso de utilidad fenicia, varios santones del vestuario barcelonista.
A pesar de tantos episodios, a la semana le quedaba mucha historia. As¨ª, el jueves compareci¨® en el Nou Camp un Borussia sin M?ller ni Sammer, pero sobre todo sin enjundia. Frente a aquel equipo tan alem¨¢n, pero tan hu¨¦rfano, Iv¨¢n de la Pe?a frot¨® la l¨¢mpara y se meti¨® el genio dentro.
-Si no me quieren aqu¨ª, me ir¨¦ al Inter con Ronaldo- hab¨ªa dicho bajo las luces artificiales de su calva.
Ante la expectativa de perder a lo pelat, a Van Gaal le saltaron todas las alarmas, as¨ª que le puso a componer f¨²tbol ante el Borussia, igual que hab¨ªa hecho en Salamanca.
En el bando alem¨¢n las cosas fueron de mal en peor: mientras su equipo se mov¨ªa por el campo hignotizado por Iv¨¢n y atrapado en su propia asimetr¨ªa, el entrenador Nevio Scala, con las neuronas ardiendo bajo su cabellera de mu?eca vieja, ped¨ªa imaginaci¨®n al pobre Chapuisat, lo cual equival¨ªa a pedirle la luna. De veinte se llevaron dos.
En Anoeta, visto el panorama, Krauss se puso a hablar de la visita del Bar?a como quien anuncia las siete plagas.
-?Que son muy vulnerables? ?Pero si van primeros!- dijo con su impecable acento prusiano.
Mientras el Betis se preparaba para asaltar el poder, Ranieri se preparaba en Valencia para asaltar la tesorer¨ªa.
A la misma hora, en Madrid, al olor del derby, Radomir Antic, "hacemos f¨²tbol colectivo, somos mejores", empezaba a comerse los art¨ªculos. Y las u?as.
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