El Bach de Trevor Pinnock
El Festival de Canarias, proclive al gran sinfonismo, desde Beethoven a Mahler, atento a la creaci¨®n contempor¨¢nea y buscador de la colaboraci¨®n de solistas egregios, se enriquece sustantivamente con actuaciones como las de The English Concert, fundado y dirigido por Trevor Pinnock que expuso en dos jornadas su teor¨ªa y su pr¨¢ctica sobre Juan Sebastian Bach. El grupo, con un cuarto de siglo de vida, goza de prestigio general y de una importante discograf¨ªa "santificada" por el sello DGG. No hay caso entonces para establecer nuevos juicios de valor: cada cual estudia y se dedica a rescatar la pureza interpretativa de la gran m¨²sica pret¨¦rita seg¨²n sus criterios y saberes y las propuestas de Pinnock son tan v¨¢lidas, cient¨ªficas y aventuradas como las de cualquier otro y, lo que m¨¢s importa, est¨¢n bien realizadas en la movilidad de la polifon¨ªas, la elevaci¨®n de los acentos, la ejecuci¨®n de considerable virtuosismo y, al mismo tiempo, cierta asepsia que a no pocos puede parecer excesiva. Pinnock en los Conciertos de Brandenburgo viene a ser el anti Casals cuyas ideas y versiones no debemos desde?ar. Y se trata del comienzo de una historia: la vuelta a Bach como fen¨®meno caracter¨ªstico del siglo XX.
Diversidad
Cede Pinnock con talento a la gran invitaci¨®n de los conciertos bachianos: su diversidad no s¨®lo en la forma o la disposici¨®n instrumental sino en algo m¨¢s trascendente: el ideal sonoro. ?C¨®mo comparar la gravedad del ¨²ltimo concierto con la vitalidad italianista del tercero o la riqueza de "sinf¨®nismo concertante" que caracteriza al segundo? Distinto es el caso de las suites, las invenciones orquestales m¨¢s importantes de todo Bach, especialmente en las oberturas de la que es ejemplo y cima la de la Suite n¨²mero 4.El p¨²blico de Las Palmas ha vivido la m¨²sica de Bach durante dos bell¨ªsimas jornadas. Inevitablemente lo ha hecho desde cierta lejan¨ªa en el Auditorio Alfredo Kraus de amplias proporciones y ac¨²stica en proceso de afinaci¨®n. Si a todo ello a?adimos la naturaleza de la formaci¨®n inglesa y de su instrumental hist¨®rico, es evidente que la meloman¨ªa grancanaria, como la de otras muchas salas europeas, debi¨® aguzar el o¨ªdo para sentir las ¨ªntimas palpitaciones de un English Concert que pretende adivinar y transmitir hoy las emociones musicales de tres siglos atr¨¢s. Hasta los hijos de Juan Sebastian Bach las creyeron caducadas pero el tiempo, en su larga andadura, las ha demostrado perdurables.
El ¨¦xito respondi¨® a la calidad y el inter¨¦s de lo que se ofrec¨ªa y, como es l¨®gico trat¨¢ndose de un local reci¨¦n inaugurado, las pol¨¦micas y discusiones sobre sus caracter¨ªsticas ac¨²sticas menudearon. Nada tienen que ver con la realidad art¨ªstica de los conciertos. Por otra parte, cada vez que he asistido a los comienzos de grandes salas y auditorios, desde al Filarmon¨ªa de Berl¨ªn hasta hoy, se produjeron an¨¢logas confrontaciones. El tiempo, el h¨¢bito ac¨²stico y el trabajo de los especialistas acabaron con ellas.
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