Un notable cambio de imagen

Paula Jones ha corregido sus dientes, se ti?e el pelo de rubio, se lo corta como Barbra Streisand y se maquilla como una protagonista de la serie televisiva Melrose Place. ?Qui¨¦n ha pagado este nuevo look? El Instituto Rutherford, una organizaci¨®n muy conservadora, al borde de la extrema derecha, cuyo objetivo fundacional es defender a los cristianos perseguidos en el Tercer Mundo.

El Instituto Rutherford tambi¨¦n financia los mucho mas costosos gastos de la defensa -ocho abogados- y del equipo de relaciones p¨²blicas. Jones no denunci¨® a Clinton hasta 1994, tres a?os despu¨¦s del supuesto incidente de Little Rock, y lo hizo bajo el padrinazgo de extremistas de derechas.

Esos hechos y su propio pasado sentimental influyen en que la mayor¨ªa de los norteamericanos no la crean. Seg¨²n una encuesta difundida ayer por la CNN, el 50% cree a Clinton, el 32% a Jones y el resto no se pronuncia. Esos porcentajes son m¨¢s o menos iguales entre hombres y mujeres. Jones no ha conseguido convencer a las feministas.

"Esta ma?ana, Paula me ha dicho que est¨¢ muy orgullosa de ser norteamericana", dijo ayer su relaciones p¨²blicas, Susan Carpenter-McMillan. "Lo que est¨¢ ocurriendo demuestra que en este pa¨ªs una chica de Little Rock es igual ante la ley que el presidente". El pasado a?o, el Tribunal Supremo sentenci¨® que el titular de la Casa Blanca no disfruta de ning¨²n privilegio que le proteja de acusaciones como las de Jones.

?Sobrevivir¨¢ pol¨ªticamente Clinton? Probablemente s¨ª. Ya ha escapado al oscuro asunto Whitewater y al mucho m¨¢s grave esc¨¢ndalo de la financiaci¨®n de su ¨²ltima campa?a, y su presidencia cuenta con la aprobaci¨®n del 60% de los norteamericanos. Un acuerdo entre las partes es el ¨²nico modo de evitar que Clinton sea juzgado en mayo. Pero las exigencias de Jones para retirar sus acusaciones -dos millones de d¨®lares (300 millones de pesetas) y un texto p¨²blico de disculpa- son, por ahora, inaceptables para la Casa Blanca.