El respeto impuso un f¨²tbol hueco
El Betis resiste en San Mam¨¦s con diez jugadores ante un Athletic inoperante
El partido naci¨® con lastre, el que impone el exceso de rigor y la acumulaci¨®n de respeto entre dos equipos que no sienten ni la necesidad ni la superioridad adecuada para imponer su criterio. Al Betis le pesaban las piernas y la inseguridad de una defensa recompuesta sobre la marcha. Al Athletic se le confunden en demas¨ªa las ideas y no halla ni el tim¨®n ni el toque para dar espesura a su juego. Si a la media hora el Betis se queda con 10 jugadores el partido se muere por inanici¨®n. Ni el Athletic asumi¨® su superioridad, ni el Betis su presunta inferioridad. El partido se condujo sujetado por las mismas cadenas entre dos equipos que padec¨ªan el miedo a perder.La historia ten¨ªa mucho de encomiable por parte del Betis, que asumi¨® la expulsi¨®n sin pesta?ear y se someti¨® a una prueba de esfuerzo sin que Luis Aragon¨¦s determinase ni una variaci¨®n estrat¨¦gica ni un solo cambio hasta los minutos postreros.
Se trataba de una disputa un tanto visceral pero sobre todo espesa y tan r¨¢cana en oportunidades como generosa en esfuerzo. El Betis hab¨ªa accedido al partido con una cautela que trascend¨ªa a su alineaci¨®n y se explicitaba en la ausencia de ocasiones a lo largo del encuentro. Lo suyo era una b¨²squeda permanente del control de la pelota y un sacrificio perpetuo en la presi¨®n, argumentos escasos para pretender jerarquizar un partido que se le antojaba demasiado grande.
Le salv¨® el Athletic que tampoco se dispon¨ªa para exhibici¨®n alguna aunque aportaba cierta tenacidad por asomarse al balc¨®n de Prats en alguna porf¨ªa. El Athletic malgast¨® tres cuartos de partido en una confusi¨®n diplom¨¢tica: le temi¨® al Betis por igual antes y despu¨¦s de la expulsi¨®n y s¨®lo apel¨® para ganar el encuentro al esp¨ªritu agon¨ªstico que le caracteriza cuando no le asiste la clarividencia. Para colmo se qued¨® sin Julen Guerrero o lo, que es lo mismo sin munici¨®n. La entrada de Javi Gonz¨¢lez acab¨® en an¨¦cdota, la de Ziganda constituy¨® una r¨¦mora: el otrora goleador rojiblanco s¨®lo destac¨® por malgastar un gol ante Prats en el ¨²nico error defensivo del Betis. El asunto discern¨ªa una actitud entragada del equipo b¨¦tico y una cuesti¨®n de voluntariedad rojiblanca, sin demasiada direcci¨®n y ausencia de criterio. El Athletic goz¨® de la capacidad de recuperaci¨®n de Urrutia, de la direcci¨®n (tard¨ªa) de Alkiza y la solidez defensiva que se le supone. A partir de ah¨ª no hubo nada, ni una chispa de ingenio, ni un ramalazo racial, ni un asomo de rabia. Todo resultabad emasiado t¨¢ctico como si el Betis hubiera logrado imponer cuando menos la psicolog¨ªa del partido.
Con Guerrero en el vestuario (tras una tarascada de Otero) y Alfonso desaparecido en el c¨¦sped, el partido era una ofrenda al tedio, a la viscosidad de un f¨²tbol demasiado domesticado, carente de imaginaci¨®n. Las ocasiones resultaron casi anecd¨®ticas: una vaselina a frustrada de Urzaiz en la primera mitad, y m¨¢s tarde, ya en los estertores del partido el error inimaginable de Ziganda y un remate de R¨ªosque Prats despej¨® con agilidad.
Nadie impuso su voluntad. Fue una discusi¨®n igualitaria aunque al Athletic le quedase el regusto de que su oponente fuera similar s¨®lo cuando padeci¨® la inferioridad num¨¦rica. El Betis resolvi¨® una cuesti¨®n de orgullo: deb¨ªa resistir y lo hizo con dignidad a¨²n a costa de arrastrar una imagen guerrillera pero poblada de dignidad personal y colectiva. La ¨¦pica le sirvi¨® para hallar su objetivo. No buscaba otra cosa que el empate. El Athletic quer¨ªa ganar y no supo hacerlo. Su penuria ofensiva comienza a resultar alarmante. Sin Guerrero en el campo y con Joseba Etxeberria viviendo el f¨²tbol con altibajos sus posibilidades de ¨¦xito se libran en la t¨®mbola. Ayer no hubo premio.
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