Otro desastre evitable
Uno de los mejores relatos de Jorge Amado cuenta la historia del capit¨¢n Vasco Moscoso de Aragao, capit¨¢n de longo curso al que le regalaron el t¨ªtulo unos amigos poderosos para compensar las juergas que se corr¨ªan a su cargo. El azar puso al indocumentado capit¨¢n al frente de un buque al que mand¨® atracar a muelle con todos los cabos, calabrotes, cadenas, anclas y coderas disponibles a bordo. El infeliz se convirti¨® en el hazmerre¨ªr de todo el mundo. El escritor, apiadado de la vanidad fatua de su personaje, lo redime, en un apote¨®sico final, convocando a todos los vientos para destruir el puerto con la ¨²nica excepci¨®n del barco, firmemente sujeto, del capit¨¢n Vasco Moscoso de Aragao, quien pas¨® de villano a h¨¦roe y gloria nacional.?Qui¨¦n redimir¨¢ a los responsables de la seguridad del buque perforador Discoverer Enterprise? ?Qu¨¦ cuento se inventar¨¢n esta vez para hacer veros¨ªmil una explicaci¨®n del desastre que apunta como ¨²nica causa del accidente a los elementos de la Naturaleza, el viento en este caso? El viento existi¨®, ciertamente, con una fuerza previsible para esta ¨¦poca del a?o, en las costas gallegas, sin necesidad de un aviso meteorol¨®gico concreto. Al Discoverer Enterprise (que no es una plataforma, ni un superpetrolero, como err¨®neamente han publicado algunos diarios, sino un buque capaz de perforar el fondo del mar explorando yacimientos de petr¨®leo), no lo dejaron a la deriva los vientos desatados, sino la err¨®nea decisi¨®n de amarrarlo al muelle con unos medios insuficientes. Un error que nos va a costar car¨ªsimo, especialmente a los habitantes de la r¨ªa de Ferrol. Un error que pudo haberse evitado.Hace ya algunos a?os que la ciencia n¨¢utica ha resuelto el problema t¨¦cnico del n¨²mero y tipo de amanas que necesita un buque, superando el estadio emp¨ªrico en que se encontraba esta cuesti¨®n. Se trata de un sencillo problema de esfuerzos y resistencias en funci¨®n de las caracter¨ªsticas del buque (desplazamiento, calados, obra muerta), los cabos y los puntos de amarre disponibles. Entristece recordar ahora que la oferta de esos estudios a las autoridades mar¨ªtimas y portuarias top¨® con el desd¨¦n de sus titulares. El panorama de los puertos espa?oles, tan felices ellos en el despilfarro de un ciclo de crecimiento, constituye un motivo de desolaci¨®n para cuantos pensamos que la existencia de tan fenomenal negocio descansa en el tr¨¢fico mar¨ªtimo y en su seguridad integral, y observamos la escasa atenci¨®n al que quedan relegados. Mientras se hacen y deshacen proyectos portuarios fara¨®nicos, ampliaciones de dudosa necesidad, planes de calidad, estrategias de futuro, todo ello con medios y dotaciones magn¨ªficas, la seguridad mar¨ªtimo-portuaria se deja en manos de unas Capitan¨ªas Mar¨ªtimas desorganizadas e impotentes.
?Cu¨¢ntas desgracias hacen falta para enmendar esta situaci¨®n? ?Cu¨¢ntos muertos? ?Cu¨¢ntos miles de millones en p¨¦rdidas? Cuando lo del Urquiola se neg¨® la existencia de las lajas que rajaron el casco del petrolero y se culpabiliz¨® del accidente al capit¨¢n. Cuando lo del Aegean Sea volvi¨® a acusarse al capit¨¢n, sometido a un trato vejatorio, esta vez con la ayuda del viento. En ambos casos, sendas sentencias judiciales dejaron clara la responsabilidad de los servicios p¨²blicos de seguridad mar¨ªtima. Pero no aprendimos. "Ya se sabe", dijeron al fin, "una desgracia la tiene cualquiera". Y siguieron propalando cortinas de humo para sacarse los muertos de encima y confundir al personal. Lo del Discoverer Enterprise debe tener una respuesta r¨¢pida y contundente si no queremos seguir por el mismo camino. Que si el viento, que si los meteor¨®logos, que si la mala suerte. Ya est¨¢ bien. El buque estaba mal amarrado porque alguien, ignorante o inconsciente, decidi¨® dejarlo as¨ª. Invest¨ªguese honradamente lo que pas¨® y act¨²ese en consecuencia, porque ¨¦sa es la ¨²nica forma de que dentro de un tiempo no volvamos a lamentar un nuevo accidente.
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