La Iglesia. cubana rebaja las ilusiones pol¨ªticas abiertas por la visita papal
Tratando de evitar las frustraciones de quienes esperan que el Papa promueva cambios sustanciales en Cuba, la Iglesia cat¨®lica ha advertido a la feligres¨ªa que el alcance de la visita pontificia es fundamentalmente pastoral, y no cabe atribuirle intenciones pol¨ªticas. La di¨®cesis de La Habana, de todas maneras, ha distribuido entre las parroquias una significativa precisi¨®n sobre el apostolado de Juan Pablo II en la isla: rezar¨¢ por todos los cubanos, cat¨®licos, cristianos de otras confesiones y no creyentes, por los presos y exiliados, por los enfermos y ancianos, y por los gobernantes "necesitados de la luz del Alt¨ªsimo para cumplir sus responsabilidad de llevar al pa¨ªs por caminos de justicia, libertad y de paz". "Nadie debe esperar una visita distinta", subrayan los folletos eclesiales.
Poco antes de celebrar misa en el barrio del Vedado, el padre Manuel U?a, superior de los dominicos, se manifiesta solidario con las vibraciones del pueblo: "Vive momentos de esperanza, de esperanza gozosa". En una estancia contigua varios fieles han preparado 120.000 banderitas de Cuba y la Santa Sede. Alude el dominico a la intensa felicidad de las v¨ªsperas, siempre las fechas m¨¢s dichosas. "Despu¨¦s, a lo mejor, lo que esperamos de v¨ªspera no se da. No sabemos. La visita es eminentemente pastoral y as¨ª se lo hemos dicho a los feligreses. A veces, una fe deformada puede esperar cosas, pero el Papa no puede todo".El despertar de las conciencias, citado por U?a, la nueva curiosidad por las sotanas y los p¨²lpitos entre la juventud m¨¢s desesperanzada o inquieta, se traduce en un "considerable" aumento de las familias que bautizan a sus hijos, solicitan misas de difuntos, o veneran los crucifijos, y en la mayor presencia en templos y confesionarios. Tambi¨¦n en el ¨¢nimo de los catequistas, entusiastas progandistas de la fe cat¨®lica desde abril, puerta por puerta. "Con amor y respeto, 76 seglares nuestros dicen a la gente 'Dios te ama". Pero sin acceso a los medios de comunicaci¨®n, sustituidos por modestas publicaciones diocesanas, la evangelizaci¨®n es ardua.
Temerosos a¨²n de las reacciones oficiales o la denuncia vecinal, evocando las persecuciones familiares sufridas durante muchos a?os, algunos practicantes prefieren el anonimato. En torno a los 150.000 asisten a misa. La mayor¨ªa de los consultados se identitica admitiendo que desde la audiencia del Papa a Fidel Castro en el Vaticano la distensi¨®n se acentu¨®.
Desv¨ªos ideol¨®gicos
Jorge, 26 a?os, laico, as¨ª lo cree. "Antes, los directores de las escuelas te preguntaban si eras religioso o no. Quise estudiar cibern¨¦tica y no pude. Me consideraban un desviado ideol¨®gico. Ahora curso dise?o gr¨¢fico en la universidad, saben que voy a misa y nadie me pregunta nada. Ya no te crean tantos problemas". De ni?o, a los ocho a?os, se quebraba cuando, del brazo de su t¨ªa, acud¨ªa a misas o rosarios. Miraba a uno y otro lado, procuraba no ser reconocido por sus compa?eros de colegio, y le resultaban temibles las broncas de una de sus maestras. "Si ibas a la Iglesia te echaba candela. No hay derecho a que un ni?o sufra todo eso. No tiene culpa de nada". Alejado de la religi¨®n en la primaria, regres¨® a los 21. "La familia, su ejemplo y la vida me hicieron acercarme a Dios".El paso del tiempo, la conciliadora estrategia de la Iglesia cat¨®lica, que reclamaba m¨¢s libertad manifest¨¢ndose contra el embargo norteamericano y las propias conveniencias oficiales acercaron al Gobierno y a la Conferencia Episcopal de Cuba. En 1986, la Iglesia celebr¨® el Primer Encuentro Eclesial Cubano, e inst¨® a la grey a un compromiso orante, encarnado y evangelizador, adaptado al terreno. En 1991, despu¨¦s de 30 a?os de ate¨ªsmo y discriminaci¨®n, el IV Congreso del Partido Comunista Cubano aprueba el ingreso de creyentes en sus filas, y un a?o m¨¢s tarde, una enmienda constitucional declara el car¨¢cter laico del Estado cubano. Para entonces los cat¨®licos hab¨ªan renunciado al activismo contra la revoluci¨®n, proponiendo el di¨¢logo en soluci¨®n de los acuciantes problemas nacionales. El Gobierno, por su parte, abr¨ªa la mano, y arrumb¨® las incendiarias proclamas de los sesenta. "Con Cristo o contra Cristo", dec¨ªa una.
Esperanza contenida
"Es una cosa maravillosa la visita del Papa", piensa Adela, 60 a?os. "Es lo menos que pod¨ªamos esperar despu¨¦s de lo que hemos pasado. Yo nunca renunci¨¦. Todos mis cimientos son cat¨®licos. Mi fe siempre fue la misma, aunque me he tenido que contener mucho". Adela es de misa diaria. "Me siento bien entre estas paredes". ?Y usted cree que va a cambiar pol¨ªticamente Cuba con el Papa? "Dios lo permita", responde.Fray Jorge Antonio Cruz, 26 a?os, salido del Seminario Diocesano hace dos a?os, aguarda tiempos mejores. "Que venga a hablarnos de Dios es bastante. Que venga a confirmar nuestra fe en Cristo y Mar¨ªa que nos traiga esperanza. Eso es suficiente". El fraile no desconoce la ansiedad de muchos cubanos, que esperan al obispo de Roma como a una suerte de libertador. "Pero en realidad el Santo Padre no viene a nada de eso. Los cambios deben producirse en el coraz¨®n de la gente". Eduardo, 19 a?os, seminarista, convoca a sus compatriotas: "Si el cubano no busca la libertad, nadie la va a traer. La gente piensa en lo que pas¨® en Polonia, cuando el Papa combati¨® el comunismo, o en Hait¨ª. Bueno, veremos, qui¨¦n sabe. De todas maneras tengo miedo que las expectativas no se cumplan, y que la gente se sienta frustrada".
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