Llega el cine 'mamut'
Mientras las pel¨ªculas europeas nosobrepasan las dos horas por miedo a la taquilla, EE UU anuncia nuevos filmes de mas de 150 minutos
Quienes hasta el momento hayan disfrutado de las largas y entretenidas sesiones que pel¨ªculas como L. A. Confidential, Boogie nights o Titanic ofrecen, tienen una abundante gama de posibilidades de repetir sus extensas veladas ante la gran pantalla: la cartelera made in Hollywood de los pr¨®ximos meses (ofrecida en el habitual mogoll¨®n de estrenos navide?os al p¨²blico americano) les traer¨¢ casi una decena de pel¨ªculas con metrajes en torno a las dos horas y media. Abandonen ustedes sin embargo toda esperanza de poder sumergirse en una pel¨ªcula espa?ola con la misma delectaci¨®n que una buena pel¨ªcula larga depara, incluso sin comer palomitas; el cine espa?ol y el europeo, en general, que nos llega no puede pasar por decreto de las dos horas. ?Por decreto?No hay ning¨²n decreto promulgado por el Gobierno, la Comunidad Europea o el Tribunal de La Haya, pero hay un secreto, que los directores espa?oles han o¨ªdo a voces -destempladas a veces-, por boca de sus productores: toda pel¨ªcula que exceda los 105 y no digamos los 120 minutos es veneno para la taquilla". ?Acaso va el p¨²blico menos a verlas -es la pregunta que uno se hace- a pesar de obtener por el mismo precio m¨¢s tiempo de placer? No es eso. Los exhibidores tienen organizado su horario de cuatro sesiones por d¨ªa (hablo en especial de las minisalas, el motor del cambio de la exhibici¨®n cinematogr¨¢fica), y con las largas no hay manera de vaciar la sala, airearla -el suelo de ma¨ªz y pajas aplastadas con las que se ha sorbido la coca-cola est¨¢ claro que no se barre- y hacer entrar a los espectadores de la siguiente sesi¨®n.
Una de las mejores pel¨ªculas en potencia del a?o 96, Libertarias, de Vicente Aranda, tuvo que sufrir unas mutilaciones, a mi modo, de ver esenciales, que la perjudicaron art¨ªsticamente, siendo una obra que estaba concebida y requer¨ªa el tempo largo. Arturo Ripstein ha contado en privado la imposici¨®n de los productores de su Profundo carmes¨ª para que se ajustara por contrato a las dos horas, desapareciendo m¨¢s de 20 minutos montados de esta bell¨ªsima obra incompleta. Y el productor no era un ignorante ogro de largo habano y anillos en el dedo, sino el franc¨¦s Marin Karmitz, un refinado promotor del cine de autor. Pero, ay, europeo.
La dictadura del exhibidor desaparece cuando el mamut es de Hollywood y viene arropado por las grandes productoras / distribuidoras; un agravio comparativo, uno m¨¢s, en la abierta y c¨ªnica guerra que las majors norteamericanas libran contra las cinematograf¨ªas del resto del mundo.
Para Titanic o L. A. Confidential se modifican los horarios y aqu¨ª no pasa nada. Tampoco pasar¨¢ cuando se estrenen Amistad, de Spielberg (155 minutos); la reci¨¦n premiada As good as it gets, de James L. Brooks, con un desternillante Jack Nicholson (138); el nuevo Tarantino, Jackie Brown (155); Kundun, de Scorsese (134); el ¨²ltimo Coppola, The rainmaker (133); la odisea patri¨®tica de Kevin Costner, The postman (170); o una de las m¨¢s esperadas -y fracasada- pel¨ªculas del a?o, Medianoche en el jard¨ªn del bien y del mal, de Clint Eastwood (155). Hablamos, ya se ve, de figuras, pero conviene recordar que incluso pel¨ªculas de directores mucho menos conocidos (L. A. Confidential, de Curtis Hanson, 140) o debutantes absolutos (Boogie nights, de Thomas Anderson,152), se han estrenado con grandes honores y gran ¨¦xito de p¨²blico ?europeo!
?Es una moda, un alarde, o est¨¢ justificado este despliegue narrativo del m¨¢s reciente Hollywood? Mi opini¨®n es que en la constante b¨²squeda del favor del p¨²blico -en esto Hollywood o su dinero, empleado en meticulosos estudios de mercado, no tiene rival- las grandes casas han olfateado que una de las bazas del cine frente a la televisi¨®n es el empleo del tiempo y el sentido de ocasi¨®n. Desplazarse en el coche y aparcarlo, guardar cola, pasar fr¨ªo, volver tarde a casa por carreteras heladas, merece m¨¢s la pena si el gasto ofrece a cambio no 90 minutos, sino 180 de distracci¨®n. La antigua y desvirtuada noci¨®n de "salir al cine" recupera una parte de su aura ritual si lo que vamos a ver promete algo especial, descomunal, imposible en las comedias de situaci¨®n de 55 minutos.
Alguna de estas nuevas pel¨ªculas-mamut son ¨¦picas, g¨¦nero que parece exigir un ancho y caudaloso curso fluvial; en la saga tibetana de Scorsese, las aguas se empantanan; en la fantas¨ªa futurista de The postman nos empalagan con su marea de rancio patrioterismo, y se hacen apasionantemente fluidas y cristalinas en la hist¨®rica Amistad, que cuenta con prodigiosas interpretaciones, sobre todo la de Anthony Hopkins, un discurso pol¨ªticamente correcto lleno de oportunidad a veces bastante oportunista, y un fondo antiespa?ol con el que quiz¨¢ Spielberg se suma a nuestro masoquismo noventayochista (Ana Paquin, la melosa ni?a de El piano, es aqu¨ª una bobalicona Isabel II).
Pero a su lado est¨¢n Boogie nights y los nuevos Eastwood y Tarantino, pel¨ªculas sin naufragio, batalla naval o Himalayas. Tanto Eastwood como Tarantino adaptan en esta ocasi¨®n novelas, y lo hacen con la morosidad que a veces un texto necesita para llegar al coraz¨®n de las cosas. La operaci¨®n le sale mejor a Tarantino, que vuelve a dotar a sus asesinos de una densidad de alta tragedia (el estupendo libro de Berendt era, en el caso de Eastwood, un plato dif¨ªcil de digerir). La respuesta de ambos, y de cualquier director que se precie, al distribuidor que viniera a hablarles del minutaje tiene que ser la misma: ?Habr¨ªan aceptado recortes, por problemas de encaje del volumen en las estanter¨ªas de una biblioteca, Henry James en su Retrato de una dama, Dos Passos en el Manhattan Transfer, Tom Wolfe en La hoguera de las vanidades? Las tres duran m¨¢s de 500 p¨¢ginas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.