Victoria s¨®Iida del Betis
Un gol ol¨ªmpico de Jarni y otro de Alexis dan la victoria a los de Luis
El Betis se qued¨® con un hombre menos a quince minutos del final, pero contaba con dos goles de ventaja para afrontar este simulacro de pr¨®rroga. Al Betis no le asusta nadie, y menos un equipo muy bien puesto como este Celta que sin embargo cumpl¨ªa su cuarta salida consecutiva sin marcar desde que a mediados de diciembre lo hiciera Revivo en San Mam¨¦s.Un gol ol¨ªmpico de Jarni, que no se ve¨ªa por estos pagos desde que as¨ª los marcaba el argentino Eduardo Anzarda, y un tanto de filigrana de Alexis pon¨ªan contra las cuerdas al equipo de Irureta. Alexis cerraba un curioso ciclo gallego: ha marcado goles al Compostela, al Deportivo y al Celta. Pero ayer no fue de penalti, sino como fruto de una combinaci¨®n entre la agilidad de Oli y la generosidad de Finidi, que le dio el pase del gol. Alexis se ha convertido en una bestia negra de los equipos gallegos. Fue el autor del gol de Bala¨ªdos que hizo al Betis finalista de la Copa y a la postre lo mantiene vivo en la Recopa.
Los dos equipos salieron al campo con excesivo y rec¨ªproco respeto. Sab¨ªan jugar, pero no sab¨ªan transmitir. El Betis porfiaba por bajo, el Celta prefer¨ªa los balones a¨¦reos, las vaselinas de Mostovoi. Este Celta de Irureta, sobre el papel, es m¨¢s equipo que el de Castro Santos. El que entrenaba el flamante t¨¦cnico del Sevilla ten¨ªa un ruso indisciplinado, Mostovoi. El actual tiene a dos rusos buenos, Karpin y el propio Mostovoi. Un brasile?o indisciplinado es capaz de marcar un gol en un arrebato de genialidad. Lo mejor que puede hacer un ruso indisciplinado es echarse una siesta.
Ni uno ni otro equipo se aclaraban en sus acometidas, pese a los esfuerzos de lucidez de Nadj y de Mazinho. Faltaba un centrifugado. El gol, si llegaba, vendr¨ªa a bal¨®n parado, porque en movimiento uno y otro estaban negados. As¨ª fue, pero nadie imaginaba que Jarni iba a batir a Dutruel de lanzamiento directo desde el ¨¢ngulo del c¨®rner. Un mazazo psicol¨®gico en toda regla. Alfonso intentaba zafarse del pegajoso marcaje de Ito. Ol¨ªas se emparejaba con Karpin y Jaime con Revivo. Los nombres del Celta en la zona letal asustaban. Cadete y Revivo asistidos por Mazinho, Karpin y Mostovoi. Una l¨ªnea quebrada que era un acorde¨®n cuando atacaba, una sierra a la hora de defender. Pero todos los intentos mor¨ªan en la nada cotidiana. Prats fue un espectador de lujo, una inmunidad quiz¨¢ debida a un trato de favor por su condici¨®n de antiguo alumno del equipo vigu¨¦s.
La primera parte se cerr¨® con un silencio expectante. Jarni volv¨ªa a lanzar un saque de esquina. Con Curro Romero en el estadio, la analog¨ªa con la Maestranza estaba asegurada. El Betis sali¨® tras el descanso con la intenci¨®n de conservar el bot¨ªn y aumentar la distancia. Finidi prosegu¨ªa su escalada en esa ascensi¨®n al coraz¨®n del beticismo. El Celta jugaba mucho, pero trabajaba poco. Y Alfonso demostraba que efectivamente no est¨¢ nada obsesionado con el gol. El Betis puede permitirse el lujo de convivir con esa terapia del madrile?o.
Irureta se vio obligado por las circunstancias a hacer cambios en la delantera. Entre tanto apellido for¨¢neo, acudi¨® al recurso dom¨¦stico de Juan S¨¢nchez. Y ¨¦ste form¨® el taco. Llevaba tres minutos en el campo y bati¨® a Prats, aunque el ¨¢rbitro anul¨® el gol por indicaci¨®n del juez de l¨ªnea. Luis Aragon¨¦s se percat¨® de esa savia nueva en la delantera rival y cambi¨® a Ol¨ªas por Merino para que ¨¦ste se hiciera cargo del marcaje del delantero. Merino s¨®lo estuvo en el campo tres minutos. Garc¨ªa Aranda le ense?¨® la roja directa por una falta a S¨¢nchez al borde del ¨¢rea. En un santiam¨¦n, este delantero hab¨ªa dejado al Betis con dos defensas menos. La leyenda contin¨²a: gol anulado, jugador expulsado.
Pese a esta merma en su defensa y a la inferioridad num¨¦rica, pese a las virtudes del rival pregonadas en las v¨ªsperas por Luis Aragon¨¦s, el Betis nunca vio peligrar la victoria. El Celta estaba peleado con la porter¨ªa contraria: Mazinho y Bruno Caires se sumaban a una campa?a de promoci¨®n de balones para el p¨²blico enviando el esf¨¦rico a las nubes. El acorde¨®n sonaba con los compases de la sierra; chirriaba tanto que no se sab¨ªa a ciencia cierta qui¨¦n estaba jugando con uno menos. Aragon¨¦s preserv¨® a Alfonso para inmediatos compromisos. Y el Celta cumpl¨ªa su cuarto partido sin marcar fuera de casa.
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