Tambien yo acuso
A?o acusatorio, conmemoraci¨®n de polvorientos desastres, en el que quien no condena, jalea o acusa es porque no quiere, o tenga mejor cosa que hacer. Una ojeada panor¨¢mica revela que casi todos los asuntos donde hundir el ¨ªndice acusante han sido ya explorados. ?Todos? No.Ah¨ª est¨¢ el Canal de Isabel II campando torvamente sobrelos contadores del agua de los madrile?os. Me asombra la ausencia del asunto en las primeras p¨¢ginas de los diarios, en los an¨¢lisis radiof¨®nicos y en los much¨ªsimos espacios televisivos patroneados por intr¨¦pidas y agraciadas se?oritas que, reconozc¨¢moslo, cada vez lo hacen mejor y no est¨¢ lejano el d¨ªa en que lo hagan bien.Tuvo auge y fama el recibo de la luz, cuesti¨®n abstrusa planteada al ciudadano cada dos meses; c¨¦lebre fue la enrevesada hermen¨¦utica del albar¨¢n del gas, y m¨²ltiple arcano el que proponen las telef¨®nicas al tasar sus heterog¨¦neos servicios. Aqu¨ª y ahora les invito a una breve reflexi¨®n en cuanto al pago por el consumo del agua dom¨¦stica. Cualquiera, poco preparado, se dejar¨ªa arrastrar por la creencia de que el metro c¨²bico tiene un precio temporalmente invariable. O dos precios, si seguimos el impreso redactado por una empresa lectora, mantenedora, liquidadora y cobradora del popular l¨ªquido por cuenta del Canal. Una tarifa por consumo de agua y otra bajo el concepto "saneamiento", cuya denominaci¨®n mejor es dar por buena, e incluso l¨ªcita.
Aunque uno sea poco meticuloso, en esos momentos recapitulares de comienzos de a?o puede observar algunas estrepitosas anomal¨ªas, sin equivalencia con facturas anteriores. Ejemplo abreviado: el periodo enero-abril de 1997 arroja un gasto de 32 metros c¨²bicos de agua y el mismo en el cap¨ªtulo "saneamiento", con tarifas correspondientes de 115,47 y 63,07 pesetas, respectivamente, guarismos que, multiplicados por los metros c¨²bicos consumidos, las cuotas del Canal y el servicio recaudador, dan una suma de 6.344 pesetas. El resguardo del trimestre posterior registra un metro c¨²bico menos en el mismo lapso. ?sa, al parecer, m¨ªnima diferencia tiene una considerable repercusi¨®n: 4.208 pesetas, o sea, una reducci¨®n de 2.136. Tales cambios se perciben en distintas liquidaciones, anteriores o posteriores, al ejemplo matriz. El aparente disparate parece radicar en el establecimiento de las tarifas.
Como no tengo el gusto de conocer personalmente al Canal de Isabel II, que contrata directamente con el casero, y deseando ampliar mis deficientes conocimientos, recab¨¦ informaci¨®n de la compa?¨ªa que emite los resguardos. De esa conversaci¨®n telef¨®nica, don Franz Kafka se habr¨ªa puesto las botas. La persona que accedi¨® al tel¨¦fono plante¨® una premisa: no ten¨ªa por qu¨¦ hablar conmigo de la cuesti¨®n, en tanto usuario, porque ellos se limitan a la lectura del contador y confecci¨®n de la factura correspondiente, que entregan al propietario de la finca urbana, para que, a su vez, lo cobre al inquilino con la renta mensual. Imposible el trato directo, aunque sea el inquilirio quien albergue el contador y libre el paso al empleado que verifica. Se produce un curioso cortocircuito y una sorprendente complicidad entre el arrendador, el suministrador y un tercer intermediario que rompe la soluci¨®n de continuidad, sin que pueda saberse por qu¨¦.
?C¨®mo se hace la atribuci¨®n entre los vecinos? La respuesta me impresion¨® tanto que solicit¨¦ fuera repetida para tomar nota literal. "Es una tarifa diferencial, con variantes, y se divide el importe por los metros c¨²bicos". Si alguien colige que es la forma de averiguar el coste por unidad, va apa?ado, pues referirse a esa norma, el metro c¨²bico de agua en Madrid, unas veces sale a 117,3 5 y otras a 74,02. Esto nos aconseja el abandono de las especulaciones sistem¨¢ticas. Tras un forcejeo verbal, el interlocutor, que daba muestras de considerable aguante, confes¨® que llevaba muchos a?os suministrando estas explicaciones, al parecer sin fruto, y resolvi¨® acortar un di¨¢logo que no llevaba a ninguna parte. Pude advertir su esfuerzo para controlar los nervios, al comentar que era el cuarto usuario de aquella tarde. Me remiti¨® al decreto de tarifas del Canal de diciembre de 1996, seg¨²n cre¨ª entender. Yo acuso al susodicho Canal de tomar el pelo a la ciudadan¨ªa.
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