Eutanasia
Quisiera puntualizar el escrito de V¨ªctor Torre, del 21 de enero de 1998, sobre la eutanasia. En ¨¦l se pregunta: "Y, sobre todo, ?basta la voluntad de un sujeto para disponer de su propia integridad f¨ªsica?". La respuesta es s¨ª y no. S¨ª, porque independientemente de los usos sociales, creencias, ciencias y relaciones afectivas, yo (que poseo plena capacidad para moverme f¨ªsica y socialmente) puedo disponer de m¨²ltiples formas de quitarme la vida si me apetece (sea por capricho o despu¨¦s de una sesuda reflexi¨®n). Y ninguna legislaci¨®n o persona puede impedir que me suicide. Pero la respuesta es tambi¨¦n no, porque personas con limitaciones similares a las de Ram¨®n Sampedro no pueden hacerlo. Por m¨¢s que su voluntad quiera, esas personas no pueden disponer por s¨ª mismas de los recursos necesarios para causar su propia muerte. Ello permite invertir la ¨²ltima cuesti¨®n que el se?or Torre se plantea: "La decisi¨®n sobre la propia vida, ?realmente no afecta a la sociedad?". Seguro que s¨ª, al menos en cuanto a la legislaci¨®n se refiere. Sin embargo, "la decisi¨®n sobre la propia vida" por parte de una persona que no pueda actuar por s¨ª misma resulta plenamente afectada por la sociedad. De modo que es la sociedad la que afecta a "la decisi¨®n sobre la propia vida", y no a la inversa; y lo hace precisamente con toda su fuerza sobre los m¨¢s d¨¦biles, los despose¨ªdos no de la capacidad para decidir, sino para actuar sobre su propia vida. Todos somos iguales ante la ley, pero los hechos y las leyes ("la sociedad") permiten que unos puedan efectivamente decidir sobre su vida y otros no. La ley se nos aplica por igual, pero nos hace distintos.-
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