El rigor cr¨ªtico y civil
Para la gente de mi generaci¨®n, Emilio Alarcos ser¨¢ siempre el autor del libro La poes¨ªa de Blas de Otero, que fue primero su discurso de apertura del a?o acad¨¦mico en la Universidad de Oviedo en 1955. Cierto es que en su bibliograf¨ªa cr¨ªtica figuran otros muchos t¨ªtulos -adem¨¢s del dedicado a la poes¨ªa de ?ngel Gonz¨¢lez, que complementa a aqu¨¦l- sobre literatura contempor¨¢nea, entre ellos sus agud¨ªsimos an¨¢lisis de La Regenta o de La lucha por la vida. Pero el texto clave, insisto, es ese sobre Blas de Otero.Integrando lo mejor de la cr¨ªtica idealista (estil¨ªstica), tal como la hab¨ªan practicado Amado y D¨¢maso Alonso, y de la ling¨¹¨ªstica estructural, de base n¨®rdica (la escuela danesa, de cuyo maestro, Louis Hjelmslev, fue ferviente seguidor), Alarcos aborda el an¨¢lisis formal de la poes¨ªa de Otero, relegando a segundo plano los materiales sobre los que trabaja el poeta: ideas, sentimientos, concepci¨®n del hombre, temas... El principio que sustenta esta aproximaci¨®n es el de que el poema, el texto literario es lengua y s¨®lo con lengua se explica. Principio discutible, pero fue el que suscribi¨® toda la cr¨ªtica de filiaci¨®n estructuralista ya desde el formalismo ruso, que identific¨® el an¨¢lisis de la literatura con el an¨¢lisis de sus procedimientos. La literariedad, lo que hace art¨ªstico, literario, al texto o poema, es el resultado de la aplicaci¨®n por parte del autor de determinados artificios.
Esta concepci¨®n ling¨¹¨ªstica de la cr¨ªtica literaria est¨¢ hoy en crisis: la gram¨¢tica de la poes¨ªa (o de la literatura) no consiste solamente en la utilizaci¨®n de determinados recursos verbales; est¨¢n los c¨®digos literarios, las adscripciones gen¨¦ricas, las tradiciones, los mitos y est¨¢n los contextos hist¨®ricos y situacionales del propio autor. El artista no utiliza el lenguaje con la misma finalidad ni la misma actitud que el hablante com¨²n. Con todo, esta metodolog¨ªa cr¨ªtica ha sido fecunda: ha aportado rigor, limpieza, claridad; ha tra¨ªdo precisi¨®n; ha desterrado mucha in¨²til causerie.
El libro de Alarcos sobre Blas de Otero es mod¨¦lico dentro de estas coordenadas. Fue una lecci¨®n civil en 1955 al llevar los versos de un poeta de izquierda al Paraninfo de una universidad abrumada, como todas, de franquismo. Pero fue, es, tambi¨¦n, una lecci¨®n de verdadera cr¨ªtica, al margen de otras consideraciones. Tras describir la evoluci¨®n de la obra de Otero y los materiales que acarrea, el autor indaga minuciosa y brillantemente los recursos m¨¢s utilizados por el poeta vasco y sus efectos est¨¦ticos connotativos, esto es, emocionales. As¨ª pasa revista a las selecciones l¨¦xicas, las configuraciones de las im¨¢genes, el uso de determinadas partes del discurso, la funci¨®n de las frases hechas, el papel de las alusiones y pr¨¦stamos literarios, las relaciones entre el ritmo po¨¦tico y la sintaxis, la expresividad, en fin, de los sonidos.
La primera edici¨®n de este libro, tras su impresi¨®n como discurso universitario, se public¨® en 1966; el a?o pasado Ediciones Nobel, de Oviedo, lanzaba una nueva versi¨®n, corregida y aumentada con ulteriores trabajos. En ella Alarcos incorporaba, adem¨¢s, el texto de un furioso art¨ªculo contra el poeta publicado en el diario La Nueva Espa?a, de Oviedo, en marzo de 1956, donde, entre otras cosas, se dec¨ªa que el prop¨®sito de Blas de Otero -y de su defensor- era el de "acabar con Dios y con la Espa?a de hoy". S¨®lo faltaba pedirle a la polic¨ªa que se presentara en casa del poeta y, de paso, en la de su cr¨ªtico. El autor, cuyo nombre Alarcos omite, era catedr¨¢tico de Literatura Espa?ola de la Universidad de Oviedo.
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