Legarda defiende su m¨¦todo de desintoxicaci¨®n como el m¨¢s efectivo
El psic¨®logo espa?ol ha sido criticado en dos revistas m¨¦dicas
Han sido muchos los m¨¦todos propuestos para desengachar a drogadictos. Algunos muy pol¨¦micos, como el de desintoxicaci¨®n ultrarr¨¢pida de opi¨¢ceos (UROD), aplicado desde 1992 por el psic¨®logo espa?ol Juan Jos¨¦ Legarda. Dos textos publicados la semana pasada por las revistas The Lancet y JAMA, mostraron que al UROD no le faltan detractores. Pero Legarda es persistente: "Ning¨²n m¨¦todo en el mundo es m¨¢s efectivo que el m¨ªo".
El UROD se practica en Centros de Investigaci¨®n y Tratamiento de las Adicciones (CITA) en varias partes del mundo, incluida Espa?a (Madrid, Sevilla y San Sebasti¨¢n). Y en teor¨ªa suena bien: si el s¨ªndrome de abstinencia o el mono es lo m¨¢s "doloroso" para el drogadicto, el UROD propone anestesiarle mientras se aplica el tratamiento para que no sienta nada. En medio del sue?o, explica el psic¨®logo, "se limpia con f¨¢rmacos el cerebro del adicto y se le recupera de los da?os causados por la droga". Domesticado el dolor, el paso siguiente es un proceso de rehabilitaci¨®n que puede tardar meses.Pero, a juicio del m¨¦dico ingl¨¦s Colin Brewer y de los espa?oles Eduardo Carre?o Rendueles y Julio Bobes Garc¨ªa, autores de la carta publicada por The Lancet, la panacea descrita por Legarda tiene sus matices. Instalados en el terreno ¨¦tico, declararon a EL PA?S que el m¨¦todo no es totalmente "seguro", e incluso "puede provocar muertes".
"Con la sedaci¨®n profunda el riesgo es m¨¢s importante, en cambio pasar el mono a pelo no es potencialmente peligroso", dice Carre?o Rendueles. Asimismo, los autores cr¨ªticos mantienen que Legarda "publicita como suyo un m¨¦todo desarrollado a principios de los 90 por el m¨¦dico austr¨ªaco Loimer"; que el tratamiento es costoso -500.000 pesetas en Espa?a- porque requiere hospitalizaci¨®n y que "se obliga al paciente a pagarlo al principio cuando no todos superan la rehabilitaci¨®n"; y, finalmente, que el UROD "juega con las expectativas de los adictos y sus farniliares".
Brewer expone como ejemplo el caso del joven irland¨¦s Brendan Woolhead, fallecido en 1996 tras someterse a una desintoxicai¨®n de hero¨ªna en un centro CITA de Londres. "En abril de 1997 se abri¨® una investigaci¨®n judicial, que el 8 de enero pasado sentenci¨® que se trataba de un accidente agravado por falta de tratamiento apropiado".
Ofendido y perplejo ante las cr¨ªticas, Juan Jos¨¦ Legarda se defiende: "Que yo sepa no se ha muerto ning¨²n paciente durante una desintoxicaci¨®n r¨¢pida. Por otra parte, el mismo Loimer ha reconocido que su m¨¦todo no vale para politoxic¨®manos, y el nuestro s¨ª". Seg¨²n Legarda, los riesgos de la sedaci¨®n profunda son m¨ªnimos: "La Asociaci¨®n Americana de Anestesi¨®logos reconoce que s¨®lo uno de cada 200.000 pacientes podr¨ªa estar en peligro".
"El problema de fondo es m¨¢s ¨¦tico que real", advierte Bobes Garc¨ªa. Pero al margen de CITA, considera que lo que debe discutirse es qu¨¦ m¨¦todo es el m¨¢s adecuado en cada caso: si el invasivo (utilizado por el psic¨®logo Juan Jos¨¦ Legarda, que ahora aplica el sistema en Israel) o el que usa f¨¢rmacos por v¨ªa oral que pueden ser aplicados por los mismos familiares". Este ¨²ltimo, a su juicio, es el m¨¢s apropiado para los adictos espa?oles.
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