La Casa Blanca no consigue un apoyo masivo e incondicional de los congresistas dem¨®cratas
Si alguien hab¨ªa pensado que el presidente Bill Clinton pod¨ªa sufrir un desaire ante el trascendental discurso sobre el estado de la Uni¨®n, se equivoc¨®. Dos minutos y veinte segundos de aplausos recibieron a un Clinton con ojeras y con la boca seca, pero aparentemente seguro de sus emociones. El Capitolio, con senadores y representantes puestos en pie, aplaudi¨® primero a Hillary Clinton y despu¨¦s al presidente. Sin embargo, la Casa Blanca no acaba de lograr un apoyo incondicional de los congresistas dem¨®cratas ante el serio escrutinio a que est¨¢ sometido el presidente. Clinton fue interrumpido varias veces ante su optimista relato de la impresionante situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs y el papel de EE UU como primera potencia mundial.
A los Nuevos Dem¨®cratas les anima la firmeza con la que Hillary Clinton y el vicepresidente Al Gore est¨¢n sosteniendo al titular de la Casa Blanca. El "desmentido en¨¦rgico" del lunes de Clinton, dijo ayer, todav¨ªa con cautela, el congresista por California Carl Dooley, fue "un hecho positivo". "Creo que el presidente ser¨¢ reivindicado", afirm¨® el senador Ted Kennedy.La popularidad del presidente y la moment¨¢nea falta de pruebas materiales en su contra llevan a los republicanos a la prudencia. Para los dem¨®cratas es, sin embargo, m¨¢s dif¨ªcil: la Casa Blanca querr¨ªa un apoyo masivo, expl¨ªcito, incondicional, algo que prominentes l¨ªderes dem¨®cratas del Congreso como Dick Gephardt no han osado hacer todav¨ªa.
La fama de mujeriego de Clinton paraliza a sus correligionarios, les provoca una duda sobre la posibilidad de que las nuevas acusaciones tengan alg¨²n fundamento. Los dem¨®cratas pensaban utilizar los ¨¦xitos de la presidencia de Clinton, como la buena situaci¨®n econ¨®mica, en su campa?a para las importantes elecciones legislativas del pr¨®ximo oto?o. Ahora temen que Clinton sea un lastre.
"Me siento traicionado por ese hombre", dice un an¨®nimo congresista dem¨®crata citado ayer por The Washington Post. "Es alguien que ha centrado al partido, ha equilibrado el presupuesto y nos ha puerto en el camino de reconquistar el apoyo p¨²blico, pero que que ahora nos vuelve a meter en este tipo de l¨ªos".
Clinton cuenta, por el momento, con la berroque?a solidaridad de su vieja guardia personal, llamada con urgencia al la Casa Blanca. Son los James Carville, que fue el cerebro de su primera campa?a presidencial; Mickey Kantor, amigo, abogado y ex secretario de Comercio; Harold Ickes, ex n¨²mero dos del gabinete de la Casa Blanca, y Harry Thomason, productor de cine y televisi¨®n. "La vieja guardia", dice Mandy Grunwald, ex jefa de publicidad de la campa?a de 1992, cree que el presidente merece el beneficio de la duda".
Deserciones
Pero algunos de sus fieles le est¨¢n dando la espalda. Leon Panetta, que fue jefe del gabinete de la Casa Blanca cuando se incorpor¨® como becaria Monica Lewinsky, dijo el s¨¢bado que si las acusaciones son verdad, lo mejor para los dem¨®cratas ser¨ªa que "Gore accediera a la Casa Blanca". Y George Stephanopoulos, ex asesor medi¨¢tico y pol¨ªtico de Clinton, se siente, seg¨²n Newsweek, "traicionado" por el presidente. "Tengo el coraz¨®n roto", dijo Stephanopoulos en una entrevista con ABC."No creo que tenga nada que decir", dijo la portavoz de la actriz Barbra Streisand al diario The New York Post. "Tom Hanks no tiene ning¨²n comentario", dijo el portavoz del actor. "Sin comentarios", respondi¨® el de Ellen Degeneres, famosa por haber proclamado p¨²blicamente su condici¨®n de lesbiana. "Steven Spielberg est¨¢ de viaje e ilocalizabIe, afirm¨® un portavoz de DreamWorks. Nadie devolvi¨® las llamadas efectuadas a las oficinas de los actores Alec Baldwin y Kevin Costner.
El populista diario neoyorquino concluy¨® que las grandes figuras de Hollywood, que en los ¨²ltimos a?os se han fotografiado al lado de Clinton en actos de apoyo a su presidencia, prefieren ahora no comprometer sus im¨¢genes p¨²blicas saliendo en su defensa. "Las ratas", seg¨²n The New York Post, "han abandonado el barco".
Aunque el tono del diario de Rupert Murdoch es, como casi siempre, excesivo, lo cierto es que, salvo los muy ¨ªntimos, los amigos personales y pol¨ªticos de Clinton prefieren pasar desapercibidos. Est¨¢n atravesando un momento muy malo. Clinton podr¨ªa pasar de ser el segundo Kennedy, un buen presidente, aunque algo ligero de cascos, a ser el segundo Nixon.
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