El genocidio de las verdades
Genocidio es palabra de moda. La popularizaron, dolorosamente, los jud¨ªos con su larga historia de muertes; por eso les pega que se utilice el t¨¦rmino para otras experiencias de exterminio. Quiz¨¢s por mi muy lejano ancestro jud¨ªo, nunca reivindicado familiarmente, el t¨¦rmino genocidio me duele. Y me duele o¨ªrlo utilizado por el hijo de un antiguo soldado espa?ol para denigrar de las ra¨ªces culturales de Cuba. Este fue el caso de la breve diatriba antiespa?ola pronunciada por el comandante Castro Ruz -temporalmente en traje de civil pero no civilizado- al recibir en La Habana a Su Santidad Juan Pablo II.Es obvio que en una argumentaci¨®n pol¨ªtica se recurre a la mentira cuando la verdad es contraria a los hechos a demostrar y no es ¨²til a los fines perseguidos. Presentar la historia de la conquista de Am¨¦rica como un "genocidio" de setenta millones de indios, es decir, much¨ªsimos m¨¢s millones que el total de habitantes por entonces existentes en Am¨¦rica, es algo m¨¢s que una falsedad hist¨®rica o un error demogr¨¢fico. Se trata sencillamente de un recurso indirecto para tratar de invalidar la actual posici¨®n pol¨ªtica del Gobierno espa?ol aprovechando, adem¨¢s, que se cumple un siglo exacto del 98. Hablar del diferendo Cuba-EE UU como un intento "genocida" de someter por hambre a los 12 millones de cubanos de la isla, llamando "bloqueo" a un "embargo" comercial, es ocultar que desde Estados Unidos se env¨ªan anualmente a Cuba m¨¢s de mil millones de d¨®lares en efectivo y no menos de doscientos millones en medicinas.
?stos fueron los objetivos inmediatos de las mentiras, dichas a la llegada del Papa a Cuba y repetidas en su despedida. Pero la realidad pol¨ªtica no comienza ni termina aqu¨ª. Se trata de algo m¨¢s trascendente que el logro de ventajas inmediatas. Entregar la visi¨®n m¨¢s negativa posible de la colonizaci¨®n espa?ola en Cuba es algo que estaba ya en el proyecto inicial castrista. Desde el primer momento de la llamada "revoluci¨®n", la implantaci¨®n del comunismo estalinista requiri¨® que aquellos eventos no ¨²tiles para justificar la nueva pol¨ªtica fueran reinterpretados o suprimidos de la historia. No s¨®lo se borraban hechos evidentes, sino que a momentos se inventaban otros. Por ejemplo, para demostrar que Cuba no fue descubierta por Crist¨®bal Col¨®n sino por los indios suramericanos, se organiz¨® (1992, Quinto Centenario) una expedici¨®n en canoas "ind¨ªgenas" desde el r¨ªo Orinoco hasta Cuba. Obviamente no se prob¨® nada, pero se minimiz¨® el papel de Espa?a en la historia: Crist¨®bal Col¨®n y sus tres carabelas s¨®lo hab¨ªan repetido una vieja haza?a de los indios en Am¨¦rica.
Es cierto que la absurda "leyenda negra" antiespa?ola en muchos casos tiene como contrapartida una igualmente absurda "leyenda rosa" donde los colonizadores espa?oles casi alcanzan la categor¨ªa de arc¨¢ngeles. Pero la idiotez o mala fe rosa no justifica ni explica la idiotez o mala fe negra. En los casos m¨¢s graves, ambas son posturas ideol¨®gicas que persiguen una ganancia pol¨ªtica y est¨¢n al servicio de una esfera de poder.Lo importante de la diatriba antiespa?ola pronunciada el pasado d¨ªa 21 y en cierta forma repetida el d¨ªa 25 es que esta interpretaci¨®n de la historia est¨¢ siendo vertida desde hace casi cuatro d¨¦cadas en los libros escolares donde estudian los ni?os cubanos. Se trata de un pasado transcrito en la forma m¨¢s tr¨¢gica y elemental posible, Hay una isla poblada por indios buenos y pac¨ªficos cuyos hombres son exterminados por los conquistadores y sus mujeres utilizadas como objetos sexuales. Despu¨¦s transcurre un largo periodo de explotaci¨®n espa?ola que esclaviza a un mill¨®n de africanos. A finales del siglo XIX hay cruentas guerras de independencia que los cubanos est¨¢n ganando cuando intervienen los yanquis y se apoderan del pa¨ªs. Se viven as¨ª sesenta a?os de opresi¨®n imperialista. Aparece Fidel y se logra por fin la libertad nunca antes disfrutada. Se alcanza la felicidad de la cual no se puede disfrutar porque hay que luchar contra el "bloqueo" norteamericano. Este relato, explicado en forma m¨¢s o menos sofisticada seg¨²n el interlocutor y avalado por los principios cient¨ªficos del marxismoleninismo, constituye el caldo ideol¨®gico que ha alimentado a tres generaciones de ni?os cubanos.
No hay que buscar interpretaciones complejas a la diatriba de Castro. Es el mismo discurso que viene pronunciando hace cuarenta a?os y que se suaviza o endurece seg¨²n el gobernante espa?ol del momento sea percibido como amigo o enemigo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Fidel Castro
- Ley Helms-Burton
- Opini¨®n
- Declaraciones prensa
- Descubrimiento Am¨¦rica
- Cuba
- Comercio internacional
- Embargo comercial
- Pol¨ªtica exterior
- Caribe
- Estados Unidos
- Historia moderna
- Represalias internacionales
- Am¨¦rica
- Pol¨ªtica migratoria
- Gente
- Relaciones internacionales
- Espa?a
- Historia
- Relaciones exteriores
- Migraci¨®n
- Demograf¨ªa
- Comercio
- Sociedad
- Ciencia