La forja de una naci¨®n
La muerte de Gandhi fue seguida de un eclipse gradual de sus postulados. Gandhi hab¨ªa sido un l¨ªder excepcional para un periodo muy cr¨ªtico y concreto, la lucha por la independencia de la India; pero, una vez alcanzado este objetivo, los pol¨ªticos del Partido del Congreso no quisieron saber nada de muchas de sus propuestas, cuyo contenido moral no se aven¨ªa con su pragmatismo. En este sentido, su desaparici¨®n vino a resolver una dif¨ªcil situaci¨®n. Stephen Hay ha enumerado las zonas de encuentro y desencuentro entre Neliru y Gandhi: "La religi¨®n no significaba nada para Nehru, mientras que ten¨ªa toda la importancia para su guru. Gandhi contemplaba la no violencia y una vida sencilla como fines en s¨ª mismos, mientras que Nehru los ve¨ªa simplemente como herramientas para la lucha pol¨ªtica. La India ideal de Gandhi era una familia descentralizada de pueblos autosuficientes; la de Nehru, un Estado centralizado y moderno con una econom¨ªa industrial planificada, Pero, a pesar de sus diferencias intelectuales, Nehru encontr¨® en Gandhi un amigo fiel y un l¨²cido consejero". Frente al british raj las diferencias eran secundarias, pero ahora se trataba de construir un nuevo Estado.Fue a trav¨¦s de sus continuos viajes por la India a su regreso de Sur¨¢frica como Gandhi adquiri¨® un conocimiento profundo de las necesidades y problemas del pueblo, y comprendi¨® que su lucha deb¨ªa tener dos frentes: la liberaci¨®n frente a los brit¨¢nicos y la erradicaci¨®n de las miserias propias de la India. Ambas luchas las emprendi¨® simult¨¢neamente, y, a la vez que apremiaba a los brit¨¢nicos para que concedieran la independencia, procuraba que su pueblo no s¨®lo adquiriese conciencia de s¨ª mismo como sujeto activo de su historia, sino que tambi¨¦n eliminase aquellas lacras propias de la cultura hind¨² que eran m¨¢s lacerantes: la intocabilidad, la explotaci¨®n sufrida por la mujer y la falta de consenso entre las distintas religiones. Gandhi insisti¨® tambi¨¦n en la necesidad de que la econom¨ªa del subcontinente se basara en la autosuficiencia y en eI desarrollo de las zonas rurales. Pero lo que convierte a Gandhi en una figura excepcional es la coherencia con la que lleva a la pr¨¢ctica su principio b¨¢sico de la acci¨®n pol¨ªtica, la no violencia (ahimsa) como medio de transformaci¨®n de la sociedad y como arma de presi¨®n para lograr objetivos pol¨ªticos. Este pacifismo no s¨®lo ten¨ªa por fundamento su enorme valor moral, sino porque, una vez asumida, ahimsa se convirti¨® en una pr¨¢ctica capaz de ser seguida por grandes masas de personas.
Gandhi predicaba con el ejemplo, su pensamiento era la acci¨®n, tanto en su vida personal -aunque no precisamente en la familiar- como en sus, m¨¦todos innovadores de ra¨ªz hind¨²: la citada no violencia, satyagraha o disposici¨®n a asumir cualquier sufrimiento con tal de afirmar la verdad, hartal o cese de actividad. Su finalidad era movilizar a las masas en una protesta pac¨ªfica, de suerte que al final el causante del dolor ser¨ªa vencido por la evidencia de su error. Aunque esta pol¨ªtica probablemente no hubiera tenido ¨¦xito si en vez de con los brit¨¢nicos, a pesar de su brutalidad ocasional, hubiera tropezado con una dominaci¨®n totalitaria.
Su muerte a los pocos meses de alcanzar la independencia le evit¨® a Gandhi ser testigo de las decisiones tomadas por el Congreso bajo el liderazgo de su disc¨ªpulo favorito, Jawaharlal Nehru, trazando una l¨ªnea pol¨ªtica seguida luego por su hija, Indira Gandhi. La planificaci¨®n econ¨®mica se dirigi¨® hacia el desarrollo de la industria pesada, el poder pol¨ªtico se concentr¨® en las manos de los sucesivos primeros ministros del Congreso de un modo casi absoluto, el campo qued¨® subordinado a la ciudad, y la insuficiente revoluci¨®n verde hizo de ¨¦ste una cantera de inmigrantes que llegan cada d¨ªa a las ya saturadas urbes.
Uno de los problemas que m¨¢s sufrimiento le caus¨® a Gandhi, y que sinti¨® como fracaso, fue el enfrentamiento entre musulmanes e hind¨²es desde los proleg¨®menos de la independencia, y que no s¨®lo se mantuvo con la partici¨®n, sino que hizo de ¨¦sta una fuente de rencor entre ambas comunidades. Gandhi ve¨ªa en el comunalismo, en el odio entre musulmanes e hind¨²es, un monstruo de mil caras que acabar¨ªa destruy¨¦ndolo todo. Tras el asesinato de Gandhi a manos de un integrista hind¨², el nacionalismo radical, profundamente desprestigiado por el crimen, se retir¨® a un letargo del que ha despertado en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas con la rentabilizaci¨®n del odio intercomunal por su joven formaci¨®n pol¨ªtica, el Bharatiya Janata Party (BJP), que previsiblemente ser¨¢ el m¨¢s votado en las elecciones del mes pr¨®ximo.
En la concepci¨®n de la India, el BJP es la ant¨ªtesis de Gandhi, si bien, como ¨¦l, hunde sus ra¨ªces en la tradici¨®n hind¨². Ambos enarbolan el estandarte del Rama raj, el reino de Rama o gobierno perfecto seg¨²n el dharma. El BJP se presenta tambi¨¦n como fuerza unificadora, encargada de recomponer la unidad moral y pol¨ªtica y hacer de la India una potencia ejemplar. El cambio deseado vendr¨ªa de una energ¨ªa latente capaz de galvanizar a todos sus ciudadanos: la conciencia de pertenecer a una religi¨®n ¨²nica, el hinduismo, asentada en una vinculaci¨®n sagrada con la tierra india. Desde sus or¨ªgenes, los integristas hind¨²es manipularon los s¨ªmbolos religiosos con el fin de crear la imagen de una India unida por su civilizaci¨®n, obviaron todas las diferencias internas y emplearon los instrumentos comunes a otros nacionalismos identitarios tales como la simplificaci¨®n y la exclusi¨®n. Ellos eran los ¨²nicos representantes de la verdadera India, y no dudaron en incluir dentro del marco hind¨² a religiones derivadas como el jainismo, el sijismo y el budismo. Frente a esa India aut¨¦ntica se alza el enemigo hist¨®rico, el musulm¨¢n. M¨¢s de cien millones en la India, los musulmanes, culpables de la partici¨®n, descendientes de los invasores -los "hijos de Babur", por el emperador mogol-, que durante siglos arrasaron y profanaron los templos del hinduismo. Si de esto ¨²ltimo hubo muestras, y ah¨ª est¨¢ la mezquita de "la fuerza del Islam", construida con elementos de templos hind¨²es al lado del gran minarete de Qutb al Minar, en Delhi, muchos otros sobrevivieron. Y, sobre todo, es del todo falsa la imagen de los musulmanes como hijos de los invasores, puesto que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n isl¨¢mica india se form¨® por conversi¨®n de los estratos sociales m¨¢s desfavorecidos.
En el polo opuesto de la armon¨ªa comunal preconizada por Gandhi, el BJP impuls¨® en los ¨²ltimos 10 a?os una campa?a de destrucci¨®n de mezquitas que culmin¨® en diciembre de 1992 con el asalto y demolici¨®n de la de Ayudhia por decenas de miles de fan¨¢ticos. S¨®lo ahora, bajo el liderazgo de A. D. Vajpayee, el partido ha moderado su lenguaje.
Ante un eventual regreso de la tensi¨®n comunalista, y a pesar de lo et¨¦reo de su presencia, las ideas de Gandhi pueden ser m¨¢s necesarias que nunca. Eso no significa que muchas de sus propuestas concretas sean v¨¢lidas hoy. El ensayista V. S. Naipaul, en India, una civilizaci¨®n herida, plantea una visi¨®n cr¨ªtica, concluyendo que "Gandhi arrastr¨® tras de s¨ª a la India, y la dej¨® sin una ideolog¨ªa, despert¨® a la tierra sagrada, pero su grandeza de alma la devolvi¨® al arca¨ªsmo". Sin embargo, no cabe duda de que el idealismo gandhiano presenta un balance hist¨®rico de logros sin duda muy superior al ofrecido por el realismo pol¨ªtico que le sucedi¨®. En la dif¨ªcil coyuntura actual, con el Partido del Congreso desvencijado, la India necesita l¨ªderes comprometidos, coherentes con sus propuestas, como lo fuera Gandhi. La corrupci¨®n generalizada ha producido el desencanto de los votantes del viejo partido nacional, en tanto que el escepticismo y el sentimiento de frustraci¨®n sirven de campos de abono para los movimientos acaudillados por l¨ªderes carism¨¢ticos dentro de una tendencia general a la fragmentaci¨®n del espacio indio.
Adem¨¢s, el legado de Gandhi trasciende las fronteras indias y su periodo hist¨®rico. Es universal. En un siglo en que los totalitarismos provocaban movilizaciones de masas orientadas hacia la tiran¨ªa, Gandhi puso en marcha a muchos millones de personas para luchar desde la no violencia contra la opresi¨®n y la injusticia que ejerc¨ªa un poder minoritario. Esa lucha gira en torno al concepto aludido de satyagraha, "la fuerza de la verdad", la insistencia en defenderla hasta el autosacrificio, que ¨¦l supo predicar y poner en pr¨¢ctica hasta el momento mismo de su muerte.
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