Bello viaje inici¨¢tico
Cineasta extra?amente moroso que suele tardar a veces m¨¢s de cinco a?os entre pel¨ªcula y pel¨ªcula, Jean-Paul Rappeneau ha pasado de hacer pel¨ªculas m¨¢s o menos de g¨¦nero hasta 1970 a cultivar desde entonces, en s¨®lo cuatro t¨ªtulos, un cine m¨¢s personal y, desde Cyrano de Bergerac (1990), uno de los grandes t¨ªtulos del cine comercial europeo; a ahondar en una v¨ªa que lo lleva, sin renunciar a la gran producci¨®n, al cultivo de un cine culturalmente digno.El h¨²sar es a la novel¨ªstica de Jean Giono, un narrador torrencial y poderoso, atento a la observaci¨®n rom¨¢ntica de la naturaleza, en ¨¦l siempre un contrapunto con los propios volc¨¢nicos estados de ¨¢nimo de sus personajes, lo que Cyrano a Rostand: una hermosa ilustraci¨®n para p¨²blicos adultos. Ilustraci¨®n, en la mejor acepci¨®n del t¨¦rmino, la que consiste en leer atentamente una novela y traducirla a im¨¢genes que por lo menos no desdigan lo que sus p¨¢ginas proponen.
El h¨²sar en el tejado
(Le hussard sur le toit). Direcci¨®n: Jean-Paul Rappeneau. Gui¨®n: J. P. Rappeneau, Jean-Claude Carrifte y Nina Companeez, seg¨²n la novela de Jean Giono. Fotograf¨ªa: Thierry Arbogast. M¨²sica: Jean-Claude Petit. Producci¨®n: Ren¨¦ Cleitman, Francia, 1995. Int¨¦rpretes: Olivier Mart¨ªnez, Juliette Binoche, Claudio Amendola y Pierre Ariditi. Estreno en Madrid: cines Paz y Luna (V. 0.).
El h¨²sar cuenta una historia mucho menos (genialmente) grandilocuente que Cyrano, aunque igualmente pautada por ecos que provienen de toda la literatura y el arte franc¨¦s del XIX, desde la pintura de G¨¦ricault o Millet hasta la narrativa de Stendhal.
Carbonarios
Un patri¨®tico, aristocr¨¢tico e impulsivo h¨²sar de origen italiano, pr¨®fugo de la justicia de su pa¨ªs, perseguido por esp¨ªas austr¨ªacos, est¨¢ decidido a regresar desde Francia hasta Tur¨ªn para ponerse al servicio de una de tantas revueltas carbonarias -estamos a comienzos de la d¨¦cada de 1840-. Para ello intenta escapar de quienes pretenden liquidarlo y, por un sureste de Francia incendiado por la peste, las sospechas de envenenamiento masivo y el fanatismo religioso, emprender¨¢ una enloquecida carrera hacia los Alpes, carrera en la que le acompa?ar¨¢ una joven no menos arist¨®crata,tambi¨¦n ella empe?ada en dejar atr¨¢s la peste.A partir de una situaci¨®n tan querida para el romanticismo, el viaje inici¨¢tico, el amor impulsivo y el peligro constante aunque desde?ado en aras de un ideal superior, El h¨²sar narra en bell¨ªsimas im¨¢genes la historia de ese viaje, pel¨ªcula itinerante que servir¨¢ para que el h¨²sar y su acompa?ante terminen por saber algo m¨¢s sobre la realidad, sobre el deseo.
Contenida hasta la delicadeza, con un tercio final que es un prodigio de control narrativo y afectivo, y con los ojos puestos en ese gran trasfondo cultural en el que beben tanto Giono como Rappeneau y sus notables guionistas, Companeez y el gran Carri¨¨re, El h¨²sar logra lo que parecen haberse propuesto sus responsables: un rato de buen cine; una narraci¨®n cl¨¢sica, acad¨¦mica sin matices peyorativos; un, por qu¨¦ no, espectacular descenso a los inflemos del atraso y la muerte que se contempla siempre con inter¨¦s y agradecimiento, al tiempo que sirve, una vez m¨¢s, para confirmar que se puede acceder al gran p¨²blico con un producto que no d¨¦ por supuesto que la edad mental del espectador est¨¢ ligeramente por encima de la imbecilidad cr¨®nica.
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