Inquietante usurpaci¨®n
IZQUIERDA UNIDA es la ¨²ltima formaci¨®n pol¨ªtica de la que cualquiera podr¨ªa pensar que entrega datos de sus afiliados a una empresa privada. Y no s¨®lo por los riesgos de comercializaci¨®n de las listas: la memoria de la clandestinidad del PCE y las dificultades de todo tipo que han sufrido los militantes de izquierda parecer¨ªan suficientes razones para descartar que pudiera cometer tal atropello con sus afiliados. Pero en el caso de esta IU no hay que dar nada por sentado, y resulta que la secretar¨ªa de organizaci¨®n ha aprobado la entrega de la lista de sus militantes -sin su autorizaci¨®n expl¨ªcita- a una empresa a la que, seg¨²n explicaci¨®n propia, habr¨ªa encargado la actualizaci¨®n de los ficheros. Se da la circunstancia de que las listas incluyen a los militantes de Nueva Izquierda, expulsados de la coalici¨®n. L¨®pez Garrido ha enviado una carta de protesta a la Agencia de Protecci¨®n de Datos, solicitando su intervenci¨®n, y algunas denuncias individuales se han presentado ya ante la propia agencia para defender la intimidad pol¨ªtica.Es posible que la direcci¨®n de IU haya cometido un acto ilegal al entregar esos datos sin el consentimiento de los interesados. As¨ª lo establece la ley. Ser¨¢ finalmente la Agencia de Protecci¨®n de Datos, si media denuncia, quien decida sobre los aspectos legales del caso. Pero es sobre todo un acto irresponsable y negligente, que no hay que dramatizar pero tampoco tomar a broma. No forma parte de las funciones de los partidos facilitar a las empresas -sean p¨²blicas o privadas- informaci¨®n sobre sus militantes o afiliados, y ning¨²n pretexto, ni siquiera el muy pr¨¢ctico de "modernizar los archivos", justifica tan inquietante innovaci¨®n, equivalente a que la coalici¨®n usurpe el derecho a administrar la privac¨ªdad de sus cotizantes.
La cesi¨®n de los ficheros resulta m¨¢s inexplicable si se atiende al rechazo de la sociedad espa?ola hacia la comercializaci¨®n de este tipo de datos y las intensas pol¨¦micas desatadas recientemente en el caso de la venta de las listas de abonados de Telef¨®nica, a la que, para mayor perplejidad, IU se opuso con tenacidad. O IU no se entera de los rasgos sensibles de la sociedad espa?ola que como formaci¨®n pol¨ªtica aspira a mejorar con su gesti¨®n, o bien considera que tales condiciones no le son de aplicaci¨®n. En ambos casos, el error equivale a ignorar la realidad. Pero a esto ya nos tiene acostumbrados una coalici¨®n de partidos que suele preferir la depuraci¨®n permanente al ejercicio del pluralismo interno.
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