Karla Tucker pide perd¨®n por sus cr¨ªmenes poco antes de recibir una inyecci¨®n letal en Tejas
No hubo clemencia. Ni el Tribunal Supremo de Estados Unidos ni George Bush, gobernador de Tejas e hijo del ex presidente que lider¨® la guerra del Golfo, usaron sus poderes para aplazar la ejecuci¨®n. Vestida con el uniforme blanco de las presas y, amarrada con correas a la camilla de la celda de la muerte de la prisi¨®n tejana de Hunstville, Karla Faye Tucker recibi¨® la inyecci¨®n letal con 45 minutos de retraso. Eran las 01.45 de la madrugada de hoy, hora espa?ola. Tucker, de 38 a?os, autora confesa de un doble asesinato, se convirti¨® en la segunda mujer ajusticiada en EE UU desde la restauraci¨®n de la pena capital en 1976 y la primera en Tejas desde 1863. "Pido perd¨®n por el sufrimiento que he causado", dijo antes de morir.
No pudieron salvarla ni su condici¨®n de mujer ni su recuperaci¨®n de la fe cristiana ni las peticiones de clemencia de las principales organizaciones humanitarias del mundo el papa Juan Pablo II y otras personalidades religiosas."Tejas", dijo su abogado, David Botsford, "no tiene piedad". Tucker se despert¨® ayer en la prisi¨®n tejana de Huntsville, adonde hab¨ªa sido trasladada el lunes desde la de Gatesville. Pas¨® la ma?ana en el corredor de la muerte, acompa?ada de un reducido grupo de amigos y familiares, entre ellos su esposo, su padre, y su hermana. Seg¨²n su marido, Dana Brown, un capell¨¢n de prisiones con el que Tucker se cas¨® hace dos a?os, la condenada estaba "tranquila, con la moral alta y en paz con Dios". La noche anterior hab¨ªa "descansado bien". Los responsables de la c¨¢rcel relataron que al despedirse de sus familiares y amigos Tucker hab¨ªa llorado por primera vez en mucho tiempo.
Al mediod¨ªa, hora tejana, Tucker se duch¨® y se coloc¨® el vestido que hab¨ªa escogido: el uniforme blanco de presidiaria que llev¨® en los ¨²ltimos tres lustros. Luego fue trasladada a la celda inmediata a la c¨¢mara de ejecuciones. All¨ª recibi¨® el ¨²ltimo almuerzo: una ensalada, pl¨¢tanos y melocotones. "No ten¨ªa mucho apetito", declar¨® Larry Fitzgerald, portavoz de la prisi¨®n.
Poco despu¨¦s llegaron a Tejas noticias de Washington. A cuatro horas del momento previsto para la ejecuci¨®n, el Tribunal Supremo de EE UU rechazaba la posibilidad de usar sus poderes para aplazar la cita con el verdugo de Tucker. El Supremo estim¨® que no hab¨ªa razones para estudiar la petici¨®n de los abogados de Tucker seg¨²n la cual el mecanismo de clemencia de Tejas es "una farsa anticonstitucional". Dos recursos presentados en en el ¨²ltimo minuto fueron igualmente rechazados.
S¨®lo George Bush pod¨ªa salvar a la condenada, pero ¨¦l tambi¨¦n abati¨® el pulgar. Lo hizo por pasiva. Como gobernador de Tejas, Bush ten¨ªa derecho a aplazar un mes la ejecuci¨®n, aunque no a conmutarla. Estaba atado por la decisi¨®n adoptada el lunes por el Consejo de Perdones y Libertades de Tejas. Ese organismo ten¨ªa la posibilidad de recomendar al gobernador la conmutaci¨®n por cadena perpetua, pero no lo hizo. Por 16 votos a favor, 2 abstenciones y ninguno en contra, decidi¨® que no hab¨ªa razones para la clemencia y que la ejecuci¨®n deb¨ªa materializarse.
En una comparecencia p¨²blica minutos antes de la ejecuci¨®n, Bush afirm¨® que no pod¨ªa "hacer excepciones" y ten¨ªa que asegurarse, de que "todos los delincuentes son tratados de igual manera ante la ley". El gobernador de Tejas concluy¨® as¨ª su intervenci¨®n: "Dios bendiga a Karla, a sus v¨ªctimas y a sus familiares".
La decisi¨®n de Bush, partidario de la pena de muerte y aspirante a la candidatura republicana en las elecciones presidenciales del a?o 2000, no sorprendi¨®. Antes de Tucker, Bush, investido gobernador de Tejas en 1995, hab¨ªa tenido 59 oportunidades de ejercer su derecho a intervenir en el ¨²ltimo minuto para dictar un mes de aplazamiento destinado a un nuevo estudio del caso por el Consejo de Perdones y Libertades. Pero no lo hab¨ªa empleado ni una sola vez. Como le ocurri¨® a Tucker, todos y cada uno de aquellos 59 condenados -todos hombres- acudieron a su cita legal con la muerte.
Tucker nunca se hab¨ªa proclamado inocente. Confes¨® durante el juicio que en 1983 penetr¨® en la casa de su ex amante Jerry Lynn Dean con la intenci¨®n de robarle recambios de motocicleta para poder comprar drogas. Al encontrarle durmiendo con Deborah Thornton, Tucker tuvo un ataque de celos y los mat¨® a los dos. Lo hizo con una piqueta y sintiendo, seg¨²n su testimonio, un orgasmo a cada golpe. Tucker financiaba entonces su adicci¨®n a las drogas ejerciendo la prostituci¨®n.
Tucker tuvo derecho a pronunciar unas ¨²ltimas palabras antes de recibir la inyecci¨®n letal: "Espero que esto sirva para que Dios os de paz. Os quiero a todos. S¨¦ que voy con Jesucristo. All¨ª os espero". A su muerte, que dur¨® apenas ocho minutos, asistieron cinco testigos escogidos por ella, como su esposo y Ronald Carlson, un hermano de Deborah Thorton, la v¨ªctima femenina del crimen, que se declar¨® contrario a la pena de muerte y partidario del perd¨®n.
Richard Thorton, el marido de Deborah, y sus dos hijos, todos partidarios de la pena capital tampoco faltaron a la ejecuci¨®n. "S¨®lo cuando vea muerto a ese monstruo, podr¨¦ empezar a respirar tranquilo", hab¨ªa dicho por la ma?ana Thorton.
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