El Deportivo se apiada de Heynckes
El conservadurismo de los coru?eses facilita el empate del Madrid, que fall¨® un penalti en el ¨²ltimo minuto
Todo estaba preparado para el anunciado funeral futbol¨ªstico de Heynckes: el Madrid, al borde del caos, y el Deportivo, impulsado por el talento de Fran y Djalminha, sembrando el p¨¢nico en cada acometida sobre el ¨¢rea de Ca?izares. Pero los coru?eses se apiadaron del t¨¦cnico alem¨¢n. O, para ser m¨¢s precisos, su colega de banquillo. Cuando la superioridad del Deportivo parec¨ªa manifiesta, todo el equipo recul¨® hacia el ¨¢rea para mantener un miserable gol de ventaja. De tanto jugar con fuego el Deportivo sali¨® abrasado. Consinti¨® el empate del Madrid y se salv¨® de la quema total en el ¨²ltimo minuto, gracias a la flaqueza de Savio. El brasile?o se ech¨® a temblar cuando el ¨¢rbitro regal¨® a su equipo un pol¨¦mico penalti. El fallo estaba inscrito en la cara de Savio en el instante de encarar el punto fat¨ªdico. Y el bal¨®n se perdi¨® en el cielo de Riazor. Tras vivir contra las cuerdas la mitad de la noche, el Madrid acab¨® desperdiciando la ocasi¨®n de superar de nuevo al Barca.El Deportivo trat¨® desde el principio de reproducir el mismo encuentro que hace 15 d¨ªas le proporcion¨® la victoria contra el Barcelona. Y las circunstancias se empe?aron otra vez en soplar a favor sus intenciones. Los gallegos se acorazaron en su terreno, con un centro del campo de mucha fuerza, a la espera de que la desbordante calidad de Fran y Djalminha abriese al Madrid en alg¨²n contragolpe. Y, como hace dos semanas, el Deportivo hall¨® muy pronto el camino expedito. Fue en el minuto 10, en una maravillosa sucesi¨®n de paredes entre los dos arrtistas blanquiazules que termin¨® en el gol de Fran.
Hasta entonces el partido se estaba jugando en el campo del Deportivo, donde el Madrid se limitaba a manejar la pelota a ritmo funcionarial. A partir del gol, el Madrid entr¨® en una fase de colapso total. Con Suker en Babia, Roberto Carlos poco activo y Redondo y Seedorf perdidos ante el viejo pozo de sabidur¨ªa de Donato, el Madrid fue un c¨²mulo de nervios y torpezas, incapaz de resguardar el bal¨®n e inerme ante el recital de Fran y Djalminha. Su impotencia qued¨® reflejada en un f¨²tbol barriobajero. Como jugar no pod¨ªan -o no sab¨ªan-, los madridistas se dedicaron a repartir estopa ante la irritante benevolencia de Brito Arceo.
El Madrid pareci¨® salir del hoyo en una acci¨®n fulgurante, la ¨²nica jugada trenzada que fue capaz de ofrecer en la primera parte. Esta vez Morientes ejerci¨® de asistente para que V¨ªctor sorprendiese por la espalda a la defensa. Pero el espejismo se disip¨® tan fugazmente como vino. En la jugada posterior el Madrid perdi¨® un bal¨®n en su propio campo y permiti¨® a Djalminha alcanzar el borde del ¨¢rea. El brasile?o levant¨® la cabeza, midi¨® la posici¨®n de Ca?izares y la distancia a la porter¨ªa, y con la tranquilidad de quien despacha un tr¨¢mite, conect¨® un disparo a la escuadra que pareci¨® teledirigido por un hilo invisible. Riazor estall¨® de alegr¨ªa y asombro.
El Madrid ofreci¨® en la reanudaci¨®n s¨ªntomas de una leve mejor¨ªa. Heynckes hab¨ªa hecho un cambio de posici¨®n bastante extra?o en apariencia: Jaime, el chico para todo, se fue al centro de la defensa y cedi¨® el lateral derecho a Karembeu. La zaga no mejor¨® con la permuta pero el franc¨¦s se encontr¨® con un carril para subir, y sus incorporaciones inyectaron cierto vigor al Madrid.
A partir de ese momento, el Deportivo hizo todo lo posible por permitir la resurrecci¨®n del Madrid. Dimiti¨® del partido. Todo el equipo se amonton¨® frente al ¨¢rea. De ah¨ª hacia arriba, la inmensidad y Abreu, m¨¢s torpe que nunca. Heynckes se acord¨® de que Savio calentaba banquillo mientras Suker paseaba su patetismo por el c¨¦sped. El brasile?o pareci¨® el hombre providencial cuando cedi¨® el empate a Morientes. Pero emborron¨® su expediente en el ¨²ltimo minuto. Savio se derriti¨® bajo el peso de la responsabilidad y mand¨® el penalti a alguna galaxia lejana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.