"Me gusta jugar con mercanc¨ªa de contrabando"
Jos¨¦ Luis Guarner dijo de ¨¦l que es un iceberg con fuego dentro, y esa imagen puede explicar tambi¨¦n la ¨²ltima pel¨ªcula de Vicente Aranda (Barcelona, 1936), La mirada del otro, adaptaci¨®n "dif¨ªcil y forzosamente sint¨¦tica" de la novela hom¨®nima de Fernando G. Delgado. Jugando con la frialdad de la tecnolog¨ªa punta, Aranda traza el retrato ¨ªntimo y cuasi psicoanal¨ªtico de una mujer (Bego?a, interpretada por la actriz italiana Laura Morante) enigm¨¢tica, torturada y promiscua en medio de una ciudad (Madrid) que es puro acero y hielo.
Bajo su aspecto de sesent¨®n ir¨®nico y bonach¨®n, y en eterna lucha contra su sambenito de realizador de encargos, Aranda ha construido, dice, "una historia muy personal, una adaptaci¨®n hecha b¨¢sicamente desde el olvido de la novela". Una historia arriesgada y minimalista, con un personaje femenino omnipotente, lo que deja a los dem¨¢s (Jos¨¦ Coronado, Miguel Bos¨¦, Juanjo Puigcorb¨¦ y el palmito de Ana Garc¨ªa Obreg¨®n) espacios muy peque?os... "S¨ª, en alg¨²n sentido es una obra experimental, vanguardista, dif¨ªcil de ver y tal vez poco agradecida, porque abre muchas inc¨®gnitas respecto a la relaci¨®n con el p¨²blico".
Seguir adelante
Aranda y su coguionista, ?lvaro del Amo, fueron dando forma al gui¨®n a medida que avanzaba el rodaje. "Como en la vida, trat¨¢bamos de no entender todo a la primera, sino de seguir adelante sin sacar conclusiones". Y la ayuda de Laura Morante en ese proceso fue determinante, hasta el punto de que Aranda da la sensaci¨®n de haber encontrado su nueva musa: "Era la actriz ideal. Dado que el texto era muy dif¨ªcil. se resist¨ªa mucho, contar con su aportaci¨®n ha sido fundamental. Es muy inteligente y cultivada, y se puede hablar con ella del trabajo como a m¨ª me gusta: cerebral, anal¨ªticamente. Lo m¨¢s dif¨ªcil fue aceptar que no entend¨ªamos bien el personaje, que hab¨ªa que aceptarlo como un enigma".Pero, al mismo tiempo, la intenci¨®n de la pel¨ªcula era entrar en la intimidad de ese personaje, llegar al fondo del pensamiento de una mujer "que ni enga?a ni ve enga?o en nada de lo que hace, pero que es muy insegura". Y el problema, que "cuando llegas ah¨ª dentro ya no hay forma de entender nada, hay que saltar por encima y no tratar de etiquetar".
Tal vez por eso, Aranda se incomoda un poco cuando se le dice que el filme recuerda un poco a Las edades de Lul¨². "Bueno, cuando trabajo yo no tengo memoria. En la novela estaba el descenso a los infiernos de esa mujer, y no s¨¦ si m¨¢s o no que en la pel¨ªcula. Lo que si se es que todo en la pel¨ªcula es deliberado, hasta la epidermis. Los elementos er¨®ticos, por ejemplo, son cebos lanzados al espectador. S¨¦ que eso puede parecer desmedidamente ambicioso, pero todo est¨¢ hecho desde la humildad, desde el gusto por la experimentaci¨®n y el riesgo. La verdad es que no puedo remediarlo: me gusta manejar mercanc¨ªa de contrabando, experimentar con la experiencia, valga el juego de palabras. Coger un premio Planeta y derivar hacia conclusiones distintas".
Y as¨ª, Aranda, que propone varias reflexiones de calado diverso sobre varios mitos cl¨¢sicos y contempor¨¢neos y -la incomunicaci¨®n, la maternidad, el complejo de Electra, la dif¨ªcil relaci¨®n entre sinceridad, promiscuidad y amor pac¨ªfico, la necesidad de cumplir con la higiene sexual m¨¢s que con la moral...-, reconoce que, viendo ahora la pel¨ªcula, "hay cuartos de hora para todo, para la euforia y la desesperanza, pero para saber de verdad lo que es la pel¨ªcula hay que esperar al menos cinco a?os".
Aunque ¨¦l parece contento. La mirada del otro triunfar¨¢ o no, pero Aranda seguir¨¢, sin duda, siendo juzgado como un cineasta de alto riesgo. Aunque ¨¦l dice que ha tratado de evitar a toda costa que la pel¨ªcula, a concurso en el pr¨®ximo festival de Berl¨ªn, resultara escandalosa. "Durante el rodaje le¨ª una sinopsis y me pareci¨® absolutamente escandalosa. Era una se?al, y a partir de ah¨ª tratamos de impedir que lo fuera. Lo que no me explico es c¨®mo la han seleccionado en Berl¨ªn. Cuando llev¨¦ Amantes, el p¨²blico me pareci¨® de lo m¨¢s pacato".
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