El 'trilero' y sus vecinos
Sadam Husein ha venido moviendo r¨¢pido sus cubiletes. Tan r¨¢pido que la comunidad internacional no sabe no ya d¨®nde est¨¢ la bola, sino incluso si existe tal bola; a saber, las armas de destrucci¨®n masiva, fundamentalmente qu¨ªmicas o bacteriol¨®gicas. No hay pruebas contundentes al respecto, aunque s¨ª precedentes, por ejemplo, en la guerra con Ir¨¢n, algunos indicios documentados, algunos juegos de trilero desde 1991 y, en todo caso, una gran duda. Estados Unidos, obsesionado con la proliferaci¨®n de estas armas tras haberse librado de la amenaza nuclear permanente de la guerra fr¨ªa, quiere asegurarse de que Irak no disponga de esta bola -que se presta al terrorismo-, cuyo control y eliminaci¨®n debe preocupar tambi¨¦n a los europeos, m¨¢s pr¨®ximos.Washington amenaza con el uso de la fuerza no -como ya en noviembre reconoc¨ªa el Pent¨¢gono- porque de llevar a cabo su amenaza vaya a destruir con ella esas armas que se le suponen a Sadam Husein, sino para echar por tierra todos los cubiletes y forzar la aceptaci¨®n de inspecciones totales,y permanentes; alcanzar directamente o de rebote al tirano si fuera posible, aunque Clinton lo niegue, y, de paso, mandar un aviso contundente a otros proliferadores poco de fiar. Pero Washington no logra articular con plena coherencia su pol¨ªtica. Y el problema de la amenaza de atacar es que, para ser cre¨ªble, debe poder ejecutarse. Lo que, pasado un cierto punto de no retorno, puede provocar su puesta en pr¨¢ctica.
Sadam Husein debe considerar que, tras un tira y afloja, puede presentar toda cesi¨®n como una victoria personal -lo ha hecho anteriormente- e incluso resistir casi cualquier ataque. El objetivo del gran trilero es sobrevivir y, si acaso, conseguir el levantamiento de las sanciones. En todo caso, el desarrollo de la crisis est¨¢ generando una situaci¨®n que pol¨ªticamente le favorece y debilita la posici¨®n de Estados Unidos y en general occidental, pues est¨¢ poniendo patas arriba la regi¨®n. Y esto es lo m¨¢s grave. Los mirones importan m¨¢s que el trilero.
La crisis se produce en un ambiente sumamente caldeado en la regi¨®n por el hecho de que el proceso de paz entre ¨¢rabes -concretamente palestinos- e israel¨ªes est¨¢ embarrancado. O, por precisar, porque Estados Unidos -y con ¨¦l Occidente- aparece ante muchos ojos ¨¢rabes o musulmanes como dispuesto a torcerle el brazo a Sadam Husein con medios desproporcionados, pero que no consigue un ¨¢pice de flexibilidad por parte de su aliado natural, el primer ministro de Israel, Benjam¨ªn Netanyahu, aunque, a pesar de ello, le vende cazas de la ¨²ltima generaci¨®n.
As¨ª, en las poblaciones de la zona, este proceso se percibe ya no como uno de paz, sino de fuerza. Y muchos- de los que apoyaban el camino iniciado en Madrid y concretado en Oslo y Washington se sienten hoy traicionados por Estados Unidos, imposibilitados en su acci¨®n y debilitados en su interior. Ni el enfermo rey de Jordania ni Egipto pueden salir en apoyo de la pol¨ªtica de Clinton, mientras que el duro de Ir¨¢n se reblandece. Turqu¨ªa, que, en abierto desaf¨ªo a Siria, ha estrechado sus v¨ªnculos militares con Israel, tiene un profundo problema de fundamentalismo isl¨¢mico e intenta tambi¨¦n tomar sus distancias respecto a la pol¨ªtica de Washington.
La eventual operaci¨®n militar puede no s¨®lo hacer volar por los aires algunos palacios presidenciales en Bagdad, sino lo poco que queda de este proceso de paz. El SOS (aunque se haya abolido el Morse) lanzado por Arafat en Madrid es harto significativo, pues los propios palestinos podr¨ªan radicalizarse y la posici¨®n de Arafat, elemento moderador, hacerse insostenible. La radicalizaci¨®n llegar¨ªa incluso a otras poblaciones del Mediterr¨¢neo, m¨¢s pr¨®ximas a nosotros. Es la percepci¨®n de estos riesgos la que est¨¢ dando posibilidades a la diplomacia, como continuaci¨®n de la guerra por otros medios. Pero poner a Clausewitz cabeza abajo siempre comporta peligros.
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