El parto de los montes
Critica Horacio en su Arte Po¨¦tica a aquellos escritores que anuncian pomposa y solemnemente que van a realizar una gran obra y, al final, parturiunt montes, nascetur ridiculus mus ("se ponen de parto los montes y nace un rid¨ªculo rat¨®n"). Las reformas que ha hecho este Gobierno hasta ahora en el sistema nacional de I + D pertenecen a esta categor¨ªa literaria y sus frutos son una serie de rid¨ªculos ratones. Ve¨¢moslos.Uno. En el primer decreto que promulg¨® el Gobierno (Real Decreto 765/1996 de 7 de mayo) se establec¨ªa que "el Gobierno (en un plazo de seis meses) refundir¨¢ en el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas aquellos organismos aut¨®nomos, adscritos a los diferentes departamentos ministeriales, que desarrollen actividades de investigaci¨®n o experimentaci¨®n". Exactamente 11 meses despu¨¦s de esta pomposa declaraci¨®n, el resultado era otro decreto (el Real Decreto 574/1997 de 18 de abril) que se limitaba a crear un modesto Comit¨¦ de Coordinaci¨®n Funcional de Organismos Aut¨®nomos de Investigaci¨®n y Experimentaci¨®n que apenas se ha reunido, sumido como est¨¢ en una duda existencial sobre su raz¨®n de ser y sus funciones.
Dos. En el programa electoral del Partido Popular se dec¨ªa que "se otorgar¨¢ a la Comisi¨®n Interministerial de Ciencia y Tecnolog¨ªa, a sus organismos consultores, as¨ª como a la Agencia Nacional de Evaluaci¨®n y Prospectiva el rango pol¨ªtico y el marco jur¨ªdico, competencial y pol¨ªtico adecuados, a fin de potenciar su actividad, estableciendo los mecanismos de coordinaci¨®n interministerial y con las restantes adm¨ªnistraciones p¨²blicas". En la Ley de Acompa?amiento de 1996 (Ley 13/1996 de 30 de diciembre) esta ambiciosa propuesta program¨¢tica se materializaba en un art¨ªculo 155 que modificaba los apartados uno y dos del art¨ªculo 7 de la Ley de la Ciencia para permitir que presidiese la CICYT "el presidente o vicepresidente del Gobierno en quien delegue".
Y tres. El 22 de septiembre pasado se celebr¨® un pleno de la CICYT y en ¨¦l los ministerios de Industria y Energ¨ªa, por una parte, y Educaci¨®n y Cultura, por otra, presentaron sendos documentos sobre el sistema de I + D que ofrec¨ªan notables divergencias y grandes lagunas. El presidente (de la CICYT y del Gobierno) critic¨® con ins¨®lita franqueza la falta de acuerdo y maduraci¨®n de los documentos ministeriales y anunci¨® solemnemente que ¨¦l mismo se encargar¨ªa de dise?ar el modelo de reestructuraci¨®n del sistema de I + D. En el siguiente pleno de la CICYT, el 11 de diciembre, el presidente alumbr¨® su modelo: se crea una Oficina de I + D, de pendiente de la Presidencia, con rango de Direcci¨®n General y sin aumento del gasto p¨²blico.
El 30 de enero, el Consejo de Ministros creaba la oficina. Esta oficina del se?or Aznar no suma nada al sistema de I + D; le resta fuerza. Se ha construido con los materiales de derribo de la Secretar¨ªa General del Plan Nacional de I + D a la que se fracciona en dos partes: la Direcci¨®n General, dos subdirecciones, una vocal¨ªa asesora y una quincena de funcionarios se van a la flamante Oficina de CyT (?en un traslado sin movimiento de prenda?). Las otras dos subdirecciones, con sus departamentos, personal y presupuestos, pasan a depender de la Direcci¨®n General de Ense?anza Superior a la que se le a?ade un vergonzante "y de Investigaci¨®n Cient¨ªfica".
La cuesti¨®n que debe debatirse no es, sin embargo, si los cambios introducidos son profundos o superficiales, sino si eran necesarios y si son ¨²tiles. ?Era necesario fundir a todos los OPIS en un macroorganismo multiforme? ?Es ¨²til el Comit¨¦ de Coordinaci¨®n que se ha creado? ?Era necesario cambiar la estructura de la CICYT y de la Secretar¨ªa General del Plan? ?Va a ser ¨²til la Oficina de Ciencia y Tecnolog¨ªa reci¨¦n creada?
Hay, adem¨¢s, otras preguntas que debemos planteamos: ?Cree alguien, de verdad, que una simple Direcci¨®n General, con un modesto presupuesto y una quincena de funcionarios va a poder coordinar a los ministerios que financian I +D con cargo a la Funci¨®n 54? ?Tiene alg¨²n sentido que subsista una Secretar¨ªa de Estado con una sola Direcci¨®n General? Parecen preguntas elementales, que los gobernantes deb¨ªan plantearse, antes de acometer cambios institucionales que, en el mejor de los casos, terminan alumbrando rid¨ªculos ratones y, en el peor, destruyendo lo que con tanto esfuerzo se hab¨ªa conseguido.
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