Anson, eres el m¨¢s grande
Pensaban que hab¨ªan dejado a Anson en la estratosfera digital, que lo hab¨ªan convertido en un ectoplasma y acaba de aparec¨¦rseles ?y sin s¨¢bana! en las p¨¢ginas de todos los peri¨®dicos, en la frecuencia de todas las emisoras y en la sinton¨ªa de todos los canales televisivos. Pero tambi¨¦n aquellos de nosotros que siempre supimos que Anson era el m¨¢s grande acabamos de comprobarlo una vez m¨¢s. Asombra que quienes se declaran apasionados lectores de Aza?a se hayan visto sorprendidos por lo que deber¨ªan saberse de memoria. Que hayan sido incapaces de prever qu¨¦ puede esperarse cuando, como experiment¨® Aza?a, se retira con el sueldo ¨ªntegro a una buena proporci¨®n del cuerpo de oficiales. Porque la experiencia de 1936 dej¨® claro que si el primer miembro de la ecuaci¨®n es plena ociosidad + sueldo ¨ªntegro detr¨¢s del signo = aparece el alzamiento del 18 de julio. Y obs¨¦rvese qu¨¦ se ha preferido el t¨¦rmino alzamiento a los de sublevaci¨®n o, conspiraci¨®n para la rebeli¨®n que figuran en el C¨®digo de Justicia Militar. Un C¨®digo que sin necesidad de modificaci¨®n alguna sirvi¨® para laminar a quienes permanecieron leales a la Rep¨²blica.As¨ª que aceptemos que las declaraciones de Anson a Santiago Belloch publicadas en el semanario Tiempo apenas son un anticipo de lo que puede dar de s¨ª esa ociosidad sin descanso en la que los m¨¢s ingenuos pensaban haber confinado al mejor de todos nosotros. Al m¨¢s imaginativo, al m¨¢s irreductible, al m¨¢s tenaz, al m¨¢s incansable, al ¨²nico capaz de problematizar la soluci¨®n m¨¢s acabada y de solucionar el problema m¨¢s imposible. Un periodista de poder, un profesional de la repetici¨®n incansable, un conocedor de la eficacia del lema reiterado, un profesional sin miedo al rid¨ªculo, un experto en la prestidigitaci¨®n medi¨¢tica, un en candilador de auditorios varios, un colega ejemplar en la solidaridad, un generos¨ªsimo descubridor de capacidades y talentos ajenos, un director venerado en las redacciones, un jefe siempre dispuesto a reconocer el acierto por encima de la discrepancia, un acad¨¦mico en olor de multitudes, de poetas y de amores era muy dif¨ªcil que terminara en apestado y que permaneciera recluido en el gueto de Televisa olvidado de quienes ¨¦l instal¨® en Moncloa. ?O es que todav¨ªa se duda en G¨¦nova o donde sea del efecto determinante de aquel art¨ªculo de Anson en Abc que conjur¨® la derrota y la transform¨® en la victoria ahora disfruada?
Es in¨²til entrar en detalles desorientadores. M¨¦fiez vous des petits morceaux, como nos advirti¨® aqu¨ª Antonio Tabucchi. Sabemos que en el caso de Anson hay convicciones que crean evidencias. As¨ª que recalentado por esas convicciones Anson se vio presa de esas evidencias en las que fue confirmado por los colegas de partida ahora recordados, junto a los que, sobreponi¨¦ndose a muy acusadas diferencias, forj¨® una alianza (considerada imp¨ªa por algunos) al servicio de objetivos superiores, el principal de los cuales era la eliminaci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez del circuito de la pol¨ªtica. Que en ese empe?o, cuya versi¨®n en positivo buscaba asegurar la alternancia, hubiera de ponerse en peligro al Estado parece m¨¢s que una realidad una confesi¨®n inducida por el fino escr¨²pulo de conciencia de Anson. El ¨²nico af¨¢n espurio en el que Anson pudo incurrir ser¨ªa disculpable en un ambiente tensado por la implacable competencia. Anson jaleaba al diario El Mundo pensando que cualquier deterioro causado por ese peri¨®dico a EL PA?S podr¨ªa impulsar al Abc hasta la primera posici¨®n, aunque las cifras demostraron despu¨¦s que gracias a los apoyos brindados por Anson a El Mundo, el Abc borde¨® el retroceso a la tercera posici¨®n.
As¨ª que los concertados comensales de Anson deber¨ªan ahorramos el triste espect¨¢culo de la desuni¨®n despu¨¦s de los eminentes servicios prestados a la ciudadan¨ªa a la que supieron ilustrar para que venciera el v¨¦rtigo de Gonz¨¢lez. Si incurrieron en alg¨²n exceso, que no parece, lo hicieron por nuestro bien o como repet¨ªa monse?or putantes se obsequium praestare Deo. Por eso bien est¨¢ que los obispos vascos se abstengan de oficiar los funerales por las v¨ªctimas del terrorismo etarra pero los pastores de la Conferencia Episcopal deben intervenir para reconciliar a quienes con tanto fruto han alimentado las antenas de la COPE. Como dir¨ªa Alberto M¨ªguez: basta ya y daos un abrazo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.