El des¨¢nimo llega a Belfast por la radio
"No al retorno a un Gobierno en Stormont". Esta es la leyenda de un gigantesco mural adornado de calaveras que apareci¨® ayer en el barrio cat¨®lico de Ardoyne, en Belfast. Refleja hasta d¨®nde llega la decepci¨®n nacionalista ante la marcha del actual proceso de paz en Irlanda del Norte.El mensaje del cartel es claro: un contundente rechazo a las concesiones que, seg¨²n los republicanos, se est¨¢n contemplando en las negociaciones propiciadas por los Gobiernos de Londres y Dubl¨ªn. El castillo de Stormont simboliza para ellos el monopolio del poder de los unionistas probrit¨¢nicos, cuya apabullante mayor¨ªa en el antiguo sistema dej¨® tan risible espacio de maniobra a los cat¨®licos republicanos que su ¨²nico logro fue la aprobaci¨®n hace d¨¦cadas de una ley de protecci¨®n de las aves silvestres de Irlanda. No desean que se repita esta esperp¨¦ntica situaci¨®n.
Ahora, dicen muchos cat¨®licos con resentimiento, Londres y Dubl¨ªn quieren resucitar ese modelo de Gobierno de dos velocidades y confinar al olvido las aspiraciones nacionalistas de los cat¨®licos norirlandeses. La lucha, dicen, no habr¨ªa servido de nada.
Contemplando la perspectiva de una expulsi¨®n del Sinn Fein del proceso de paz, en el Belfast cat¨®lico muchos pronostican un desastre que puede devolver a la ciudad a los d¨ªas de pistoleros, venganzas y bombazos. A la guerra abierta entre el IRA y los unionistas m¨¢s radicales.
Gerry Adams, dicen algunos, est¨¢ bajo inmensa presi¨®n popular para abandonar la mesa de negociaciones, ya que el di¨¢logo pol¨ªtico, tal y como est¨¢ organizado, no va a producir resultados capaces de colmar sus m¨¢s m¨ªnimas aspiraciones. La presi¨®n no s¨®lo procede de la calle, tambi¨¦n hay sectores del IRA que desean terminar con esta situaci¨®n que consideran viciada.
"Hay que salirse y dando un portazo", mascull¨® un vendedor de zapatos de Falls Road, el basti¨®n del IRA y por donde ayer era posible seguir las noticias de los malabarismos pol¨ªticos en Dubl¨ªn sin dejar de caminar. En cada casa, en cada negocio, todos estaban pegados a la radio y a los televisores. "Todos queremos la paz", dijo una se?ora que acababa de salir de un almac¨¦n con la compra de la, semana. "Estamos cansados de la violencia. Pero si echan al Sinn Fein, ?con qui¨¦n van a hablar de paz los unionistas? ?Acaso van a negociar una soluci¨®n con su propia sombra?", dice con sorna.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.