Desagravio a seis maquis
Familiares y amigos de guerrilleros antifranquistas recuperan sus restos en el lugar donde fueron tiroteados
Alfredo Otero, hoy con 69 a?os, ten¨ªa 12 cuando presenci¨® con ojos at¨®nitos y desconcertados la feroz lucha a muerte de la partida de maquis de El Maestro con la Guardia Civil. Tres guerrilleros murieron en un primer tiroteo al alba, tras ser descubiertos por un chivatazo en un pajar, y el resto, otros tres, perdi¨® la vida entre pinos y vi?as, al pie del cementerio de Canedo (Le¨®n), donde iba a ser su tumba hasta ayer. Se desconoce si hubo bajas en el otro bando.Alfredo no recuerda si fue Luis Mart¨ªnez, natural de Paradaseca (Le¨®n), o el propio Florentino, apodado El Maestro, asturiano de Luarca, quien fue rematado de un tiro por un oficial de la Guardia Civil, pero en 57 a?os no ha logrado olvidar ni un solo d¨ªa la faz ensangrentada de los seis guerrilleros. Quiz¨¢ por eso, durante este tiempo, Alfredo, que dice no entender de pol¨ªtica, ha sido de los pocos que de forma continuada han llevado flores silvestres a la fosa com¨²n, fuera del camposanto, donde se depositaron los seis cad¨¢veres, los de los dos citados y los de sus compa?eros Delmiro y Gerardo Lamas, de Cantexeira; Gerardo Gonz¨¢lez, de Canedo, y Brindis Mauriz, de Paradaseca, leoneses los cuatro. Los a?os transcurridos han entretejido el mito, la leyenda y finalmente el olvido. Hasta tal extremo que, hace m¨¢s de un a?o, unas obras municipales de mejora del entorno del camposanto embrearon la fosa com¨²n, convirtiendo el lugar en un paso p¨²blico.
La lucha de Argimira, hija de Brindis Mauriz, para que los restos de su padre y los de sus compa?eros fueran exhumados y trasladados al recinto del cementerio logr¨® ayer su objetivo. En seis meses, la hija del guerrillero, enferma y con m¨¢s tenacidad que medios, ha buscado sin tregua ni respiro a familiares y compa?eros de estas v¨ªctimas del franquismo hasta dar con todos los que a¨²n quedaban vivos. Ayer, una pala excavadora del Ayuntamiento de Arganza, municipio al que pertenece Canedo, rescat¨® lentamente de entre la brea y la tierra, durante m¨¢s de una hora y media, a casi un metro de profundidad, las agujereadas calaveras y otros restos de los maquis. "Ahora, s¨®lo quiero que, el cura les eche el responso y que descansen en paz, para siempre", dice entre l¨¢grimas Argimira.
Ella perdi¨® a su padre con cinco a?os y a su madre con 12, pero a pesar del tiempo transcurrido recuerda, los meses de c¨¢rcel junto a sus cinco hermanos y las torturas empleadas por la dictadura. "Era una ni?a. Sufr¨ª lo que no se puede contar por verg¨¹enza. Al volver al pueblo s¨®lo estaban las paredes de mi casa. Tuve que servir y coser para poder comer...".
Los restos de los seis maquis muertos en Canedo reposar¨¢n desde hoy, en que se cumple el 57? aniversario de su muerte, en el cementerio municipal de Arganza. Los familiares y el alcalde, Gabino Cascallana, de IU, han preferido rehuir los tr¨¢mites burocr¨¢ticos que la Iglesia impon¨ªa para que el entierro se celebrara en el propio camposanto de Canedo, a poco m¨¢s de un metro de distancia de donde han permanecido sepultados todos estos a?os. Manolo Zapico, apodado El Asturiano, y Francisco Mart¨ªnez, Quico, ambos de 72 a?os, compa?eros del popular maqui Gir¨®n, cabecilla de uno de los grupos de la resistencia armada antifranquista m¨¢s perseguidos en la posguerra, no quisieron perderse este momento. Los dos se trasladaron desde Francia para presenciar la exhumaci¨®n. "Es de justicia tratar de rescatar del olvido la memoria de los que lucharon por conseguir la democracia que ahora hay en Espa?a", afirma Quico con cierto resquemor. El Asturiano y Quico iniciaron su huida a Francia el 26 de septiembre de 1951, ayudados por enlaces vecinales de Le¨®n, Valladolid y Navarra, un d¨ªa antes de morir Gir¨®n a manos de un infiltrado que se hizo pasar por proscrito. Con la dif¨ªcil huida terminaron a?os de lucha y persecuciones en los densos montes de Le¨®n, Asturias y Galicia. "Nuestra lucha era modesta, busc¨¢bamos la libertad y nos tiramos al monte, pero no ¨¦ramos bandoleros. El desconocimiento de esa historia hace vulnerable la propia democracia".
Desde 1988, los dos viejos guerrilleros comunistas intentan sin ¨¦xito que el Gobierno espa?ol les considere v¨ªctimas del franquismo. El silencio ha sido la ¨²nica respuesta oficial.
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