Teatral resurgimiento
Soy estudiante residente en Madrid, desde hace ya unos cinco a?os, y tengo por costumbre ir al teatro tan a menudo como me es posible. En los ¨²ltimos dos a?os, debido principalmente a la aparici¨®n de nuevos productores y empresas de iniciativas teatrales en la capital, he podido asistir a un fuerte resurgimiento del g¨¦nero musical y de un teatro que no se enmarca en los cl¨¢sicos autores espa?oles, algo que considero realmente positivo, ya que ¨¦stos se echaban en falta en la cartelera. Y, al parecer, el p¨²blico madrile?o respondi¨® a estas iniciativas. O al menos parcialmente.Fue muy de mi agrado comprobar que el local del teatro Lope de Vega se llenaba hasta los topes el pasado d¨ªa 14 de febrero en la sesi¨®n de tarde; si bien, de forma un tanto extra?a, aqu¨ª y all¨ª, se divisaban un par de asientos libres, y las filas tercera o cuarta estaban casi en su totalidad vac¨ªas. Tras los tres avisos de rigor, la obra dio comienzo con una apertura musical a tel¨®n cerrado y, cu¨¢l fue mi sorpresa, a la gente se le sigui¨® dando acceso a sus butacas con los consiguientes murmullos, pisadas y exclamaciones. Y si bien es hasta cierto punto comprensible el que, ya que el tel¨®n a¨²n no hab¨ªa sido levantado, se pueda tolerar un retraso y no por ello impedir el acceso a la sala, cu¨¢l fue mi sorpresa al ver que tras casi 2-5 minutos de espect¨¢culo el p¨²blico segu¨ªa campando a sus anchas por la platea, molestando a los que nos gusta ver las obras de principio a fin, y sin interrupciones.
Pero el enojo se increment¨® sobremanera cuando, al finalizar la obra, parte de la platea se levant¨® sin esperar siquiera a que los actores saludaran al p¨²blico y recibieran una merecida ovaci¨®n; la obra pudo gustar m¨¢s o menos, pero era evidente, hasta para cualquier lego en materia de m¨²sica, que los actores cantaron no s¨®lo bien, sino de forma notable. Y no quiero ni imaginar qu¨¦ debieron pensar sobre la gente que, demostrando que el dinero no siempre acompa?a a la educaci¨®n, salieron de la sala incluso sin dar tiempo a que las luces de platea se encendieran y que, pillados in fragranti en mitad del pasillo con los actores saludando y las luces ya encendidas, se volvieron moment¨¢neamente y aplaudieron con un hip¨®crita entusiasmo durante unos cinco segundos.
Debo, aun as¨ª, romper una lanza por el personal del teatro que, al procurar acceso a los espectadores retardados, intent¨® como m¨ªnimo esperar al fin de cada n¨²mero musical y que me atendieron con gran correcci¨®n al expresar mi queja al respecto.-
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