Periodismo de cruzada
LAS REVELACIONES de Luis Mar¨ªa Anson confirman algo que nadie atento a la realidad ignoraba: la existencia de alguna forma de concertaci¨®n entre los periodistas citados por el ex director de Abc para acabar con Felipe Gonz¨¢lez. La novedad radica en que Anson explica desde dentro el pretexto que les serv¨ªa para justificar ante sus propios ojos esa forma de conspiraci¨®n. La historia reciente nos ha ense?ado que hasta los estafadores m¨¢s obvios -como Rold¨¢n, como alg¨²n banquero- son capaces de imaginar nobles coartadas para presentarse como personas respetables. Los directores de medios de comunicaci¨®n y dem¨¢s comunicadores se?alados por Anson no defend¨ªan inter¨¦s innoble alguno, sino el m¨¢s altruista imaginable: salvarnos a los espa?oles de nuestra, tendencia a votar mayoritariamente por quien no lo merec¨ªa.El criterio del todo vale fue aplicado en aras de tan alta finalidad. A partir de las elecciones de 1993 los comprometidos elevaron el tono de sus cr¨ªticas al Gobierno socialista. Con algunas caracter¨ªsticas comunes: la b¨²squeda del esc¨¢ndalo como argumento principal, y la personalizaci¨®n de las cr¨ªticas en Felipe Gonz¨¢lez. A diferencia de lo ocurrido en a?os anteriores, a partir de 1993 se observa una voluntad deliberada de relacionar a Gonz¨¢lez con todos los esc¨¢ndalos, incluyendo alguno inventado (por ejemplo, el de su cu?ado, Palomino), y de responsabilizarle personalmente del deterioro pol¨ªtico. El resultado fue una estrategia de deslegitimaci¨®n que inclu¨ªa el estrambote de considerar que la resistencia de Gonz¨¢lez a irse era lo que estaba crispando a la sociedad y generando inestabilidad.
Si las cosas son como dice Anson, los citados por ¨¦l est¨¢n obligados a explicarse ante los ciudadanos. No basta con erigirse en v¨ªctimas -a veces en t¨¦rminos grotescos- para borrar la acusaci¨®n de uno de los suyos, que presenta a los campeones de la insobornable independencia period¨ªstica como agentes de una operaci¨®n concertada en la que no importaba tanto la verdad, sino esa parte de la verdad que contribu¨ªa a liquidar a Gonz¨¢lez. Alguien ha dicho que m¨¢s all¨¢ de las palabras est¨¢n los hechos, en alusi¨®n a las evidencias sobre la corrupci¨®n y los GAL; pero una cosa es desvelar esc¨¢ndalos y otra utilizarlos de modo unilateral y concertado. El espect¨¢culo de estos periodistas confabulados en una estrategia pol¨ªtica com¨²n es inimaginable en cualquier democracia avanzada y constituye un bochorno para una profesi¨®n que basa su credibilidad en la independencia.
Bajo la bandera del pluralismo y la libertad de expresi¨®n dispararon contra todo aquel que no se aviniera a este periodismo de consigna. Especialmente, pero no s¨®lo, a EL PA?S. Esa agresi¨®n se ha prolongado tras el triunfo del PP. -A ra¨ªz de la compra de Antena 3 por Telef¨®nica, el director de El Mundo -siempre en los ¨¢mbitos m¨¢s oscuros de la realidad- se felicitaba por una operaci¨®n que "rompe el maleficio" de que, pese al cambio de Gobierno, "el felipismo siguiera controlando la sociedad espa?ola a trav¨¦s de su implacable maquinaria medi¨¢tica". El intento, riada te¨®rico, de llevar a la c¨¢rcel a Jes¨²s de Polanco y Juan Luis Cebri¨¢n se present¨® como la continuaci¨®n natural de la derrota de Gonz¨¢lez. No hab¨ªa s¨®lo que cambiar de Gobierno, sino "de sistema": en eso consist¨ªa la "segunda transici¨®n".
Los propietarios de las empresas desde las que se ha llevado a cabo la operaci¨®n descrita por Anson debieran tambi¨¦n decir algo. Muy particularmente una instituci¨®n como la Conferencia Episcopal, cuyo portavoz ha vuelto a imitar a Pilatos al calificar el asunto de "ridiculez" y negar que afecta a la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica. Su cadena de radio, la COPE, ha actuado, sobre todo a trav¨¦s del programa de Antonio Herrero, como altavoz unificador del mensaje que cada d¨ªa quer¨ªan transmitir los cruzados; en la COPE confluyen, a¨²n hoy, todos ellos. Los obispos han optado otra vez, triste recuelo de una historia a¨²n reciente, piar los conspiradores y los difamadores, no por las v¨ªctimas de esa acci¨®n.
Contra lo que en su momento dijeron algunos dirigentes socialistas, hoy parece improbable que el PP moviera todos los hilos de la confabulaci¨®n, aunque existen firmes indicios de que alguno de sus m¨¢ximos dirigentes. aparec¨ªa en casi todas las salsas de ese periodismo de cruzada. En todo caso, alguien convenci¨® a Aznar de que deb¨ªa acomodar su estrategia a la ola de deslegitimaci¨®n de Gonz¨¢lez que otros garantizaban. En ese contexto deber¨ªa agradecer el gesto de responsabilidad del secretario general del PSOE, Joaqu¨ªn Almunia, de cortar cualquier intento de aprovechar las revelaciones de Anson para cuestionar la legitimidad del triunfo del PP en marzo de 1996. Es de esperar que no haya m¨¢s compromisos o deudas de quien preside el Gobierno de todos los espa?oles con quienes se jactan de haberle llevado a La Moncloa. Ser¨ªa una triste recompensa.
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