El broche de Coppola
Anoche, la sesi¨®n de clausura se cerr¨® con el estreno europeo de la nueva pel¨ªcula de Francis Ford Coppola The rainmaker, inspirada -dicen quienes conocen la novela que de manera bastante fiel- en el libro del fabricante de best sellers John Grisham.Su trama detectivesca est¨¢ bien urdida y, embutida en la vista oral de un proceso a la americana, logra un divertido ejercicio de concentraci¨®n a toda velocidad de sucesos y m¨¢s sucesos, que Coppola, disfrazado de artesano de lujo, narra con una precisi¨®n majestuosa. La pel¨ªcula, como su matriz novelesca, tiene bastante truco e incluso se despacha con un desenlace de optimismo ternurista, de esos en que los buenos eligen ser pobres para poder seguir siendo buenos, que poco tiene que ver con los complejos finales de las pel¨ªculas donde este inmenso cineasta cuenta historias que le conciernen personalmente.
Pero si a Coppola esta historia -que ha rodado porque, por ser el mejor, no logra financiar sus propios proyectos- le viene ajena y estrecha, toma como desaf¨ªo ennoblecerla y la ensancha e incluso a veces la hace propia. Una escena de g¨¦nero convencional, por sabido que sea lo que sucede en ella, cuando es rodada por Coppola no se parece a ninguna otra.
Otro espacio
Ocurren en The rainmaker las mismas o similares situaciones que vemos en incontables pel¨ªculas o telefilmes de procesamientos, que ahora hacen furor en Hollywood. Pero Coppola las instala en otro espacio y las hace discurrir sobre otro tiempo, sin que nos ponga f¨¢cil averiguar c¨®mo demonios se las arregla para transformar tanta vulgaridad en tanta elegancia. Entra en lo posible que tambi¨¦n ¨¦l desconozca su poder transformador y que de ah¨ª, del hecho de que rueda con el c¨¢lculo de su instinto, provenga la aparici¨®n de su poderoso e inconfundible estilo narrativo en narraciones que le traen sin cuidado.The rainmaker pasar¨¢ pronto a las lagunas grises de la filmografia de este portentoso cineasta, pero mientras se ve uno arrastrado por su c¨¢mara a jugar con los bordes de la perfecci¨®n en algunas escenas rutinarias, se siente la tentaci¨®n de preguntarse por qu¨¦ este gran hombre de cine parece estar incapacitado para hacer cine peque?o incluso cuando se lo propone.
Esta pel¨ªcula rodada (pongamos por caso por Barry Levinson), flamante Oso de Plata, ser¨ªa mucho peor, pero dar¨ªa precisamente por serlo mucho m¨¢s dinero a quienes han encargado a Coppola hacerlo, porque no est¨¢ hecho este cineasta, aunque se esfuerze, para hacer cine de encargo. Tiene tanto qu¨¦ decir y es due?o de una mirada tan singular para decirlo, que su talento se escapa por las ranuras del simple oficio y llena la pantalla.
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