Monse?or S¨¢nchez termina pring¨¢ndose
En declaraciones a ?lex Rodr¨ªguez, de La Vanguardia, monse?or Jos¨¦ S¨¢nchez, secretario de la Conferencia Episcopal Espa?ola, considera dif¨ªcil responder a la pregunta de que a qui¨¦n sirve la COPE (Cadenas de Ondas Populares de Espa?a). "Quisi¨¦ramos", a?ade, "que estuviera al servicio de la libertad de informaci¨®n correcta, de la formaci¨®n de nuestro pueblo en valores s¨®lidos y de la Iglesia". Piensa monse?or que "para eso ha nacido la COPE, cuya mayor¨ªa accionarial pertenece a la Conferencia a trav¨¦s de diferentes di¨®cesis, excluidas las catalanas, y varias ¨®rdenes religiosas. Enseguida monse?or adopta un tono coloquial y se?ala: "Pero, claro, al ser un instrumento en manos humanas y tener que vivir de la publicidad, entras en un mundo dif¨ªcil de controlar". Luego, contagiado por el lenguaje de los titulares que han amparado las confesiones de Anson, concluye monse?or S¨¢nchez que, "cuando entras en estos campos, rozamos la l¨ªnea de lo posible y, efectivamente, toda acci¨®n de la Iglesia que est¨¢ vehiculada a trav¨¦s de una realidad humana termina siempre pring¨¢ndose, en todo o en parte".?Qu¨¦ ingratitud la de S¨¢nchez! Sea usted el primero de la ma?ana, tenga su licencia de armas en regla, renuncie a tantas comodidades dom¨¦sticas y v¨¢yase a lo m¨¢s agreste del monte a la espera del rebeco, demuestre su punter¨ªa sobre reses en movimiento, soporte las inclemencias de la intemperie, obtenga dif¨ªciles permisos de construcci¨®n sobre acreditadas zonas verdes en el mismo casco urbano de Marbella o alcance cualquier otro liderazgo en antena para que, sin m¨¢s, venga el secretario de la Conferencia Episcopal y diga que con la COPE terminan pring¨¢ndose. ?A d¨®nde vamos a llegar? Pase que los medios confabulados en la ocultaci¨®n de los horrendos cr¨ªmenes de los GAL la emprendan ahora contra los micr¨®fonos episcopales donde resisten los ¨²ltimos defensores de las libertades p¨²blicas. Pase que estos colegas periodistas, esforzados ¨¦mulos de los valerosos obispos, se vean zarandeados por quienes no resisten la difusi¨®n de la verdad m¨¢s o menos evang¨¦lica. Pero que el secretario de los obispos diga que con la COPE terminan pring¨¢ndose es de todo punto inaceptable.
Eso s¨ª, agradezcamos a S¨¢nchez sus revelaciones sobre la forma en que sus hermanos en el episcopado lucharon por la libertad de expresi¨®n. Y de paso recordemos aquellas fotograf¨ªas donde les vimos en hileras reivindic¨¢ndola brazo en alto junto a las autoridades m¨¢ximas de aquel r¨¦gimen nacido de la Santa Cruzada en la que el General(¨ªsimo) derrot¨® a la conjura judeo mas¨®nico bolchevique. No en vano el cardenal primado Gom¨¢, al recibir con toda solemnidad en la madrile?a iglesia de santa B¨¢rbara el sable de la Cruzada, se dirigi¨® a los circunstantes resaltando que la espada de Franco hab¨ªa terminado para siempre en Espa?a con el pensamiento de Kant. Coincidamos con S¨¢nchez en la imposibilidad de tolerar que en su casa (la de la COPE) se impongan mordazas, ?faltar¨ªa m¨¢s! Pero, entonces, ?con qu¨¦ acaban pring¨¢ndose los obispos en la COPE? ?Qui¨¦n es el que pringa? ?Por d¨®nde pringa? ?Cu¨¢l es el nombre y apellido de los pringados?
As¨ª que basta ya de ambig¨¹edades para que podamos gritar sin recato ?viva el clero!, instituci¨®n a la que tanto debemos como avanzada de todas las libertades a lo largo de la azarosa historia de Espa?a. Bastar¨ªa para demostrarlo reparar en el hecho de que jam¨¢s haya dejado de ofrecer sus auxilios espirituales a los condenados a muerte, por muy alejados ideol¨®gicamente que estuvieran de las posiciones eclesi¨¢sticas. Porque lo que s¨ª ha dejado muy claro monse?or S¨¢nchez es que "nosotros [los obispos] no hemos montado la COPE para hacer un negocio". "En eso", precisa, "esta empresa es at¨ªpica". Lo cual no excluye que el negocio lo hagan otros y con notable ¨¦xito. Lo que s¨ª est¨¢ demostrado es que, cuando llegan las p¨¦rdidas, la Conferencia tiene tendencia a deshacerse de esos instrumentos con los que viene sembrando ese odio cainita tan reconfortante. V¨¦ase al respecto el caso ilustrativo del diario Ya y de todo el complejo de La Editorial Cat¨®lica.
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