F¨®rmula Netanyahu
LA VICTORIA aliada en la guerra del Golfo en 1991 fue la se?al para iniciar el proceso de paz ¨¢rabe-israel¨ª que condujo a la Conferencia de Madrid, a la firma de los acuerdos de Washington en septiembre de 1993 y a los de Oslo m¨¢s tarde. Y si esta vez no ha habido bombardeo de Irak, Estados Unidos no tiene por ello menos en cartera, seg¨²n fuentes de la prensa israel¨ª, nuevas propuestas para sacar del punto muerto las conversaciones entre Israel y la Autoridad Palestina.Ante ello, horas despu¨¦s del acuerdo sobre Irak anunciado por el secretario general de la ONU en Bagdad, el jefe del Gobierno israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, tom¨® la delantera, y formul¨® el lunes una nueva propuesta de conversaciones finales a Yasir Arafat, cuando menos para anticiparse a todo lo que no le gusta del plan norteamericano y cuando m¨¢s para mantener vivo el proceso seg¨²n su propia forma de entenderlo.
La propuesta de Netanyahu tiene un punto novedoso: sugiere que ese encuentro sea una repetici¨®n del proceso de Camp David, en alusi¨®n al encierro que en 1978 organiz¨® el presidente Carter con Anuar el Sadat y Men¨¢jem Beguin hasta que aceptaron firmar el acuerdo de devoluci¨®n del Sina¨ª a Egipto a cambio del reconocimiento del Estado de Israel. La novedad se centrar¨ªa en que esta f¨®rmula dar¨ªa hoy un protagonismo total al presidente Clinton, aunque la habilidad del l¨ªder israel¨ª en el juego corto le convierta en un negociador temible, en cualquier circunstancia, sobre todo cuando el plan de Washington no le atrae nada.
Ese plan consistir¨ªa en una retirada del 13% del territorio, escalonada durante tres meses, a lo que se sabe que el jefe del Likud no est¨¢ dispuesto a responder con m¨¢s de un 9%, probablemente como ¨²ltima concesi¨®n territorial. El propio Netanyahu ha apuntado anteriormente que su mapa de los territorios ocupados no ceder¨ªa m¨¢s de un tercio de los mismos a los palestinos y, aun en ese caso, en manchas de leopardo, sin continuidad geogr¨¢fica para los palestinos.
Pero lo que el anterior Gobierno laborista dio a entender a los palestinos, aunque jam¨¢s lo pusiera por escrito, es que al final de las conversaciones recuperar¨ªan entre el 80% y el 90% del territorio. Por tanto, y contando con que Netanyahu hace hoy parecidas cuentas que ayer, est¨¢ claro que esa reuni¨®n es de imposible benepl¨¢cito por parte palestina. Y as¨ª han reaccionado, como ante otras ofertas similares formuladas anteriormente, los responsables de la Autoridad Palestina, al calificarla de "cortina de humo" y de tentativa de liquidaci¨®n de los acuerdos de Oslo.
Las negociaciones se hallan virtualmente paralizadas desde marzo de 1997, por iniciativa palestina, como consecuencia de la construcci¨®n de un asentamiento en Jerusal¨¦n este. Desde entonces, Arafat no ha cesado de pedir una intervenci¨®n decisiva de Washington que comportara, como m¨ªnimo, una detenci¨®n de los asentamientos. El plan de Washington recoger¨ªa esta exigencia, aunque no con car¨¢cter definitivo, sino como una simple pausa.
Parece poco probable que Clinton abrace la patata caliente que le ha servido Netanyahu, cuyo objetivo principal es el de responsabilizar a los palestinos del fallecimiento de Oslo, m¨¢s que de reactivar una verdadera negociaci¨®n que conduzca a la formaci¨®n de un Estado palest¨ªno digno de ese nombre, que a estas alturas es ya condici¨®n inexcusable para alcanzar una paz duradera. Por todo ello, la oferta de Netanyahu tiene algo de brindis al sol, confiando en que su resplandor ciegue lo bastante los ojos de Washington y de la comunidad internacional para que le permita seguir ganando -o perdiendo- un tiempo que es tan precioso para la paz como para la guerra.
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