El mundo del teatro y del circo, miseria y color
Pablo Picasso, que visit¨® Italia por primera vez en 1917 -pas¨® tres meses en Roma, interrumpidos por visitas a N¨¢poles, Pompeya y Florencia-, era ya, antes de poner los pies en la romana V¨ªa Margutta, "un pintor italiano". "Probablemente el ¨²nico pintor italiano de hoy", en palabras del ensayista y cr¨ªtico Eugenio D'Ors.Sobre esta base gira y se articula toda la exposici¨®n de Palazzo Grassi, en Venecia. En Roma, Picasso se encuentra con Sergu¨¦i Diaghilev y sus ballets rusos, para los que preparar¨¢ los decorados del ballet Parade.
El m¨¢s espectacular de todos, el gigantesco tel¨®n circense del mismo nombre -de 17 por 10 metros-, cuelga del techo en el vest¨ªbulo del Palazzo Grassi, abriendo simb¨®licamente esta exploraci¨®n del mundo picassiano desde un ¨¢ngulo nuevo. La m¨²sica del ballet correr¨ªa a cargo de Erik Satie, cuyas delicad¨ªsimas gnosiennes se escuchan por todas las esquinas del Palazzo Grassi.
Experiencia italiana
La exposici¨®n explora la relaci¨®n de Picasso con el mundo del teatro, del circo, y a trav¨¦s de ¨¦l, en sus miserias y falsedades, en su esplendor colorista y su profunda melancol¨ªa, con las contradicciones esenciales de la vida humana. Los ¨®leos, dibujos a l¨¢piz y a tinta, las aguadas y las acuarelas que se exponen en el palacio veneciano nacieron en partede esa experiencia italiana, aunque fueron creadas muchas de ellas en Francia.La italianidad de Picasso es, en cierto modo, una percha sobre la que articular este paseo deslumbrante a trav¨¦s de siete a?os de producci¨®n art¨ªstica y experiencias vitales del pintor. En Italia, Picasso conoce a la que ser¨ªa su primera mujer, la bailarina rusa Olga Kokhlova, con la que tendr¨ªa un hijo, Pablo, nacido en 1921. Aun as¨ª, a juicio del comisario de la muestra, Jean Clair, buen conocedor del pintor espa?ol, es l¨ªcito hablar de un "Picasso italiano", "en la medida en que es un pintor profundamente mediterr¨¢neo".
Recorriendo las salas de la exposici¨®n del Palazzo Grassi, se aprecia "el equilibrio, la armon¨ªa y la ternura" que definen, en palabras de su comisario, esta exposici¨®n que transpira clasicismo y orden. Pero tambi¨¦n se advierte la ferocidad de Picasso, "por ejemplo en el arlequ¨ªn pintado en 1924, un personaje diab¨®lico casi, muy picassiano", precisa Jean Clair, que encarna esa cualidad, cruda del pintor.
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