El partido de Samper se perfila ganador en las primeras elecciones tras el 'narcoesc¨¢ndalo'
En medio del duelo, producto de la matanza m¨¢s grande de soldados que ha vivido el pa¨ªs, los colombianos acudieron ayer, domingo, a las urnas para elegir 263 congresistas (senadores y representantes). La renovaci¨®n del Congreso m¨¢s desacreditado de los ¨²ltimos tiempos -entendida no s¨®lo como un cambio de signo pol¨ªtico, sino de personas y actitudes- no se preve¨ªa arrolladora. El Gobierno calculaba anoche una abstenci¨®n en tomo al 65% (en 1994 lleg¨® al 70%). Escrutado un 30% de votos, el Partido Liberal del presidente Ernesto Samper comenzaba a destacarse, y todo hac¨ªa presagiar que mantendr¨¢ la mayor¨ªa, a pesar del narcoesc¨¢ndalo que le estall¨® en las manos tras las ¨²ltimas elecciones presidenciales.
De todas formas, algunos liberales, destacados enemigos de Samper, como la aspirante a senadora Ingrid Betancur, recibieron copiosas votaciones, por lo que no se puede extrapolar de forma inmediata que el resultado de las elecciones de ayer suponga un respaldo al presidente.En un intento de rebajar la espectacular abstenci¨®n, que ya se ve¨ªa venir, la consigna con la que se trat¨® de despertar a un electorado ap¨¢tico e incr¨¦dulo fue: "Hay que votar para cerrarle el paso a los corruptos". Los hechos del Caquet¨¢ -m¨¢s de 80 militares muertos en combate con la guerrilla la semana pasada- desenterraron otra consigna: "Votar para derrotar la violencia".
M¨¢s de 20 millones de colombianos estaban habilitados para acudir a las urnas. Eligieron entre 1.000 listas y 7.000 candidatos, entre los que figuraban caciques pol¨ªticos, familiares y amigos de congresistas que est¨¢n hoy en prisi¨®n, figuras de la far¨¢ndula, periodistas, ex guerrilleros y profesionales de toda ¨ªndole, como los que integraban la llamada lista "de la oligarqu¨ªa intelectual", ideada por el candidato a la presidencia Antanas Mockus.
Las elecciones parlamentarias son las campeonas en el manejo de todos los vicios electorales. Esta campa?a, como es ya usual, se realiz¨® en medio de esc¨¢ndalos por la compra de votos, por el ingreso de dinero del narcotr¨¢fico y por la utilizaci¨®n de fondos p¨²blicos en apoyo de candidatos de las preferencias del Gobierno. Un total de 240 aspirantes al Congreso tienen pendientes juicios disciplinarios y penales.
A manera de gu¨ªa, los medios de comunicaci¨®n publicaron un detallado informe sobre c¨®mo votaron los congresistas que aspiran a repetir los proyectos m¨¢s pol¨¦micos como la extradici¨®n, la expropiaci¨®n de los bienes del narcotr¨¢fico, la ley de televisi¨®n que sirvi¨® para favorecer a los amigos del presidente y c¨®mo votaron en el juicio que libr¨® de toda culpa a Samper por el ingreso de dineros del narcotr¨¢fico a su campa?a.
La guerrilla, en sus zonas de influencia, cumpli¨® con su anuncio de "hacer todo lo posible" para entorpecer las elecciones. En el Caquet¨¢, mientras el comandante del Ej¨¦rcito, Mario Antonio Gal¨¢n, anunciaba "el completo control militar y el ¨¦xito de la operaci¨®n" para cercar al comando de las FARC responsable de la matanza de soldados, los insurgentes volaron una torre de energ¨ªa y dejaron la capital de la provincia sin luz.
Ayer se esperaba, por fin, la entrada de la Cruz Roja y la Defensor¨ªa del Pueblo en la zona de combates, para ayudar a los heridos y a los civiles atrapados en medio del fuego. Seg¨²n el diario El Tiempo, campesinos de esta zona de combates han visto pasar por el r¨ªo, a lomo de mula, a militares atados de pies y manos, custodiados por guerrilleros. A pesar de todo, las elecciones en esta provincia, afirm¨® el Gobierno, fueron "normales".
Seg¨²n el parte oficial, la guerrilla entr¨® en 77 municipios, pero s¨®lo logr¨® impedir la celebraci¨®n de elecciones en nueve de ellos. Lo m¨¢s grave ocurri¨® en la provincia del Meta, donde seis soldados murieron y diez m¨¢s resultaron heridos en enfrentamientos que se dieron en el municipio de Mesetas. En Mapirip¨¢n, los insurgentes obligaron a la poblaci¨®n a abandonar precipitadamente sus casas.
La novedad ayer fue el llamado "certificado electoral". Se trata de una especie de diploma, del tama?o de un carnet, que otorga a los que cumplieron con su deber ciertos privilegios: rebajas en las matr¨ªculas universitarias, reducci¨®n en un mes de la prestaci¨®n del servicio militar, preferencias para obtener casa, becas y puestos oficiales. Para muchos observadores, la nueva norma tan s¨®lo legaliza la tradicional compra de votos, al parecer, imposible de erradicar.
"?Y ese papelito para qu¨¦ sirve?", pregunt¨® una mujer, ya mayor, que se encontraba a las puertas de un colegio electoral. Escuch¨® atenta la respuesta y concluy¨®: "Ah, eso s¨®lo les sirve a los j¨®venes. Yo no voto; eso no sirve para nada". Dio media vuelta y se fue.
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