Un ni?o m¨¢s
Le llamaremos Manuel para guardar su intimidad. Cumpli¨® seis a?os el pasado martes. Parece un ni?o normal, pero no habla. Juega siempre solo. Galopa en c¨ªrculos con un palo en la mano, aparentemente sin sentido. Y sonr¨ªe.Es autista. Pero de nivel alto. Tiene una capacidad motriz normal, ausencia de comportamientos agresivos, y unas posibilidades de desarrollo "enormes", seg¨²n el psic¨®logo del centro de educacion especial madrile?o al que asiste. En Estudio 3 comparte clase con ocho chavales m¨¢s, ninguno con el mismo trastorno.
Con Manuel hay otros tres ni?os autistas en Estudio 3. Cuando llega la hora del recreo y los peque?os salen al patio, se mantienen apartados del resto. Juega con un carromato que llena y vac¨ªa de tierra una y otra vez. Si alguien le quita el juguete, lo sigue. Pero ni se fija en la persona.
Es uno m¨¢s, pero con diferencias. Casi nunca se integra en la rutina de la clase, permanece solo en una esquina, jugando, "un poco a su aire". Los profesores intentan llamar su atenci¨®n, pero apenas reacciona. Su proceso de adaptaci¨®n al centro, al que entr¨® por recomendaci¨®n de ?ngel Rivi¨¦re en septiembre, ha sido sin embargo "asombroso". Ahora "hace caso, que ya es bastante", confiesa una de sus cuidadoras.
Pero Manuel s¨®lo participa en las actividades que despiertan su inter¨¦s. Como la del martes pasado en la clase de expresi¨®n pl¨¢stica. Un papel de estraza gigante hac¨ªa de cueva para los ni?os, que deb¨ªan guarecerse de una lluvia imaginaria. El peque?o empez¨® a sacar juguetes de una caja nada m¨¢s llegar a la clase. Pero al rato, cuando sus compa?eros ya estaban a resguardo y las monitoras hab¨ªan repetido decenas de veces su nombre, el ni?o reaccion¨®. No dur¨® mucho. En minutos, el inter¨¦s hab¨ªa desaparecido y el ni?o volvi¨® a sus juegos solitarios.
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