?Qu¨¦ le parece insoportable?
En muchos pa¨ªses europeos, no s¨®lo en Espa?a, se est¨¢n estudiando sistemas para reducir el crecimiento de los gastos sanitarios. Se dice que el Estado no podr¨¢ seguir manteniendo indefinidamente un sistema que proporciona asistencia sanitaria y medicamentos al 100% de la poblaci¨®n y que hay que reducir algunas prestaciones y lograr que el paciente pague directamente una parte, por peque?a que sea, del gasto que ocasiona.La sanidad p¨²blica se financia con las cotizaciones de empresarios y trab¨¢jadores y la aportaci¨®n directa del Estado; est¨¢ gestionada por la Administraci¨®n, central o auton¨®mica; y su coste total supone un 7,3% del PIB (datos de 1993). Es decir, el 7,3% de toda la riqueza que se genera en este pa¨ªs en un a?o se dedica a conseguir que todos los ciudadanos reciban la asistencia sanitaria y farmac¨¦utica que precisen. (En Francia es un 9,8%; en Alemania, un 8,6% y en Italia, un 8,5%). Se podr¨ªa decir que el 7,3% de todo lo que ha producido usted en un a?o se dedica a financiar la sanidad p¨²blica. ?Le parece insoportable?
En Estados Unidos el sistema es diferente. Es cierto que unos 40 millones de personas no disponen ni del seguro Medicare por el que el Estado garantiza cierta asistencia a mayores de 70 a?os y minusv¨¢lidos, pero la inmensa mayor¨ªa recibe asistencia sanitaria, como los europeos, porque pr¨¢cticamente todas las empresas ofrecen a sus empleados un seguro m¨¦dico privado que contrata en bloque. (La vinculaci¨®n entre seguro m¨¦dico y empleo es una de las razones por las que la situaci¨®n de paro es m¨¢s intolerable en Estados Unidos que en Europa y por la que el ¨ªndice de desempleo incide en el de mortalidad infantil). El Estado no participa en la financiaci¨®n de estos seguros, salvo indirectamente, ya que exime a las empresa de pagar impuestos por la cantidad que dedique a ese cap¨ªtulo.
En total, el 14,3% de toda la riqueza que genera Estados Unidos en un a?o s¨¦ gasta en atenci¨®n sanitaria. El doble de lo que dedicamos los espa?oles y casi cinco puntos m¨¢s que el m¨¢s generoso de los Estados de bienestar europeos.
Diferentes son tambi¨¦n las prestaciones que reciben los ciudadanos norteamericanos, seg¨²n el seguro que su empresa haya suscrito. Se supon¨ªa que la competencia entre las empresas de seguros har¨ªa que se fuera ampliando la lista de prestaciones y bajando el precio de la prima, pero la realidad demuestra lo contrario.
Es cierto que en los tres ¨²ltimos a?os se ha producido un ahorro, pero a¨²n as¨ª el ritmo de crecimiento del gasto es uno de los m¨¢s altos del mundo (en 1985 era s¨®lo del 10,8% del PIB). Adem¨¢s, la lista de prestaciones no se ha incrementado sensiblemente. El seguro de los empleados de fincas urbanas en Nueva York, por ejemplo, cubre un parto, pero si los padres quieren que el beb¨¦ sea examinado al nacer por un pediatra tendr¨¢n que abonarlo de su bolsillo. En Estados Unidos se vacuna menos a los ni?os que en China, porque muchos seguros no cubren este servicio, y se queda ciego el doble de diab¨¦ticos que en Europa porque tampoco cubren revisones oft¨¢lmicas peri¨®dicas.
La irritaci¨®n de los norteamericanos con su sistema de seguros m¨¦dicos no es exclusiva de un sector de la poblaci¨®n. Muchas grandes empresas han hecho llegar al presidente su malestar por la enorme cantidad de dinero que tienen que destinar a la atenci¨®n sanitaria de sus trabajadores, superior a las cotizaciones de las empresas europeas, sin adem¨¢s recibir un servicio adecuado. Las quejas sirvieron al menos para que Clinton, que ech¨® atr¨¢s en su primer mandato una reforma sanitaria m¨¢s profunda, se animara a pedir al Congreso que imponga a las aseguradoras una lista de servicios m¨ªnimos. Parece que hasta Washington empieza a creer que la competencia no sirve para todo y que hay cosas, de verdad, insoportables.
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