Tardes sin colegio
EN UNA discreta mesa de negociaci¨®n y a falta de un acuerdo definitivo, el Ministerio de Educaci¨®n ha decidido conceder a los sindicatos de profesores algo que la mayor¨ªa de ellos ni siquiera ped¨ªa en este momento: la jornada continua o intensiva. Los colegios de primaria que as¨ª lo soliciten (con el apoyo del 75% de los padres) s¨®lo dar¨¢n clase por la ma?ana. Las tardes se reservan te¨®ricamente para actividades complementarias. Por respetable que sea el cometido de los sindicatos, no es de recibo que una medida de esa trascendencia educativa, familiar, social e incluso pol¨ªtica se despache de puertas adentro como si fuera un tr¨¢mite corporativo.No es descabellado imaginar las circunstancias combinadas que pueden hacer de la jornada continua un peligro objetivo para la ense?anza p¨²blica en Espa?a. Si cuesta un triunfo obtener financiaci¨®n para el programa acad¨¦mico, ?de d¨®nde saldr¨¢ el dinero para actividades vespertinas como ingl¨¦s, inform¨¢tica, m¨²sica, ajedrez o deporte? Ni los ayuntamientos, ni las asociaciones de padres, ni el Gobierno pueden garantizar que habr¨¢ recursos suficientes como no sea directamente a escote de los usuarios. Y sin dinero s¨®lo quedan los voluntarios y las organizaciones no gubernamentales, cuyo m¨¦rito no basta para vertebrar un servicio educativo de calidad. Lo que se adivina al final se parece bastante a un mont¨®n de colegios cerrados por las tardes a causa de una mezcla de demanda escasa y oferta inexistente.
En ausencia de razones de peso, no se entiende esta disposici¨®n del Gobierno a las tardes sin clases, salvo que se trate de favorecer a los colegios que seguir¨¢n abriendo por la tarde: los privados y los concertados. Dicho de otra forma: centros en su mayor¨ªa religiosos. Pr¨¢cticamente la totalidad de los centros concertados tienen jornada partida, actividades complementarias por la tarde y deportes los fines de semana. La vieja funci¨®n de guarder¨ªa de los colegios -que tanto escuece a profesores y sindicalistas- debe ser revisada y sustituida por un concepto de servicio educativo mucho m¨¢s amplio que la ense?anza de las asignaturas y la vigilancia de los recreos. Ahora bien, tambi¨¦n hay que decir que, en esta competencia que se adivina, la ense?anza p¨²blica ha de ser capaz de atraer alumnos por su calidad y no s¨®lo por los precios; lo que implica la activa cooperaci¨®n de los ense?antes.
Alemania, Dinamarca y Austria son los ¨²nicos pa¨ªses de la Uni¨®n Europea que tienen jornada intensiva, aunque los dos primeros disponen de abundantes actividades vespertinas. En Espa?a la jornada continua est¨¢ implantada, sobre todo en dos comunidades: Andaluc¨ªa y Canarias. Sin llegar a establecer una relaci¨®n de causa-efecto, s¨ª hay que se?alar que son las dos autonom¨ªas con peor rendimiento escolar en primaria, seg¨²n los datos del Instituto Nacional de Calidad y Evaluaci¨®n.
Como otras veces, la ministra Aguirre se agarra al hecho de que los socialistas ya lo hicieron primero para fundamentar su decisi¨®n, basada en la prisa por firmar m¨¢s que en el sosegado an¨¢lisis. Pero la ministra deber¨ªa tener en cuenta que los actuales responsables educativos andaluces muestran muy poco entusiasmo por la experiencia, aunque, una vez establecido el sistema, resulta poco menos que imposible la marcha atr¨¢s debido a la resistencia de los ense?antes. Precisamente por eso la medida deber¨ªa analizarse con sumo cuidado antes de su implantaci¨®n a escala nacional.
La experiencia hace asomar pocas ventajas a cambio de una acumulaci¨®n de problemas nada desde?ables: cansancio y peor rendimiento de los alumnos; peligro de que algunos comedores escolares dejen de funcionar; abandono por parte de los profesores de sus obligaciones de coordinaci¨®n docente, tutor¨ªa del alumno y atenci¨®n a los padres; imposibilidad pr¨¢ctica de acoger a todos los alumnos en las actividades complementarias; descoordinaci¨®n de horarios entre los centros de la misma zona, con los consiguientes agravios comparativos entre profesores. Y todo ello sobre el fondo de una estructura social no preparada para la jornada escolar continua, especialmente cuando muchos padres y madres trabajan en jornada partida. ?O con esta medida estamos ante una nueva se?al del conservadurismo que pretende que las madres se queden en casa?
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