Un regalo de primavera
Franck Vandenbroucke, el joven prodigio belga, gana la Par¨ªs-Niza
Dicen los que han corrido la Par¨ªs-Niza detr¨¢s de ¨¦l que a Laurent Jalabert le ha sal¨ªdo un sosias. Rubio en vez de moreno, belga en vez de franc¨¦s, patizambo y de aspecto fr¨¢gil en vez de recio y compacto, pero un sosias al fin y al cabo: los mismo gestos, el mismo derroche de clase y superioridad, la misma ambici¨®n. Se trata de Franck Vandenbroucke, la gran esperanza belga que ha ganado la primera carrera importante del a?o y ya exige: "Espero que nadie diga ya que soy una promesa". Y como exige la liturgia del caso, Vandenbroucke se ha afirmado al mismo tiempo que ha derrocado a su modelo, quien no ha podido ganar su cuarta Par¨ªs-Niza consecutiva. Eso refleja, teatralmente, la clasificaci¨®n general: 1? Vandenbroucke, 2? Jalabert. Vandenbroucke, 23 a?os; Jalabert, 29. Ya est¨¢n los avispados lanzando el mensaje: el relevo generacional le ha llegado al franc¨¦s dominador de los ¨²ltimos a?os. Pero no, no corran tanto.Atendamos a los hechos. A favor del belga: Vandenbroucke, al estilo Jalabert, ha llevado el maillot blanco de l¨ªder desde el pr¨®logo; insultante de forma y clase ha dominado las etapas duras a su antojo; ha respondido personalmente a todos los ataques, que han sido muchos. Y lo ha hecho tan sobrado, tan sin despeinarse, que algunos incluso hablan de estilo Merckx, sobre todo cuando el viernes, harto de tener que levantarse cada dos por tres para ir a cazar a alg¨²n atacante, se convirti¨® ¨¦l mismo en atacante, se adelant¨® unos metros sin que nadie pudiera seguirle y se volvi¨® hacia atr¨¢s, como diciendo "?y ahora qu¨¦?". Ahora la calma. Un gesto de can¨ªbal, de gran campe¨®n.
Miremos, sin embargo, desde el lado de Jalabert. El franc¨¦s, enfermo de gripe una semana antes, hizo de tripas coraz¨®n para intentar su cuarta Par¨ªs-Niza. No estando en su mejor momento, sab¨ªa que si alguien estaba en super forma ser¨ªa imposible, pero aun as¨ª lo intent¨®. Y lo intent¨® todo su equipo, la ONCE, pero in¨²tilmente. As¨ª que se puede entender que no ha sido una lucha de igual a igual. "Esperemos a las grandes cl¨¢sicas, cuando Vandenbroucke se enfrente a los mejores ciclistas en su mejor forma. Entonces podremos sacar conclusiones", dice un ciclista espa?ol que ha corrido en la Par¨ªs-Niza. Pero quiz¨¢s ni entonces. Los ¨²ltmos, desconcertantes a?os, han estado plagados de ciclistas-cometa. Ascensi¨®n fulgurante, explosi¨®n nunca m¨¢s se supo. ?Ser¨¢ Vandenbroucke uno de ellos? Quiz¨¢s su historia d¨¦ una respuesta.
La primera decisi¨®n que tom¨® el joven belga fue, metaf¨®ricamente, "matar a su padre", en la realidad a su t¨ªo. Dicen que todo genio que se precie debe liberarse a la m¨¢s tierna edad de la tutela paterna, sobre todo si el tutor ha profesado el mismo arte. Franck, sobrino de Jean Luc Vandenbroucke, uno de los cl¨¢sicos ciclistas belgas de los a?os 70, empez¨® a correr como profesional en 1994 en el Lotto, dirigido precisamente por su t¨ªo y en el que su padre hac¨ªa de mec¨¢nico. Ten¨ªa 19 a?os. Era un ni?o prodigio. Una historia que llenaba de alegr¨ªa el coraz¨®n de los belgas: el sucesor de Merckx, acunado por su t¨ªo. Qu¨¦ bonito. ?D¨®nde mejor iba a aprender los arcanos de su arte? Fuera, decidi¨® el joven un a?o despu¨¦s. Fue una separaci¨®n tormentosa, un divorcio con intervenci¨®n judicial incluida. Pero Franck se sali¨® con la suya. Fich¨® por el Mapei. El superequipo del momento.
Fueron a?os duros. De cuerpo fr¨¢gil -1,78 de altura y 64 kilos-, la carcasa del joven Vandenbroucke no soportaba la potencia de su coraz¨®n veintea?ero. Se convirti¨® en el t¨ªpico corredor fugaz, de destellos de clase -victorias explosivas en carreras menores, Vuelta al Mediterr¨¢neo, Vuelta a Austria, y en semicl¨¢sicas, Laigueglia- Todos temieron un estancamiento. Entonces su rodilla hizo crac. Se pens¨® en lo peor. El invierno 96-97 lo pas¨® recuper¨¢ndose. El 97 fue un a?o perdido. No progresaba. En el Tour mostr¨® muchos l¨ªmites en alta monta?a. Ser¨ªa uno bueno, pero uno m¨¢s, pronosticaron los pesimistas. No conoc¨ªan el car¨¢cter de Franck, pese a que lo hab¨ªa ense?ado repetidas veces. No, no era el ni?o mimado; no era el play boy guaperas s¨®lo preocupado por lo que dicen que es lo ¨²nico que aparentaba con su flequillo al aire, no. Era un ciclista profesional. Se entren¨® m¨¢s duro que nunca el pasado invierno, prob¨® con sesiones de musculaci¨®n. Convirti¨® su fragilidad en una coraza, y ah¨ª est¨¢. Dominando contrarreloj, monta?a y media monta?a. Haciendo de Jalabert. Y dentro de una semana, cara a cara, en la Mil¨¢n-San Remo, y despu¨¦s en la Lieja, y en la Flecha Valona. ?Hasta cu¨¢ndo? ?Y el Tour tamb¨¦n? ?El nuevo Eddy Merckx? ?Es posible un can¨ªbal en los tiempos que corren?
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