Conciencia musical del siglo XX
Tres grandes nombres deciden los perfiles musicales del siglo XX en sus l¨ªneas de avance: Claude Debussy, Arnold Sch?nberg e Igor Stravinski. Si la influencia del franc¨¦s y del ruso fue inmediata, la de Sch?nberg se produce cuando ¨¦l y sus principales seguidores han desaparecido. Sch?nberg, emigrado a Estados Unidos desde el acceso de Hitler al poder, fallece en 1951; Anton Webem cae a manos de un soldado americano cuyo alto no obedeci¨®, en 1945; Alban Berg hab¨ªa muerto en 1935 a consecuencia de la picadura de una abeja.La trascendental trinidad, bautizada como "segunda escuela de Viena", conoci¨® en vida el triunfo aislado, mas no lleg¨® a percibir la enorme presi¨®n que sus teor¨ªas y sus obras iban a ejercer a partir de los a?os cincuenta. Anteriormente, la fuerza del genio stravinskiano y los notables compositores que se movieron en torno a Par¨ªs hac¨ªan dif¨ªcil la aceptaci¨®n del nuevo credo cuando ofrec¨ªa una enorme carga de angustia frente a la brillantez de los nacionalistas cruzados de impresionismo e impulsados por la r¨ªtmica de Stravinski.
La corriente vienesa, en cambio, se deriva de un expresionismo nocturnal, ps¨ªquico y hasta psicoanal¨ªtico que, al combinarse con las viejas tradiciones centroeuropeas, deviene en mensaje abstracto, inquietante, amargo, desesperanzado y, por si fuera poco, rompedor de los datos constitutivos de la ideolog¨ªa y los procedimientos musicales con ra¨ªz en Bach. Al prohibirse a s¨ª mismos la efusi¨®n mel¨®dica seg¨²n los principios de la tonalidad, los de Viena muestran un contralenguaje dif¨ªcilmente asimilable por el p¨²blico de todos los d¨ªas. Tras la negaci¨®n que supuso el mero atonalismo, Sch?nberg construye el sistema dodecaf¨®nico que Berg dilata y Webern apura y condensa en su no largo, pero s¨ª ejemplar cat¨¢logo.
Las nuevas generaciones se lanzan a la aventura tras aquello capaz de quebrar la continuidad de est¨¦ticas y t¨¦cnicas agostadas o cansinas. El viaje a Darmstadt se hace peregrinaci¨®n y la actitud desde?osa hacia el anteayer se toma principio. Ahora estamos si no en el fin de tan largo proceso, s¨ª en la persecuci¨®n de soluciones capaces de asimilar el pasado inmediato y el remoto y, como consecuencia, ante la necesidad de conquistar la libertad de creaci¨®n como hecho individual. Sin embargo, queda en la historia, junto a muchas partituras aceptadas y aplaudidas por la nueva audiencia, la dif¨ªcil y admirable batalla de cuantos osaron ser primeros en la descubierta de unas galer¨ªas de dificil acceso y curso e ignorada meta. S¨®lo por ello ya merecer¨ªa Arnold Sch?nberg la gloria de los hombres fuera de serie, m¨¢s l¨²cida y real si adem¨¢s, como reconoc¨ªa Manuel de Falla, se trata de un inmenso creador de bellezas in¨¦ditas y de un maestro riguroso de ¨¦tica art¨ªstica y humana. Sch?nberg dio ciencia y arte a un tiempo del que tambi¨¦n fue su conciencia.
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