Aznar se queja ahora de que la opini¨®n p¨²blica dicte sentencia antes que los tribunales
ENVIADO ESPECIALJos¨¦ Mar¨ªa Aznar hizo propias ayer en Montevideo las cr¨ªticas de Felipe Gonz¨¢lez a los jueces estrella, a los juicios paralelos en los medios de comunicaci¨®n y a la falta de garant¨ªas que padecen algunos ciudadanos ante esas campa?as. Ahora, cuando los jueces empiezan a llamar a las puertas de destacados miembros del PP, como el senador Francisco Tomey o el consejero de la Comunidad de Valencia Luis Fernando Cartagena, el presidente se queja de que hay "juicios que se celebran no al amparo de la ley, sino al amparo de las sensaciones p¨²blicas, que son pr¨¢cticamente sentenciados antes por los medios que por los tribunales". Lejos queda la reflexi¨®n de Francisco ?lvarez Cascos, quien recomend¨® a la justicia que dictara sentencias acordes con los veredictos de los ciudadanos si no quer¨ªa perder prestigio.
El discurso del presidente del Gobierno ante la Suprema Corte de Justicia de Montevideo marca la nueva preocupaci¨®n del Partido Popular: la justicia. De hecho, cuando en una conferencia de prensa posterior se le pregunt¨® sobre el suplicatorio enviado por el Supremo al Senado sobre Francisco Tomey, senador y presidente de la Diputaci¨®n de Guadalajara, Aznar, a modo de respuesta, lo relacion¨® con el "poder medi¨¢tico" y subray¨® que el suplicatorio no supone necesariamente que exista corrupci¨®n.Antes de iniciar sus cr¨ªticas a la influencia de los medios de comunicaci¨®n en la justicia y a los jueces estrella reconoci¨® que sab¨ªa que se adentraba en un terreno que "no era pol¨ªticamente correcto"; agreg¨® que a ¨¦l no le importaba nada "andar por esos terrenos", y ech¨® a correr.
"Ser¨ªa absurdo" pensar, dijo se?alando a las c¨¢maras de televisi¨®n que filmaban el acto, "que todo esto, el poder medi¨¢tico, influya en Gobiernos, Parlamentos, en las relaciones internacionales y no influya en la Justicia. El riesgo es que cuando se producen determinados acontecimientos se abran juicios, no al amparo de la ley, sino al amparo de las sensaciones p¨²blicas, que son practicamente sentenciados antes por los medios [de comunicaci¨®n] que por los tribunales".
Tras los juicios paralelos denostados por su antecesor, Felipe Gonz¨¢lez, le toc¨® el turno a los jueces estrella: "Pueden existir miembros de los tribunales que tengan una razonable aspiraci¨®n al estrellato social a costa, naturalmente, de la utilizaci¨®n indebida de los medios. Todos esto puede crear inseguridad en la sociedad". Y a?adi¨®: "El juez es un ciudadano m¨¢s, pero no hay ning¨²n ciudadano que, con la ley en la mano, pueda privar a otro de su propiedad o de la libertad. Es un ciudadano m¨¢s, no un ciudadano cualquiera".
Aznar pide ahora a la tarea jurisdiccional "grandes dosis de reflexi¨®n, discreci¨®n, prudencia y anonimato, que no significa ocultaci¨®n o falta de transparencia, sino que se cumplan internamente, cabalmente, las reglas de independencia y las reglas morales de una profesi¨®n tan noble".
Esta imprevista andanada de Aznar contra los jueces estrella, y la influencia que las campa?as de prensa tienen en la Justicia, contradice otras tesis defendidas desde el Partido Popular y que capitane¨® su vicepresidente pol¨ªtico, Francisco ?lvarez Cascos, cuando a¨²n estaban en la oposici¨®n. El 10 de septiembre de 1995, ?lvarez Cascos proclam¨® que la justicia se jugaba su prestigio en el caso GAL, si la sentencia que finalmente dictaba no era acorde "con el veredicto de los ciudadanos".
Pero ayer Aznar marc¨® otra distancia con su vicepresidente. Le preguntaron s¨ª estaba al corriente de la correspondencia entre el abogado de Jos¨¦ Amedo y ?lvarez Cascos sobre las promesas de indulto al ex-policia por su colaboraci¨®n en la instrucci¨®n de un nuevo sumario sobre el GAL; una correspondencia que se produjo en fechas cercanas a las citadas declaraciones de Cascos sobre el prestigio justicia. Aznar rechaz¨® la pregunta con una risa nerviosa. "Yo recibo mucha correspondencia, pero no recibo la que no es m¨ªa. Y adem¨¢s no s¨¦ la que tienen los dem¨¢s". A?adi¨®, para zanjar la pregunta, que esa cuesti¨®n "est¨¢ fuera de lugar".
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