?Todos contentos, se?ora ministra?
Volvi¨® Verdi, al fin, al Teatro Real. Era una cita esperada y Garc¨ªa Navarro se encarg¨® de calentar a¨²n m¨¢s el encuentro con unas declaraciones previas en las que afirmaba que las funciones de Un ballo in maschera iban a ser como el modelo de la pol¨ªtica del Real. Efectivamente, no hay ni rastro de Lissner en la elecci¨®n del t¨ªtulo, ni en la selecci¨®n del reparto, ni en el alquiler de la producci¨®n esc¨¦nica. El equipo del Real se enfrentaba, con todas sus consecuencias, a su destino.La representaci¨®n, dig¨¢moslo de entrada, fue absolutamente decepcionante, globalmente y por secciones: sin tensi¨®n, contrastes, ni esp¨ªritu verdiano en la direcci¨®n musical; con una alarmante falta de recursos en la direcci¨®n teatral; y con un reparto vocal (salvo un par de excepciones) totalmente inadecuado.
Un ballo in maschera
De Verdi.Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Director Musical: Garc¨ªa Navarro. Coro de Valencia. Director: Francisco Perales. Producci¨®n de la ¨®pera Nacional de Par¨ªs, 1992. Con Alberto Cupido (Riccardo), In¨¦s Salazar (Amelia), Juan Pons (Renato), Ewa Podl¨¦s (Ulrica) y Mar¨ªa Jos¨¦ Moreno (Oscar). Teatro Real, 19 de marzo.
D¨²o g¨¦lido
La pasi¨®n del Trist¨¢n e Isolda verdiano -como Massimo Mila llama a Un ballo in mascherano apareci¨® por ning¨²n lado. El maravilloso d¨²o l¨ªrico del segundo acto fue g¨¦lido en su realizaci¨®n, con un tenor y una soprano anodinos: ¨¦l por l¨ªnea de canto err¨®nea; ella por inexpresividad. Para colmo, desde la primera frase se vi¨® que la extraordinaria contraalto Ewa Podl¨¦s estaba en el papel de Urica como un elefante en una cacharrer¨ªa: fuera de sitio, fuera de estilo. De Pons, con dificultades y fatiga en su aria del tercer acto, vinieron los acentos verdianos m¨¢s nobles de la noche, mientras Mar¨ªa Jos¨¦ Moreno sac¨® a flote su instinto musical, convirti¨¦ndose, si me apuran, en la triunfadora de la noche.No fue una funci¨®n desastrosa sino, lo que es peor, insignificante, triste, bajo m¨ªnimos, aburrida. ?Hay algo m¨¢s aburrido que una ¨®pera sin emociones? Garc¨ªa Navarro, que recibi¨® sus primeros abucheos en el Real, dej¨® bien claras sus limitaciones; y en cuanto a la direcci¨®n esc¨¦nica dej¨® escapar con torpeza hasta el brillante baile de m¨¢scaras final.
La ministra de Cultura declar¨® el pasado lunes en este peri¨®dico que los aficionados a la ¨®pera estaban muy contentos con la marcha del Real y abarrotaban todas las funciones. Esto ¨²ltimo es, desde luego, innegable. Despu¨¦s de la representaci¨®n de Un Ballo in maschera, lo primero, con el debido respeto y consideraci¨®n, es m¨¢s susceptible de duda.
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