El ruedo ib¨¦rico
Nuestro genial Valle-Incl¨¢n inici¨® un ciclo novel¨ªstico, desgraciadamente inconcluso, bajo esta afortunada denominaci¨®n con el prop¨®sito de abarcar la historia espa?ola desde la ca¨ªda de Isabel II hasta la proclamaci¨®n de Alfonso XIII. No obstante, las dos ¨²nicas novelas de la serie que lleg¨® a publicar, La corte de los milagros (1927) y Viva mi due?o (1928), as¨ª como la parte de la tercera, Baza de espadas, que public¨® en el diario El Sol de Madrid a lo largo de 1933, han quedado como el m¨¢s genuino paradigma hisp¨¢nico de nuestra politiquer¨ªa nacional junto con sus piezas esperp¨¦nticas, al menos en determinadas esferas p¨²blicas y period¨ªsticas dada la tremenda expresividad de sus t¨ªtulos, cuyo m¨¢s fiel reflejo lo hallamos en la c¨¦lebre obra de Bernard Mandeville, La f¨¢bula de las abejas: o vicios privados, beneficios p¨²blicos (1714), instructivo escrito de referencia obligada en cualquier estudio o reflexi¨®n sobre utilitarismo y filosof¨ªa moral. Cu¨¢nto podr¨ªan aprender de ¨¦l polit¨®logos, pol¨ªticos, periodistas y simple personal de a pie.Apenas basta un vistazo sobre nuestro peculiar y genuino ruedo ib¨¦rico para descubrir que muchos de nuestros m¨¢s populares e influyentes "comunicadores" (?), desde,una perspectiva falsamente "moderna" -o "progre", desde la otra acera-, pretenden establecer una r¨ªgida e infranqueable divisoria -s¨®lo cuando a ellos les conviene- entre los "vicios" privados practicados y los ansiosos "beneficios", tan negados como perseguidos, o las "virtudes" p¨²blicas c¨ªnicamente proclamadas. ?Debe ser as¨ª? El caso de un celeb¨¦rrimo periodista es un buen ejemplo de lo dicho. ?Tienen algo que ver las peculiares y privad¨ªsimas pr¨¢cticas ¨ªntimas (all¨¢ se las componga con su desairada mujer) de tan ilustre e influyente personaje p¨²blico con sus "eficaces" (para unos m¨¢s, para otros menos) campa?as de transparencia en la gesti¨®n p¨²blica ... ? ?Acaso no habr¨ªan producido o producen en tan esforzado cruzado m¨¢gico de plaitex la necesaria descarga de tensi¨®n, tan "funcional" para poder proseguir su santa cruzada de higiene moral (para unos, para otros m¨¢s bien lo contrario) a juzgar por su incombustible perseverancia? Y es que hay un viejo mandamiento al que es forzoso ajustarse sin titubeos: "No quieras para otro lo que no quieras para ti". Es muy d¨ªficil, cuando todo se revuelve, separar el trigo de la paja. Cu¨¢nto m¨¢s si se trata de mierda que, como sabiamente le dijo Don Quijote a Sancho Panza..., "peor es meneallo". (Parece in¨²til aclarar que la mierda se recoge, se limpian las partes afectadas y se arroja al inodoro, pero no se revuelve). En este pa¨ªs, en cuanto uno aparta las narices de los excrementos, cae inmediatamente sobre ¨¦l la sospecha de querer ocultarlos. Entre eso y deleitarse en paladearlos hay una diferencia sustantiva salvo para el copr¨®fago. Y es que hay aficiones sexuales y sentido de la ¨¦tica y de la est¨¦tica para todos los gustos.
De nuevo el espect¨¢culo, el esperpento nacional, el sangrante ritual del ruedo ib¨¦rico. ?Son "realmente" de fiar personalidades p¨²blicas que aguantan como aguantan, a pesar de lo que les est¨¢ cayendo encima, sin que se les mueva un m¨²sculo de la cara? Al parecer les va "la marcha", pues, si no, ?c¨®mo comprender la incontinente productividad period¨ªstica y apabullante presencia del susodicho en tertulias y saraos de todo tipo? Qu¨¦ gran verdad dijo Fraga-quiz¨¢ la ¨²nica-, entonces tan criticada: "Gobernar es resistir". 0 la de Cela: "Quien resiste, gana". ?No es un inmejorable ejemplo el mencionado de c¨®mo del "vicio privado" se hace "p¨²blica virtud?" ?D¨®nde empiezan los unos y d¨®nde acaban las otras? ?Acaso es tan n¨ªtida la l¨ªnea de demarcaci¨®n como para que no d¨¦ lugar al menor equ¨ªvoco? ?Es privada o p¨²blicamente (?) decente conspirar" (v¨¦ase el diccionario de la RAE) y, a toro pasado y antes de que se haga p¨²blica la trama, los fines, los part¨ªcipes, et c¨¦tera, descolgarse denunciando a los propios compa?eros ("chivato acusica la rabia te pica") y poner cara de no haber roto un plato despu¨¦s de lanzar semejante pedrada al cubil donde los ¨¢spides en animada tertulia denigratoria se inoculan su propio veneno alternativamente y sin peligro alguno dada la blindada inmunidad alcanzada desde hace ya luengos a?os? Cr¨ªa fama y ¨¦chate a dormir. ?Hasta cu¨¢ndo van a seguir engordando sus bolsillos a costa de proseguir crispando y cargando irresponsablemente el ambiente estos caducos miembros del "Parlamento de papel", esa cama redonda period¨ªstico -pol¨ªtica inevitablemente constituida durante la transici¨®n y en la lucha conjunta por las libertades pero totalmente obsoleta tras veinte a?os de democracia? ?C¨®mo calificar la manifiesta intenci¨®n de torcer o forzar el resultado de las urnas en la mejor tradici¨®n del fundador del fascismo hispano para quien su mejor destino era el de ser rotas si el resultado contrariaba sus intereses y aspiraciones? Esto no es una broma aunque sus personajes, tanto los protagonistas principales como los comparsas y figurantes, sean de chiste.
?Es acaso p¨²blica virtud insultar, ridiculizar y ensuciar a diario no tanto las ideas y proyectos contrarios del enemigo o adversario supuesto o fingido sino el buen nombre de quien hasta ayer mismo era insigne miembro de nuestro mismo clan, dilect¨ªsimo amigo, grand¨ªsima persona, maestro de periodistas, genio del idioma, y al que se halagaba sin freno ni medida hasta provocar la n¨¢usea ajena? ?Es de fiar un personaje que declama con extrema unci¨®n bellas poes¨ªas y se proclama el m¨¢s humilde obrero de la pluma conociendo su incontinente vanidad, su soberbia inconmesurable, su lucha tit¨¢nica y constante por figurar, por entrar en el sanctasanct¨®rum adulando y favoreciendo sin descanso ni medida a quienes, llegado el momento, habr¨ªan de elegirle miembro de tan docta casa y, paralelamente, era capaz de desencadenar las campa?as de desprestigio y difamaci¨®n m¨¢s terribles y miserables sobre quienes osaban u osan interponerse en su camino o dudan de sus tan autoproclamados talentos? Qu¨¦ decir del resto de conjurados o tontorrones compa?eros de viaje que descubren ahora con Mandeville que "nadie es tan salvaje que no le ablanden las alabanzas, ni tan vil como para soportar pacientemente el desprecio". Vaya escandalera, qu¨¦ jaur¨ªa... de grillos. Qu¨¦ grand¨ªsimo esperpento: "El rey de los bobos o el gominas, el travestido, el biuti, do?a pava, el gnomo, cara de acelga, el notorio y la abuela desalmada". Al final Dios los cr¨ªa y ellos se juntan y se desjuntan en funci¨®n de qui¨¦n sea el pagano. Qu¨¦ pa¨ªs, qu¨¦ paisaje y, sobre todo, ?qu¨¦ paisanaje!
?Es acaso p¨²blica virtud calumniar, difamar, y escarnecer desde la prepotencia y la infinita soberbia a quien no forma parte de la camorra ni dispone de las mismas armas medi¨¢ticas para defenderse? Y, a¨²n m¨¢s, hacerlo en nombre de la libertad, de la justicia y de la independencia ... ? Cu¨¢ntos cr¨ªmenes se cometen
Pasa a la p¨¢gina siguiente
Viene de la p¨¢gina anterior
bajo tan dorados palios sin que se conmuevan lo m¨¢s m¨ªnimo sus beat¨ªficos propulsores hoy conmovidamente arrepentidos (?o no?) de haber santificado la carnicer¨ªa del 36. Ya est¨¢ bien de pretendidos periodistas, politicastros, nominales hombres de paz, negociantes de alcurnia deste?ida e intelectuales de sal¨®n que se creen poco menos que renacidos "salvadores de la patria" que, como dijo el gran Dionisio Ridruejo de ellos, habr¨ªa que fusilarlos a todos al amanecer y sin formaci¨®n de causa (naturalmente con balas de fogueo). ?Cu¨¢ndo terminar¨¢ -Dios de los Ej¨¦rcitos- toda esta indecente carraca de feria y nos dejar¨¢n concentramos en nuestro trabajo?
Coreemos todos: "the answer, my friend, is blowin' in the wind", como cantaban Bob Dylan y Joan B¨¢ez en los primeros sesenta antes de buscar ambos las respuestas en instancias m¨¢s vicarias de "El que todo lo puede". Al poco de tanto canto explotaron muchedumbres de j¨®venes ut¨®picos y generosos radicalmente cr¨ªticos con la sociedad que les tocaba vivir y proclamaron en las paredes de La Sorbona: "0 gentils messieurs de la politique vous abritez derri¨¦re vos regards vitreux un monde en voi de destruction. Criez, criez, on ne saura jamais assez que vous avez ¨¦t¨¦ castr¨¦s". El "mito" de una Revoluci¨®n salvadora de la Humanidad se desplomaba ante sus pies pero persist¨ªan en llevarla a cabo en las personas antes que en las cosas, "que lo primero es ser hombre y, lo segundo poeta", como cantaba Yupanqui.
Pero, volviendo al principio, no nos pongamos "estupendos" como Valle-Incl¨¢n pon¨ªa en boca de don Latino de Hispalis dirigi¨¦ndose al gran Max Estrella en Luces de bohemia que, por aquello de in vino veritas, dec¨ªa un tanto estent¨®reamente verdades como pu?os. Sigamos el buen consejo de aquellos ilusos que, siempre autocr¨ªticos, escrib¨ªan en los muros del Ode¨®n: "Ne nous attardons pas au spectacle de la contestation mais passons ¨¢ la contestation du spectacle". Podr¨ªamos empezar por decidimos tambi¨¦n nosotros (no s¨¦ si pocos o bastantes pero cuantos m¨¢s mejor) por pasar a la acci¨®n y "conspirar" un poco y, en alegre y estimulante contubernio, ya que "contra esto y aquello" (Unamuno) "se vive mejor" (Umbral), y organizar una ONG cuyos miembros asumir¨ªan el firme compromiso de no leer libelos o simples mamarrachadas, desconectar radios y cadenas de televisi¨®n amarillos y pringosos (a ver si quiebran o cierran de una vez) y abandonarnos un poco, debidamente acompa?ados de buena m¨²sica y no de esa fanfarria ensordecedora, en los brazos metaf¨®ricos de Valle-Incl¨¢n (para conocer al menos el origen de nuestras propias miserias) o de Mandeville, cuya obra influy¨® en autores como Hume, Voltalre, Rousseau, Montesquieu o Smith. Su lectura es sin duda m¨¢s instructiva que toda esa caterva de vuelaplumas y boquirrotos de tres peras al cuarto que podr¨ªan aprender con Mandeville, previa comprensi¨®n de las propias pasiones, a distinguir al menos entre la virtud y el vicio y cu¨¢n ¨²til puede ser, a veces, el vicio p¨²blico y cu¨¢n risible el privado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.