Lealtad y beater¨ªa constitucional
Lealtad significa cumplimiento de lo que exigen las leyes; pero no de su literalidad, sino de las leyes de la fidelidad, es decir, de la observancia de la fe que uno debe a otro o a alguna cosa. Por el contrario, beater¨ªa significa acci¨®n de afectada virtud. En consecuencia, la beater¨ªa constitucional consiste en la escrupulosa, y obsesiva adhesi¨®n a la letra de la Constituci¨®n, como si se tratase de la norma de procedimiento en un sistema jur¨ªdico ritualista, y la verdadera lealtad constitucional se adhiere a sus valores supremos, a los principios sustanciales que dan sentido al conjunto e interpreta y cumple, en funci¨®n de ellos, la letra de la Constituci¨®n. Hace m¨¢s de medio siglo, un jurista de grande fuste intelectual por antip¨¢tico que resultase pol¨ªticamente, supo distinguir entre la Constituci¨®n positiva, esto es, los valores de fondo, y las meras leyes de la Constituci¨®n subrayando que el aferrarse a ¨¦stas frente a aqu¨¦llos era defraudar la Constituci¨®n misma, como los beatos suelen defraudar la verdadera lealtad. Y esa tesis, pese a su autor, ha sido recibida por los int¨¦rpretes can¨®nicos del c¨®nstitucionalismo racional y democr¨¢tico.Nuestra vigente Constituci¨®n de 1978 fue concebida, y as¨ª ha funcionado durante dos d¨¦cadas, como instrumento de convivencia pac¨ªfica y democr¨¢tica. Ello fue posible porque el constituyente reconoci¨® el valor supremo del pluralismo y estableci¨®, a lo largo y a lo ancho de sus partes dogm¨¢tica y org¨¢nica, f¨®rmulas el¨¢sticas -que permiten muy diferentes desarrollos- y compromisos ap¨®crifos -que permiten los acuerdos operativos para convivir, sin recurrir siempre a dilucidar el principio y fundamento- Todo ello fruto de una t¨¦cnica constituyente, el pacto o consenso, y sometido a dos exigencias: la legalidad -ning¨²n compromiso al margen de la ley- y la democracia -ninguna opci¨®n no respaldada por el voto mayoritario- Tambi¨¦n incluy¨®, con t¨¦rminos no m¨¢s ambiguos que el de otras indiscutidas disposiciones constitucionales, una cl¨¢usula de apertura, la Adicional Primera relativa a los Derechos Hist¨®ricos, entre otros, de los vascos. Como su nombre indica, algo debi¨® querer adicionar la Adicional al resto de la Constituci¨®n, posibilitando algo diferente a lo en ella contemplado para la nueva planta auton¨®mica general. El Estatuto de Euskadi, parte integrante de nuestro bloque de constitucionalidad, continu¨® por la misma v¨ªa y a?adi¨® a la organizaci¨®n de la autonom¨ªa la apertura de esa misma autonom¨ªa hacia horizontes m¨¢s amplios (Adicional ?nica). ?O es que las disposiciones adicionales nada adicionan, no significan lo que dicen y se ponen en las leyes supremas s¨®lo para decorar... o confundir?
La reciente y ya rechazada propuesta del lehendakari Ardanza, en cuyo m¨¢s que meritorio realismo no voy a abundar hoy, pretend¨ªa, atendiendo a su literalidad, contribuir a la pacificaci¨®n de Euskadi -algo que las v¨ªas alternativas no han conseguido en los ¨²ltimos 30 a?os-, utilizando las normas de la Constituci¨®n y del Estatuto -adicionales citadas- y, lo que a¨²n es m¨¢s importante, sometiendo su desarrollo a los principios de consenso pol¨ªtico, legalidad institucional y decisi¨®n democr¨¢tica. Como es propio de una sociedad abierta, de cuyo futuro nada puede estar proscrito ni prescrito, exclu¨ªa los l¨ªmites al di¨¢logo pol¨ªtico y a la opci¨®n democr¨¢tica. Pero supon¨ªa el cese previo de la violencia y limitaba a las fuerzas legitimadas por los votos la funci¨®n de interlocutores.
?D¨®nde est¨¢ el atentado a la Constituci¨®n, a su letra, que comprende la Adicional Primera, y, m¨¢s a¨²n, a sus valores de compromiso, legalidad y decisi¨®n democr¨¢tica? Pues bien, la beater¨ªa constitucional, que se aferra a la letra como los "abcdetos" al cat¨®n, ha sustituido desdichadamente a la lealtad, capaz de comprender la letra a la luz de su esp¨ªritu. El resultado es otra ocasi¨®n perdida para la raz¨®n, la Constituci¨®n y la paz. El tiempo dar¨¢ la raz¨®n a Ardanza, pero ser¨¢, y ojal¨¢ me equivoque, una muy mala p¨¦rdida de tiempo.
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