El monovolumen
Cuatro metros treinta y cinco cent¨ªmetros. ?sa fue la cifra exacta que acordaron con el Ayuntamiento de Madrid las asociaciones del taxi para definir la longitud m¨ªnima de sus veh¨ªculos en el a?o 2000. Podr¨ªan haber sido tres cent¨ªmetros m¨¢s o tres cent¨ªmetros menos, pero lo fijaron en esa medida porque es la que se considera suficiente para poder instalar una mampara de protecci¨®n. La reducida dimensi¨®n de la mayor¨ªa de los coches que ruedan actualmente es uno de los motivos que ha impedido generalizar la implantaci¨®n de esas mamparas, ¨²nico sistema pr¨¢ctico que se conoce de proporcionar alguna seguridad. La experiencia de las que hay instaladas demuestra que, hasta en los veh¨ªculos de mayor cilindrada, la mampara es un elemento inc¨®modo tanto para el pasajero, que ha de ir con las piernas encogidas, como para el conductor, cuyo respaldo queda forzado a un permanente ¨¢ngulo recto.La determinaci¨®n de esas dimensiones m¨ªnimas se produjo en unas circunstancias de hipersensibilidad con la seguridad. El sector acababa de protagonizar un paro de 12 horas en protesta por la muerte de un taxista, que fue apu?alado. Ese factor eclips¨®, en consecuencia, otros aspectos importantes que la configuraci¨®n del coche tiene para el servicio. Hubo, no obstante, algunas voces reclamando la posibilidad de homologar un modelo ¨²nico tipo Londres, con grandes espacios interiores que, adem¨¢s de garantizar la seguridad del conductor, proporcionar¨ªa otras prestaciones a?adidas derivadas de su capacidad. Muchos taxistas est¨¢n convencidos incluso de que el Ayuntamiento de Madrid no ha tomado una iniciativa en este sentido por la presi¨®n de los fabricantes de autom¨®viles. Es cierto que al gobierno municipal se le fue la mano homologando 100 modelos, muchos de los cuales carecen de categor¨ªa para utilizarlos como taxis. As¨ª, nos encontramos en la calle con que podemos viajar en un supercochazo o en un cochecillo cuando la tarifa de ambos es exactamente la misma.
El problema que plantear¨ªa, sin embargo, el imponer el veh¨ªculo que utilizan los taxistas londinenses no es s¨®lo el que cuesta cinco millones ponerlo aqu¨ª en Madrid, sino que habr¨ªa de ser importado del Reino Unido, lo que resulta ciertamente poco pr¨¢ctico por la total dependencia exterior en las piezas de recambio. Ni que decir tiene que la industria nacional pondr¨ªa, adem¨¢s, el grito en el cielo y mover¨ªa sus influencias para disuadir de tal prop¨®sito.
Hay, en cambio, una soluci¨®n intermedia enormemente pr¨¢ctica y que el mercado del autom¨®vil le est¨¢ sirviendo al taxi en bandeja. Se trata del llamado monovolumen, un tipo de coche que ha revolucionado el mundo del motor. Son veh¨ªculos enormemente espaciosos, a pesar de que la longitud del chasis apenas supera la de un turismo, y que, adem¨¢s de permitir la instalaci¨®n de mamparas protectoras sin agobios para el conductor ni los pasajeros, est¨¢ capacitado para transportar bultos y equipajes de gran tama?o. La estructura del monovolumen tiene la ventaja a?adida de que puede incorporar una tercera fila de asientos para acoger c¨®modamente hasta un total de seis pasajeros, lo que permitir¨¢ cobrar suplementos de ocupaci¨®n como sucede en otros pa¨ªses. Conozco a una mujer que se queja amargamente de lo dif¨ªcil que le resulta moverse por Madrid con sus cuatro hijos peque?os cuando no puede acompa?arla su marido. Ir en metro o en autob¨²s es demasiado complicado para controlar a la chiquiller¨ªa y muchos taxistas se niegan a llevarla con tantos pasajeros, por menudos que sean. Este y otros supuestos similares los resuelve el monovolumen sin perder la maniobrabilidad. Veh¨ªculos de este tipo los hay de todas las marcas, con lo que nunca provocar¨ªa ninguna reacci¨®n en contra por parte de los fabricantes nacionales, y con una amplia gama de precios que para su utilizaci¨®n como taxi empezar¨ªa por debajo de los tres millones de pesetas. Hay taxistas que ya los emplean, aunque algunos de sus conductores, conscientes del servicio superior que ofertan, se han cre¨ªdo en la necesidad de poner un cartel recordando a los clientes que su tarifa es la misma.
?sa es la prueba definitiva de que, para el taxi, la mejor soluci¨®n es el monovolumen.
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