El sol sale para todos en Sunset Boulevard
La veterana Louise Reiner, que entreg¨® a Jos¨¦ Luis Garci su 'oscar', intervendr¨¢ en la ceremonia
ENVIADA ESPECIALDios ahoga pero no aprieta, y como muestra, un bot¨®n de pitimin¨ª. Cruc¨¦ Sunset Boulevard meditando acerca de c¨®mo buscarme la vida en esta ciudad de Los ?ngeles, que no muestra piedad para el d¨¦bil. Introd¨²jeme en el bar de un hotel de lo m¨¢s d¨¦co para estimularme mediante p¨®cimas de licor, y a la salida dime de bruces con Drew Barrymore, la ni?a de E. T., hoy jovenzuela muy sexy que, en la ceremonia de los oscars que se celebrar¨¢ el pr¨®ximo lunes, entregar¨¢ un premio soltar¨¢ una parrafada alusiva a la tradici¨®n de los Barrymore (ya saben, los espl¨¦ndidos hermanos Johri, Lionel y Ethel de la primera generaci¨®n, que coincidi¨® casi con el invento del cine), m¨¢s los in¨²tiles de sus hijos y nietos, de cuya manada Drew forma parte. ?Qu¨¦ tradici¨®n?, me pregunto. ?La de darle a la interpretaci¨®n genial algo pasada de rosca o la de darle al frasco, que, por supuesto, es respetable, dentro de un orden?
Menos mal que fui, como toda mujer enloquecida por los acontecimientos, a la peluquer¨ªa. En Priv¨¦, que est¨¢ en la zona Melrose (s¨®lo apta para cerebros que hayan desarrollado la corteza indiferente contemplando las atrocidades de Amanda y Kimberley, ustedes los seri¨®fagos ya me entienden, en Melrose Place), me encontr¨¦ con la hortera por antonomasia hero¨ªna que fue de la soap opera m¨¢s barata Flamingo Road, Morgan Fairchild. Reconozco que la reconoc¨ª, valga la redundancia, porque sigue teniendo la nariz en forma de puntera de zapato de sal¨®n, y porque el resto es silencio o, mejor dicho, el resto es puro lifting. Por ah¨ª va como loco el l¨ªder de la peluquer¨ªa, Laurence, que merecer¨ªa llamarse Lorraine; as¨ª como sus auxiliares, con un look entre put¨®n after hours y confesi¨®n verbenera, con minifalda de leopardo en pl¨¢stico, recogi¨¦ndoles el culo. ?Qu¨¦ frenes¨ª, mon dieu!
Cuando el sol sale, sale sin embargo para todos, y as¨ª fue c¨®mo al entrar en el Ch?teau Marmont Hotel (el mismo en donde se mat¨® a sobredosis de coca¨ªna John Belushi y en donde Gore Vidal escribi¨® el gui¨®n de la historia del transexual Myra Breckindridge, con la inmortal frase "soy Myra B., a quien ning¨²n hombre poseer¨¢ jam¨¢s") vi a Julia Roberts entrando en coche. Tranquilos, queridos: est¨¢ mon¨ªsima, y parece que sana. Eso s¨ª, su Volvo negro patibulario no lo querria ni Arias Salgado para visitar el cementerio de La Almudena en un d¨ªa de difuntos. Hay que ver c¨®mo se fustigan estas chicas tan guapas. Como no quiero que piensen que soy una degenerada que s¨®lo se dedica a escribir sus cr¨®nicas a las tres de la madrugada para que ustedes difruten de informaci¨®n puntual cuando despierten, les dir¨¦ que estuve en el m¨¢s secreto y ambientado local de Los ?ngeles, El Formosa, que existe desde el nacimiento de los tiempos y en donde se rod¨® la famosa secuencia de L. A. Confidential en la que Lana Turner es confundida con una buscona profesional disfrazada de Lana Turner.
El antro, con un carisma que te mueres y muchas fotos en las paredes firmadas por Boogey, Audrey, la propia Lana Twerities de Centuries y de Fox, apesta a sudorina, pero es muy entra?able, tiene unas camareras que hicieron la mili en Macedonia, con Alejandro el Magno, y ofrece la ventaja de repartir comida china a un m¨®dico precio y sin que se note que los cad¨¢veres de los inmigrantes son el ingrediente, b¨¢sico de los rollos primavera. Genial.
Pero me pagan para contarles c¨®mo van los oscars, as¨ª que dejen que les diga que, en el n¨²mero que clausurar¨¢ la ceremonia, dedicado a reunir a cuanto oscar viviente se halle por ah¨ª, ha anunciado su presencia la veteran¨ªsima y nonagenaria estrella Louise Reiner, que gan¨® la estatuilla a la mejor actriz en dos a?os consecutivos, 1936 y 1937, por La buena tierra y El gran Zigfield, respectivamente. Reiner, como saben los cin¨¦filos, fue quien entreg¨® a Jos¨¦ Luis Garci su oscar por Volver a empezar.
Para el mismo acontecimiento, o sea, el n¨²mero de reuni¨®n de oscars se?eros, ha declinado asistir Olivia de Havilland, que es la ¨²nica superviviente de Lo que el viento se llev¨®, hoy instalada en Francia. Sus excusas esconden la verdadera raz¨®n de su ausencia: detesta reunirse con su medio hermana Joan Fontaine, que es tan v¨ªbora como ella, o m¨¢s.
Volviendo a los oscars, cuya ceremonia de entrega se supone que es lo que nos preocupa, aqu¨ª est¨¢ pasando lo de siempre y con las caracter¨ªsticas de siempre. Harry Winston ha desplegado su colecci¨®n de joyas en el vest¨ªbulo del Shrine Auditorium, mostrando a la prensa y a cuanto curioso quisiera acercarse las alhajas que ha ofrecido prestar, como joyero que es, a las estrellas que el lunes asistir¨¢n a la ceremonia de entrega. Aqu¨ª, quien m¨¢s y quien menos juega a hacer de su madre, su hermana, su novia o la mejor amiga de su amigo -gay- una pretty woman cualquiera.
Es tal el deseo de joyer¨ªo que tienen las parientas, que hasta una misma, llevada de furor submarino, se dejar¨ªa engalanar por cualquier minucia de rub¨ªes engarzados en brillantes, o viceversa, que se le ofreciera.
El rumor m¨¢s insistente es que Titanic, aparte de llevarse los premios mayores, va a darle a James Cameron, su realizador, el premio a la mejor direcci¨®n, por una sencilla raz¨®n. Cuando la pel¨ªcula estaba pas¨¢ndose, en pleno rodaje, de tiempo y de presupuesto, y resultaba tan cara que la productora le ech¨® a Cameron la caballer¨ªa, ¨¦ste accedi¨® a renunciar a casi la totalidad de su sueldo y al porcentaje sobre los beneficios que hab¨ªa exigido en principio a cambio de que le dejaran seguir sin trabas econ¨®micas, con el presupuesto que necesitaba.
Hoy d¨ªa, los productores est¨¢n tan contentos por el millonario ¨¦xito de Titanic que presionan a los miembros de la Academia para que, al menos, compensen al buenazo de Cameron con el premio al mejor director. Que en Hollywood equivale, m¨¢s o menos, a un cheque en blanco para dirigir lo que a uno se le pase por las bolas.
Babelia
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