Fischler, Garc¨ªez y la marquesa
Una antigua aldea feudal, condenada al subsidio agrario por la reforma de la OCM del aceite de oliva
A finales de los a?os setenta, la marquesa de Viana quiso vender el palacio y la finca que pose¨ªa en Garc¨ªe, un pueblecito jienenses de 500 habitantes. Sobre la venta del palacio nadie puso pegas. Pero la finca de la marquesa era literalmente el pueblo: las casas de sus 100 familias y las 300 hect¨¢reas de olivar que les daban sustento. La aldea se amotin¨®, y el alcalde, al frente de la rebeli¨®n, proclam¨®: "Sin las tierras, s¨®lo nos queda una salida: hacer las maletas".Han pasado 17 a?os. Las tierras pertenecen ahora a las 99 familias de Garc¨ªez, que las compraron con un cr¨¦dito y se las repartieron a partes iguales. Pero el augurio del alcalde todav¨ªa puede hacerse realidad por una raz¨®n bien distinta. Si la reforma de la OCM del aceite de oliva impulsada por el comisario europeo Franz Fischler sale adelante, el pueblo entero va a tener que hacer las maletas, o pasarse el resto de sus d¨ªas cobrando el subsidio agrario. Habr¨¢n de ver los cielos triunfar al comisario all¨ª donde fracas¨® la marquesa.
Garc¨ªez est¨¢ encaramado a Sierra M¨¢gina. Los olivos de monta?a son vagos y refinados: s¨®lo producen 30 kilos de aceituna al a?o (un ¨¢rbol de llanura triplica f¨¢cilmente esa cifra), pero de una calidad extraordinaria. De all¨ª sale un aceite m¨¢s verdoso de lo normal, m¨¢s afrutado al paladar, y digno de comparecer con todos los honores a los m¨¢s exquisitos manteles.
Estos olivos de baja producci¨®n y alta calidad llevan todas las de perder con la reforma que aprob¨® el pasado mi¨¦rcoles la Comisi¨®n Europea. Cada familia de Garc¨ªez produce al a?o unos 18.000 kilos de aceituna, que vende en el mercado por un mill¨®n de pesetas (esta cifra es un promedio; las ventas var¨ªan entre 600.000 pesetas y 1,4 millones). Hasta ahora, las subvenciones al aceite incrementaban esos ingresos en unas 700.000 u 800.000 pesetas. Con la reforma, esa subvenci¨®n se puede desplomar hasta las 350.000 pesetas. As¨ª de simple: cada familia perder¨ªa unas 400.000 pesetas al a?o.
En esas condiciones, los n¨²meros no les salen a los agricultores de Garc¨ªez. Una familia que est¨¢ ingresando 1,8 millones anuales (ventas m¨¢s subvenci¨®n) se va a quedar ahora con 1,4 millones. De ah¨ª hay que restar los gastos de fumigaci¨®n, poda, riego, alquiler de tractores, renovaci¨®n de equipo de la almazara y amortizaci¨®n de cr¨¦ditos (las familias todav¨ªa est¨¢n pagando el pr¨¦stamo con el que compraron la finca de los marqueses hace 17 a?os): en total, unas 600.000 pesetas.
1,4 millones menos 600.000 pesetas da 800.000 pesetas. Entre doce meses, sale 67.000 pesetas al mes: un sueldo algo exiguo para una familia con dos o tres hijos. No es una gran sorpresa que los olivareros de Garc¨ªez est¨¦n francamente preocupados.
Pero eso es casi lo de menos. Otro de los objetivos de la reforma de la OCM es eliminar el llamado "precio de intervenci¨®n". Ahora mismo, si el precio de mercado cae por debajo de un umbral (268 pesetas por kilo de aceite, para la acidez t¨ªpica de esta zona), el agricultor tiene la opci¨®n de vend¨¦rselo a la Administraci¨®n por esa misma cantidad: un colch¨®n de seguridad. Si el precio de intervenci¨®n desaparece, las fluctuaciones del mercado (o un acuerdo entre multinacionales) pueden dejar el kilo muy por debajo del umbral de rentabilidad para un peque?o productor: otra forma de arruinarse, esta vez con plena ortodoxia neoliberal.
Los problemas tampoco acaban ah¨ª. Los olivareros de Sierra M¨¢gina hab¨ªan empezado en los ¨²ltimos a?os a apostar por la calidad. Muchos han llevado a sus parcelas costosos sistemas de riego. La Sociedad Agraria Nuestra Se?ora del Camino (las 99 familias de Garc¨ªez) acaba de endeudarse en 50 millones de pesetas para renovar la maquinaria de su almazara, instalada en el viejo palacio de los marqueses de Viana. Otro peque?o empresario, Dami¨¢n Salcedo, acaba de invertir 200 millones en una nueva almazara de alta tecnolog¨ªa con la que pretend¨ªa producir un aceite virgen de gran calidad. Inversiones en el aire, esperanzas bajo tierra.
La antigua finca de los marqueses de Viana es ahora el quinto decimal tras la coma en alg¨²n papel que anda rodando por Bruselas. Los olivareros de Garc¨ªez no entran a valorar la habilidad negociadora del Gobierno espa?ol ante las instituciones comunitarias. Pero de esa habilidad depende literalmente su subsistencia, una circunstancia que no parece tranquilizarles demasiado.
Hasta el cementerio
Garc¨ªez salt¨® a la fama en marzo de 1981. Los marqueses de Viana hab¨ªan vendido el pueblo tres a?os antes al joyero cordob¨¦s Jos¨¦ Luis Requena, y ahora Requena estaba empezando a revender algunas parcelas a compradores for¨¢neos. Los olivareros hab¨ªan apreciado mucho al fallecido marqu¨¦s, Fausto Saavedra, a quien sal¨ªan a recibir con v¨ªtores y guirnaldas en las pocas ocasiones en. que visitaba el pueblo. Pero las transacciones del joyero no les hicieron la menor gracia.Cada vez que Requena tra¨ªa alg¨²n comprador potencial, los vecinos cercaban el coche del cliente y le suger¨ªan la posibilidad de abandonar el pueblo y no volver a asomar la nariz por all¨ª durante el resto de su existencia. El entonces alcalde, Andr¨¦s Fuentes Le¨®n, resumi¨® as¨ª la situaci¨®n: "Ese Requena hubiera vendido hasta el cementerio, de haber encontrado un comprador". Finalmente, los compradores fueron los propios vecinos.
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