Demasiadas dificultades

Los novillos presentaron excesivas dificultades para la corta experiencia de los novilleros. Si en lugar de ser novilleros poco experimentados hubieran sido avezados matadores de alternativa, las dificultades que presentaban los novillos a lo mejor tambi¨¦n habr¨ªan resultado excesivas. Se ha visto en Valencia.Por lo visto en Valencia, los avezados matadores de alternativas necesitan que se les caiga el novillo. No se ha dicho toro para hablar con propiedad. Lo que se lidi¨® casi todas las tardes en la afamada feria fallera eran novilladas y, adem¨¢s, inv¨¢lidas.

Los novillos que lidiaron en Madrid los novilleros de corta experiencia ten¨ªan m¨¢s trap¨ªo que muchos de los toros falleros, desde luego m¨¢s desarrolladas y astifinas cornamentas y mucha mayor fortaleza. A los novillos de Madrid les pegaban tres varas, no se cay¨® ninguno, y embest¨ªan enterizos a la muleta. Y si llegado el ¨²ltimo tercio daban en reservones era consecuencia no de su invalidez sino de su mansedumbre.

Las dificultades de los novillos de Palomo Linares preven¨ªan de su mansedumbre. Una mansedumbre que no exclu¨ªa la casta. En estas cuestiones de casta-mansedumbre-bravura-nobleza-moruchez hay una tendencia a confundirlo todo, principalmente entre taurinos. El toro de vacas, que llaman los taurinos, es el que "se deja", y a lo que se deja es a que le peguen una manta de derechazos. En cambio al toro encastado y pele¨®n que vende cara su vida, ya le pueden ir dando.

La novillada de Palomo Linares, a estos taurinos de ahora les debi¨® de parecer horrible. Y no era para tanto. Efectivamente en la prueba de varas se iban sueltos, esperaban en las suertes de banderillas, llegaban a las de muleta con poco recorrido. Pero toda la vida de Dios hubo reses as¨ª, y ni los taurinos ni los aficionados, ni nadie en la fiesta se rasgaba las vestiduras. Por supuesto que toros mansos no se desean en ning¨²n caso, mas si salen al redondel, propician la emoci¨®n e incluso el ¨¦xito s¨ª se les da su lidia, que la tienen, por cierto interesant¨ªsima.

Novilleros de poca experiencia no pueden normalmente dirigir ni ejercitar una lidia eficaz con el ganado encastado y manso, pues requiere conocimientos cabales del arte de torear y valor sereno, todo lo cual suele ser patrimonio exclusivo de los maestros en tauromaquia. Y es lo que les sucedi¨® a los inexpertos novilleros de la tema, excepci¨®n hecha del valor, que ese s¨ª demostraron poseerlo.

Ninguno de los tres novilleros se alivi¨® ni perdi¨® los papeles. Los tres intentaron faena con mucho pundonor. Manolo Bejarano lo hizo especialmente en la suerte al natural. Es un dato. Apenas tante¨® a su primero ya se hab¨ªa echado la muleta a la izquierda. No le salieron lucidos los naturales, ni en este novillo, ni en el cuarto -ambos complicados- pero ah¨ª qued¨® el meritorio prop¨®sito del torero, que se llegaba a Madrid dispuesto a triunfar con el toreo fundamental.

El debutante David Zamorano procedi¨® al rev¨¦s y se puso a pegar derechazos a destajo, algunos de buena factura. Y acab¨® haciendo pl¨²mbeas las faenas por su excesiva duraci¨®n.

El toreo a la ver¨®nica lo instrument¨® bien Juan Contreras en los lances de recibo al tercero de la tarde. Para empezar, ganaba terreno en cada uno de ellos, y toreando con la adecuada ligaz¨®n traz¨® la media ver¨®nica en los medios. Las suertes de muleta no le salieron tan redondas, ni .con ¨¦ste manso de corta arrancada -que le enganch¨® muchas veces la muleta y le desarm¨®- ni con el encastado berrendo que hizo sexto, al que aplic¨® un crispado trasteo con algunos amagos tremendistas que rechaz¨® la afici¨®n.

Nuevas comparecencias dar¨¢n oportunidad a los tres novilleros para demostrar sus progresos y alcanzar ¨¦xitos, si les sale ganado m¨¢s propicio. Pero que sea ¨ªntegro, al estilo de esta novillada; no como los toros que sacan en algunas ferias de por ah¨ª, y que son la risa.