"No me siento extra?o en ning¨²n sitio" dice el escritor y viajero Norman Lewis
El autor ataca el fundamentalismo cristiano en 'Misioneros'
Ha estado en todas partes, pero no se vanagloria de ello. Es autor de una treintena de libros, algunos considerados cl¨¢sicos de la literatura de viajes, y Anthony Burgess lo calific¨® como "el decano de los viajeros brit¨¢nicos". ?l, sin embargo, se siente muy ajeno a esa tradici¨®n de orgullo y superioridad que caracteriza la escritura viajera de muchos de sus compatriotas, y hasta tiene los arrestos de tachar de "impostor" al coronel T. E. Lawrence. Norman Lewis (Enfleld, 1908) viaja con humildad: parece fundirse camale¨®nicamente con el paisaje y las gentes, y los describe con una mezcla de objetividad, humor y lirismo. "No me siento extra?o en ning¨²n sitio", afirma. Pronto cumplir¨¢ 90 a?os, y sigue viajando
Norman Lewis dice que cuando viaja no tiene f¨®rmulas preestablecidas para recoger el material que configurar¨¢ sus libros: "Espero que algo pase, y miro alrededor. Me encanta observar".En los a?os cincuenta estuvo con los mois de Vietnam -h¨¢biles en la caza y doma de elefantes-, entre los que la respetabilidad est¨¢ asociada al grado de ebriedad, hasta el punto de que su solemne saludo al extranjero es "Emborrach¨¦monos juntos". En 1991 visit¨® a unos pueblos de las monta?as del este de la India que consideran la fidelidad sexual el peor pecado. Ha visto volar las grandes mariposas del g¨¦nero Morpho con los guaran¨ªes, ha o¨ªdo los gongs perforar la larga noche de Luang Prabarig, y se ha ba?ado en un remoto tributario del Orinoco rodeado de colibr¨ªes.
Tambi¨¦n ha vivido momentos malos: se rompi¨® el cr¨¢neo y tuvo ataques de malaria. "La experiencia m¨¢s espantosa fue en la reserva de los indios ach¨¦ en Cecilio B¨¢ez, en Paraguay, predio de los misioneros fundamentalistas de la Misi¨®n de las Nuevas Tribus", explica. "All¨ª se cazaba a los indios con rifles, se les dejaba morir entre podredumbre y se enviaba a los ni?os a los burdeles de Asunci¨®n". La indignaci¨®n de lo que vi¨® en ese y otros lugares en manos de cristianos fundamentalistas le incit¨® a escribir Misioneros. Dios contra los indios, que acaba de publicar Herder en Espa?a.
En el libro denuncia la aniquilaci¨®n de los pueblos indios y en el que no faltan im¨¢genes de un humor t¨¦trico, como la de los ni?os panare desnudos llevando en la selva los cerditos-hucha regalo de los misioneros. Dice que para ¨¦l "las ganas de viajar y el sentido de la aventura son casi una enfermedad", y los achaca, a haber padecido una infancia bastante peculiar. Creci¨® en un pueblo de Gales junto a tres t¨ªas medio locas. Su padre ejerc¨ªa de m¨¦dium, hipnotizaba p¨¢jaros y aseguraba estar en contacto con un piesnegros llamado Estrella de Trueno. "Era terrible, en esencia sigo siendo un ni?o que escapa de su infancia", dice. "El ej¨¦rcito y cualquier parte del mundo eran mejor que aquello. Seguramente el sentido del humor tambi¨¦n es para m¨ª un refugio".
Espa?a, asegura, es uno de sus lugares favoritos, y le encanta Barcelona. En 1947 pas¨® una temporada con los pescadores de Tossa de Mar. Observa con pesar c¨®mo los sitios que ha visitado pierden su identidad, aunque conf¨ªa en la existencia a¨²n de lugares v¨ªrgenes, "en Asia central seguramente".
Lewis simpatiza con los "j¨®venes" escritores viajeros como Theroux y Chatwin, pero no con la vieja guardia. De su compatriota Lawrence de Arabia dice que era "un impostor y un mentiroso que se hac¨ªa pasar por ling¨¹ista y que dijo que hab¨ªa perdido el manuscrito de Los siete pilares de la sabidur¨ªa en un taxi para lograr titulares en la prensa". A?ade con humor bastante negro que ni siquiera sab¨ªa conducir una moto.
?Cu¨¢l es el secreto para viajar a sitios tan complicados como los que ¨¦l ha visitado sin dejarse la piel? "La determinaci¨®n de sobrevivir", se?ala Lewis. "Y el amor a la vida. Si no amas la vida, eres m¨¢s propenso a morir".
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