La ¨²ltima llamada del etarra
Despu¨¦s de que la polic¨ªa detuviera a dos 'correos' franceses y antes de que la Guardia Civil capturase al 'comando Andalucia', Azurmendi telefone¨® desde un m¨®vil. ?A quien?
A las tres de la madrugada los terroristas apagaron la luz. Justo a esa hora, un grupo de la UEI (Unidad Especial de Intervenci¨®n de la Guardia Civil) llegaba a Sevilla en potentes veh¨ªculos camuflados, despu¨¦s de salvar los 510 kil¨®metros de autov¨ªa entre Valdemoro (Madrid) y Sevilla a una velocidad media de 170 por hora. No se pod¨ªa desperdiciar ni un segundo en una curva. La operaci¨®n de captura del comando Andaluc¨ªa, planeada para ,48 horas despu¨¦s, se habla tenido que adelantar precipitadamente. Los agentes de la UEI -los mismos que el verano pasado rescataron de su cautiverio al -funcionario de prisiones Jos¨¦ Antonio Ortega Lara- se dirigieron inmediatamente a la calle de Jos¨¦ Laguillo.A las 6.20 de la madrugada, y cuando Mikel Azurmendi, Jos¨¦ Luis Barrios y Mar¨ªa Teresa Pedrosa dorm¨ªan, una explosi¨®n derrib¨® la puerta y los guardias civiles de ¨¦lite apresaron a los tres sin disparar un tiro. De nada sirvi¨® que los terroristas tuvieran sus pistolas -una de ellas con m¨¢s de 10 asesinatos en su historial- preparadas, cada una con una bala en la rec¨¢mara. Una operaci¨®n de asalto sin contratiempos, resuelta en escasos segundos, pero larvada desde muchos d¨ªas antes.
Exactamente desde otra madrugada, la del 30 de enero, cuando esos terroristas asesinaron al concejal del PP Alberto Jim¨¦nez Becerril y a su mujer, Ascensi¨®n Garc¨ªa Ortiz, cuando volv¨ªan a casa por la calle Don Remondo.
Tras el asesinato, los terroristas celebraron con sidra y una cena especial su nueva fechor¨ªa; resguardados de la sospecha y del fr¨ªo en el 1? B del n¨²mero 5 de la calle Jos¨¦ Laguillo. Ahora se sabe que aunque se hubiesen paseado por delante mismo de los carteles donde aparec¨ªa su fotograr¨ªa y su rese?a como delincuentes muy peligrosos, nadie, ni el mejor fisonomista, los hubiera podido reconocer. Ninguno de los tres guarda parecido actualmente con los retratos que Interior ten¨ªa de ellos, hechas en la ¨¦poca en que huyeron de sus domicilios y se convirtieron en terroristas a sueldo de ETA.
Azurmendi y Pedrosa se incorporaron al comando Andaluc¨ªa a principios de 1996, tras orden¨¢rselo el dirigente etarra Jos¨¦ Javier Arizkuren Ruiz, Kantauri, con quien se entrevistaron en Francia. Jos¨¦ Luis Barrios ya se encontraba en el sur junto con dos terroristas que por esas fechas huyeron a Francia. Nada m¨¢s llegar a Sevilla, Azurmendi y Pedro sa se alojaron en un hotel y despu¨¦s alquilaron un piso en la calle de Luis Montoto. De la documentaci¨®n incautada al comando se desprende que su actividad fue fren¨¦tica y se centr¨® en la recogida de informaci¨®n para planear atentados. Viajaron por C¨®rdoba -donde se alojaron en el hotel Las Vegas y en un piso del barrio de La Paz- y Granada, en donde ocuparon una vivienda pr¨®xima al Palacio de Congresos. Durante dos a?os de andanzas por Andaluc¨ªa tambi¨¦n pasaron breves temporadas en Marbella, Fuengirola y M¨¢laga. Se desplazaban con documentaci¨®n falsa y numerosos veh¨ªculos, unos alquilados y otros robados y con las matr¨ªculas cambia das. Nunca les falt¨® el dinero de ETA. Lograron desconcertar a Interior, que nunca supo determinar si constitu¨ªan un comando estable o eran terroristas de un grupo itinerante que llegaban a Andaluc¨ªa, atentaban y regresaban a sus bases.
La luz empez¨® a verse hace mes y medio. Una pista de la Guardia Civil indicaba que la direcci¨®n de ETA iba a mandar un correo con explosivos desde Francia hasta Andaluc¨ªa. Los repartidores -Jean Joseph Esnal y David Gramont- atravesaron por fin la frontera la semana pasada y pusieron rumbo a Sevilla en una autocaravana precedida por un viejo Renault 19, en funciones de lanzadera, para avisar de la posible presencia de la polic¨ªa. Pero sin saberlo, la compa?¨ªa la levaban detr¨¢s. La Guardia Civil les pisaba los talones y les control¨® en todo momento hasta llegar a una gasolinera de Alcal¨¢ de Guadaira, a escasos 20 kil¨®metros de Sevilla. All¨ª les esperaban Mikel Azurmendi y Mar¨ªa Teresa Pedrosa, a quien los franceses no conoc¨ªan, en un Ford Orion. Tambi¨¦n estaba Jos¨¦ Luis Barrios en otro coche. ?l fue quien contact¨® con los franceses y les se?al¨® una furgoneta Renault Express alquilada para dos d¨ªas por los terroristas en el edificio Cristina de Sevilla, donde presentaron un carn¨¦ falso robado a Armando Casto M. F., nacido en Campo de Criptana (Ciudad Real) y residente en Illescas (Toledo).
Cuando los franceses estaban trasvasando 250 kilos de explosivos a la Renault Express, apareci¨® una patrulla de la polic¨ªa alertada por un ciudadano que les tom¨® por traficantes o atracadores. La imprevista llegada de la polic¨ªa provoc¨® que Azurmendi y su compa?era se quitaran de enmedio, aunque sin advertir que ya les segu¨ªan agentes de la Guardia Civil de paisano. Los etarras se dirigieron al piso franco de Sevilla, no sin antes dar un considerable rodeo y aparcar el Ford Orion con otros 60 kilos de explosivos en el Parque de las Naciones y caminar dos kil¨®metros. Los guardias tambi¨¦n controlaron la llegada al piso del etarra Barrios.
Los agentes vieron c¨®mo Azurmendi bajaba al cabo de un rato a la calle y realizaba una llamada desde su tel¨¦fono port¨¢til. ?A qui¨¦n? Despu¨¦s observaron a Mar¨ªa Teresa Pedrosa bajar una bolsa de basura y merodear por la zona, sin duda para comprobar que no les vigilaban.
Controlados en el piso
Sobre las once de la noche del viernes el general Pedro Mu?oz Gil, jefe de Investigaci¨®n e Informaci¨®n, telefone¨® al director de la Guardia Civil, Santiago L¨®pez Valdivielso, al hotel de Santiago de Chile en el que estaba alojado acompa?ando al presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.Mu?oz le dijo a Valdivielso: "Director, tenemos a los etarras controlados en el piso. Creo que deber¨ªa usted dar su permiso para activar a la UEI y detener al comando". El jefe de la Guardia Civil autoriz¨® el traslado de la unidad de ¨¦lite hasta, Sevilla y dispuso que, en tanto llegaba desde Valdemoro (Madrid), una unidad de los Grupos Antiterroristas Rurales (GAR) de Sevilla estableciera un cerco en torno al piso para evitar que los terroristas pudieran huir.
A las 6.20 se produjo el asalto al piso. Tras la detenci¨®n de los tres terroristas, los agentes se sorprendieron de que la casa estuviera sin amueblar y los etarras durmiesen en colchones sobre el suelo. Todo estaba "muy guarro", en expresi¨®n de un agente. Pero, por contra, los armarios en los que guardaban las herramientas dedicadas a matar aparec¨ªan en un perfecto orden. Cada caj¨®n con su letrero: uno para los detonadores, otro para los temporizadores, y hab¨ªa m¨¢s para disfraces y gafas, pelucas, bigotes, tintes para el pelo... Y 400 kilos de distintos explosivos.
Tambi¨¦n dispon¨ªan de buenos trajes y ropa de marca, algo que los expertos de la Guardia Civil atribuyen a la doctrina del comando Madrid, que aconseja mimetizarse con el entorno. En este caso, con el de clase media-alta de Sevilla donde viv¨ªan.
Ahora, tras la operaci¨®n que llev¨® a los terroristas a la c¨¢rcel, Interior sostiene que el comando Andaluc¨ªa ya es historia. Pero persiste la duda de si ETA tiene m¨¢s apoyos en esa comunidad. Sobre todas, una pregunta: ?Qu¨¦ explicaci¨®n tiene que un grupo tan reducido almacenara casi 700 kilos de explosivos?
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