Elegimos presidente
Hace un par de d¨ªas me llam¨® un amigo y, tras saludarme, me espet¨®: "Menudo l¨ªo hab¨¦is organizado los socialistas...". Yo, precavida, le dije: "?Qu¨¦ hemos hecho ahora?". "Nada, mujer, lo de las primarias...".Pues s¨ª, menudo l¨ªo estupendo en que nos hemos metido. Debo empezar por decir que yo, que me present¨¦ a las primeras elecciones primarias que se han celebrado tras el 34? Congreso para elegir candidato(a) a lehendakari, y no las gan¨¦, soy una ferviente defensora de las mismas. Ya me gustaban antes, cuando lo debatimos y aprobamos en nuestros congresos; pero entonces no pasaba de ser un an¨¢lisis te¨®rico. Part¨ªa de una reflexi¨®n sobre la necesidad de abrir el partido a la sociedad y dotar a nuestros militantes de una mayor capacidad de influir en la toma de decisiones; pero no dejaba de ser un instrumento m¨¢s del que se dotaba el partido para conseguir ese objetivo de transparencia y profundizaci¨®n en la democracia interna.
Luego vinieron las primarias vascas. Durante la campa?a electoral interna -por cierto, ?por qu¨¦ nos empe?amos en no llamar a las cosas por su nombre?- he recorrido un mont¨®n de agrupaciones locales. Yo quer¨ªa transmitirles a todos los militantes que me escuchaban mi percepci¨®n positiva de la apuesta que el partido socialista hab¨ªa realizado. Les explicaba que est¨¢bamos en la vanguardia de los partidos pol¨ªticos, que est¨¢bamos haciendo lo que le corresponde hacer a la izquierda: romper roles del pasado, cambiar los sistemas de elecci¨®n de cargos p¨²blicos, mirando cada vez m¨¢s hacia fuera y hacia nuestro entorno.
Les dec¨ªa que no hab¨ªa que tener miedo a asumir ciertos riesgos -que nuestros adversarios nos acusen de estar divididos, que se tense la vida org¨¢nica, que nos pasemos en la expresi¨®n externa...-, porque asumir riesgos para cambiar las cosas es lo que le toca hacer a un partido progresista. Les aseguraba que la sociedad nos estaba mirando bien, muy bien. Con esperanza, con ganas de ver c¨®mo, por fin, alguien hac¨ªa algo m¨¢s que bonitos discursos.
Lo cierto es que no ten¨ªa que hacer ning¨²n esfuerzo por convencerles. Ya estaban en ello. Ha sido una experiencia espl¨¦ndida comprobar que tenemos un partido vivo, l¨²cido, con ganas de tomarnos el relevo de la responsabilidad, concentrada en unos pocos. He encontrado una militancia ilusionada por participar, deseosa de hacerlo, orgullosa por poder dar a toda la sociedad un nuevo ejemplo de la capacidad de cambio y liderazgo que tiene el partido socialista.
Por eso digo que hoy, que he vivido las primarias con la militancia socialista, s¨¦ que nuestro partido, nuestras bases quer¨ªan primarias y estaban preparadas y dispuestas a hacerlas realidad. Lo que hicimos en el congreso no fue un an¨¢lisis coyuntural, al margen de la aspiraci¨®n de nuestra militancia. Quiz¨¢ ni nosotros mismos supimos valorar la importancia de lo que est¨¢bamos decidiendo. El hecho es que lo hicimos y hoy, afortunadamente, no tiene marcha atr¨¢s.
Salvadas las distancias, nos encontramos ante una situaci¨®n similar a la que se deriv¨® de aquella decisi¨®n del PSOE de establecer cuotas de participaci¨®n de mujeres en todas nuestras listas electorales. Entonces abrimos un debate no s¨®lo sobre el derecho a la igualdad. Fuimos m¨¢s lejos; nuestra reflexi¨®n de fondo fue que pocas mujeres en la vida p¨²blica y partidaria significaba d¨¦ficit democr¨¢tico. Y eso era un problema no s¨®lo para las mujeres, sino para el conjunto de la sociedad. Y decidimos hacer algo m¨¢s que discursos al respecto; pusimos en marcha un instrumento: la cuota. Criticado por unos, poco apreciado por otros, el caso es que, a partir de ese momento, todos los partidos empezaron a moverse. Y hoy, de una u otra manera, todos ellos hacen lo posible porque haya m¨¢s mujeres en sus listas.
Con las primarias pasa igual. Hemos inaugurado una nueva ¨¦poca. Estamos abriendo nuevos caminos, estamos volviendo a recuperar la ilusi¨®n; la nuestra y la colectiva. Porque no hemos de olvidar que detr¨¢s, enseguida, llegar¨¢ el momento en que los simpatizantes tengan voz y voto, en que todos juntos, la mayor¨ªa progresista que existe en Espa?a, elijamos candidatos.
Por eso me gustan las primarias. Porque siento otra vez latir la ilusi¨®n por el cambio, porque los socialistas volvemos a estar donde nos toca: por delante, mirando al futuro, cambiando nosotros para que cambie la sociedad.
El d¨ªa 24 de abril tenemos una cita. Los socialistas espa?oles votamos en nuestra casa, en la urna socialista. El d¨ªa 24 elegimos presidente. Me parece importante destacar ese hecho: vamos a designar al futuro presidente del Gobierno, al que le va a ganar las pr¨®ximas elecciones al se?or Aznar.
Por eso voy a votar a Joaqu¨ªn Almunia. Porque Joaqu¨ªn Almunia es un hombre fiable, que inspira confianza. Es riguroso, accesible, sincero. Es una persona de convicciones firmes, que se rodea siempre de los mejores. Eso le retrata como hombre inteligente, seguro, abierto, sin complejos. Sabe trabajar en equipo y sabe dirigir. Lo ha demostrado.
Adem¨¢s, te mira a los ojos. Ya s¨¦ que eso puede no parecer un valor pol¨ªtico, pero a mi juicio es uno de los m¨¢s apreciados. Quien te mira de frente no tiene nada que ocultar. Eligiendo a Joaqu¨ªn Almunia no hay espacio para la duda, no cabe la incertidumbre: todos sabemos cu¨¢l es su proyecto y ad¨®nde nos quiere llevar.
Por eso Joaqu¨ªn Almunia es mi candidato. Porque todas esas cualidades que ¨¦l re¨²ne son las que los votantes de centro-izquierda quieren encontrar en la persona que dirija el pr¨®ximo Gabinete socialista. Y porque, insisto, el 24 de abril los socialistas espa?oles no elegimos candidato: elegimos presidente. Rosa D¨ªez Gonz¨¢lez es consejera de Comercio, Consumo y Turismo del Gobierno vasco.
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